Discuro de la presidenta de la República de Chile, Michelle Bachelet, en el debate general de la 70ª Asamblea General de las Naciones Unidas

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Nueva York, 28 de Septiembre de 2015

Señoras y señores:

El mundo de hoy enfrenta desafíos y tareas. Asistimos a un conjunto de graves crisis internacionales en varias zonas del mundo, que han afectado la paz y la seguridad internacional, especialmente en el Medio Oriente, pero también en Europa y África, afectando especialmente a grandes poblaciones civiles que huyen desesperados para salvar sus vidas y forjar un mejor destino.

Como comunidad internacional tenemos la obligación de reaccionar solidariamente para restablecer la paz y dar una respuesta que nos permita minimizar el sufrimiento de las víctimas de la guerra y de los que escapan de ella.

Valoramos los esfuerzos que están haciendo muchos países para acoger a los refugiados, pero debemos hacer más. Es por eso que mi Gobierno ha decidido acoger a refugiados de la guerra civil en Siria. Y es por eso también que Chile fortalecerá la cooperación con África, región donde a partir del año 2016 participaremos en las operaciones de paz de las Naciones Unidas.

Junto con enfrentar los desafíos más urgentes de la paz, nuestro planeta aún no logra reducir el aumento de la desigualdad, ni alcanzar un acuerdo para detener el calentamiento global.

Es por eso que, en este marco de grandes desafíos internacionales, esta Septuagésima Asamblea General pasará a la historia como un momento importante en que la comunidad internacional ha logrado construir un acuerdo en torno a la Agenda para el Desarrollo hasta el año 2030.

Esta Agenda es esperanzadora y nos compromete. Pone en el centro el enfrentamiento de los diversos rostros de la desigualad, aquello que es el principal desafío de América Latina y, por cierto, de Chile, en esta nueva fase de nuestro desarrollo económico y político.

Se trata de una Agenda amplia y ambiciosa, pero acorde con los desafíos urgentes y con los objetivos de largo plazo de una convivencia humana justa, creativa y pacífica. No ignora los compromisos aún pendientes, pero incorpora nuevos objetivos y metas, integrándolos en un sentido multidimensional en la idea de desarrollo sostenible e inclusivo.

Se trata de una agenda de cambios. Y ésa es una mirada que compartimos y apoyamos con entusiasmo. La igualdad dentro y entre los países, entre los géneros, el crecimiento; la industrialización y el consumo inclusivo y sostenible; el cuidado del medio ambiente en todas sus distintas facetas; la paz social, por nombrar sólo algunos de los objetivos de la Agenda, son el rostro y la base de un modo de convivencia basado en valores muy profundos.

Tenemos una oportunidad para enfrentar los signos de desesperanza frente al futuro y de desconfianza frente a las instituciones que recorren algunas de nuestras sociedades.

La primera responsabilidad por un desarrollo sostenible y con una mayor igualdad, recae en cada uno de nuestros países. Y Chile se compromete con convicción y entusiasmo en esta tarea.

Sin embargo, este empeño requiere de un entorno favorable, pues gran parte de las metas están afectadas por dinámicas globales, ya que muchos de los desafíos que enfrentamos no pueden ser resueltos de manera aislada por cada país. Promover sociedades más inclusivas y sostenibles sólo será posible si somos capaces de llevar adelante una agenda de cambios a nivel nacional, pero también global.

Cuando el comercio internacional no es un motor para el crecimiento; si los flujos financieros son asimétricos, mínimos y volátiles; si no existen mecanismos justos y eficaces para la resolución de la deuda soberana; si no existen corrientes predecibles y suficientes de ayuda oficial para el desarrollo, los países emergentes, y con mayor razón los países más pobres, enfrentarán grandes obstáculos en el cumplimiento de los objetivos de la Agenda.

De igual forma, es preciso que los sistemas financiero, monetario y comercial internacionales funcionen más democráticamente, con efectividad y con equidad frente a los intereses de los países en desarrollo, lo que no es el caso en la actualidad.

Por eso, una condición básica para hacer realidad la Agenda es fortalecer el marco de las instituciones globales y de la cooperación multilateral, con representación amplia, mandatos claros y herramientas eficaces. Promovemos una arquitectura de las instituciones multilaterales que sirva de soporte a las políticas nacionales que propone la Agenda 2030.

Chile es un país que ha intensificado su papel en el sistema multilateral. En 2014 y 2015, hemos sido un miembro no permanente del Consejo de Seguridad. A la luz de esta última experiencia, queremos reafirmar nuestra convicción sobre la necesidad de reformar el Consejo, ampliando el número de sus miembros permanentes y limitando el veto al menos cuando se trate de crímenes de lesa humanidad. Es una reforma necesaria, en línea con lo mucho que ha avanzado el sistema multilateral y que, sin duda, le otorgaría mayor legitimidad al órgano más importante de Naciones Unidas.

Nuestro país es consciente de la responsabilidad que todos tenemos de velar por el buen funcionamiento del sistema internacional. Un elemento esencial es el principio del apego al derecho internacional, que incluye el estricto respeto a los tratados, como una garantía de la paz y estabilidad internacional. Ello requiere respetar lo pactado, así como no hacer un uso indebido de los mecanismos que hemos diseñado para resolver pacíficamente las diferencias que realmente pudiesen existir.
Chile, desde el extremo austral de América, mira con esperanza lo que ocurrirá en la COP21 en París. Tenemos una de las costas más largas del mundo. Pronto celebraremos en nuestro país la segunda Conferencia Our Ocean, para buscar que los países asumamos compromisos voluntarios para disminuir la polución de los mares, controlar la pesca ilegal y cuidar la diversidad de los recursos marinos.

En cuanto a la Contribución Nacionalmente Determinada, mi país se compromete a reducir, de aquí al 2030, sus emisiones de CO2 en un 30% en relación al piso del año 2007 y en un hasta un 40% si contamos con apoyo internacional. Además, nos comprometemos a recuperar 100 mil hectáreas de bosques y a reforestar 100 mil hectáreas adicionales.

La Agenda 2030 nos ofrece un horizonte compartido, ahora nos toca actuar. Cada uno en su país, pero también cooperando unos con otros en los diferentes espacios Norte-Sur y Sur-Sur, y abordando los desafíos globales de manera conjunta en los espacios multilaterales.

Quiero concluir estas palabras felicitando a dos gobiernos que han restablecido relaciones diplomáticas. Me refiero a Cuba y Estados Unidos. Es un paso histórico muy importante para nuestra región y para el mundo. Chile alienta los caminos del diálogo y del respeto del Derecho Internacional como la forma en que los países deben resolver sus diferencias.

Pero queremos decir también que nos alegra extraordinariamente los últimos acuerdos entre el Gobierno de Colombia y la FARC, que nos parece también son una muestra de voluntad y cuando hay voluntad, hay posibilidad de llegar a un buen acuerdo. Colombia y su pueblo cuentan con nuestro acompañamiento activo en este proceso, que confiamos los llevará a una paz duradera.

Tenemos motivos para estar orgullosos de nuestros logros comunes, y a la vez para estar preocupados y atentos sobre nuestro futuro. Pero tenemos razones para la esperanza. Estos sentimientos deben guiar nuestra acción y nuestro compromiso para construir un mundo mejor. Con mayor equilibrio entre el desarrollo y la conservación del medio ambiente; con mayor justicia, cohesión e igualdad en nuestras sociedades y entre nuestros pueblos.

Muchas gracias.

Presidencia de la República de Chile

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