Heraldo Muñoz, canciller chileno: «Sabíamos que la posibilidad de ganar la objeción preliminar en La Haya era limitada»

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Por Alberto Labra

Desde Nueva York, el canciller Heraldo Muñoz aborda los elementos de la resolución de la Corte Internacional de Justicia. Además, dice que en las siguientes etapas del juicio Chile utilizará “la gama completa de nuestros instrumentos y argumentos jurídicos, históricos, políticos y comunicacionales”.

¿Cómo evalúa el fallo?

Tiene luces y sombras. Si bien se rechazó el recurso de competencia, lo que quedó como nueva etapa del juicio es muy diferente a lo que pretendía Bolivia, pues se redujo significativamente el objeto mismo de la controversia, que ahora se convirtió en una supuesta “obligación de negociar”. Así, el pronunciamiento de la Corte sobre su competencia no afecta en nada nuestra integridad territorial, que es el valor que todos queríamos cautelar y que se ha visto salvaguardado ya en esta etapa procesal preliminar.

¿Le sorprendió que esa decisión se tomara con 14 votos a favor, y sólo dos en contra, entre ellos incluyendo la jueza ad hoc designada por Chile?

La votación es engañosa, pues está claro que los 14 jueces que integraron la mayoría, y más aún los dos votos disidentes, decidieron recortar el caso de Bolivia, sin tocar el Tratado de 1904, que es y ha sido nuestra prioridad. Ahora, no me corresponde evaluar los procesos de toma de decisiones de la Corte, aunque no es inusual que se configuren esas mayorías. Hay fallos que incluso son unánimes.

En el fallo se establece que la Corte no puede predeterminar un resultado de la negociación entre Chile y Bolivia. Sin embargo, ¿puede establecer otros elementos para esa negociación? Por ejemplo, un plazo determinado, condiciones o la participación de algún representante designado por la Corte para que observe que la negociación se desarrolle “de buena fe”?

No voy a especular sobre una eventual sentencia definitiva. Lo que puedo afirmar es que demostraremos que Chile nunca asumió una obligación jurídica de negociar, incluso en los casos en que nuestros países se sentaron a diálogos diplomáticos. Quiero decirlo de manera categórica: la soberanía de Chile no es negociable.

Con la decisión de objetar la competencia de la Corte, Chile se expuso a dos derrotas, por así decirlo. La de hoy, y, eventualmente, si la Corte fallara al final del proceso en favor de Bolivia. ¿Qué efectos podría tener eso?

No creo que los conceptos de derrota o victoria sean aplicables a fallos de carácter judicial. Esto no es un partido de fútbol. Se trata de textos complejos, abiertos a interpretaciones y con consecuencias que a veces van en sentido contrario de lo que parece a primera vista. Uno podría decir que Bolivia ganó la formalidad del tema de la competencia y perdió en la sustancia del fallo, al rechazar la Corte un pronunciamiento sobre un supuesto derecho de Bolivia de acceso soberano al mar.

¿Por qué usted, la Presidenta Bachelet y varios dirigentes han recalcado tanto que la decisión de impugnar fue apoyada transversalmente? ¿No es una suerte de justificación?

La realidad es que los más diversos y amplios sectores argumentaron a favor de la impugnación de la competencia de la Corte. Cuando hablamos de apoyo transversal, lo hacemos para recalcar que el país actuó de manera unida y que la defensa de nuestros derechos es una política de Estado. Este es un tremendo activo del país.

¿Usted, en particular, era siempre partidario de impugnar?

Llegué a la convicción, después de escuchar todos los argumentos y sopesar los elementos en juego, que era una decisión razonable y adecuada. Todo el equipo compartió la misma convicción. Sabíamos que la posibilidad de ganar la objeción preliminar era limitada en razón de las tendencias de la Corte en tiempos recientes. Pero no podíamos dejar de ejercer un paso procedimental al cual Chile tenía derecho. Y la verdad es que no nos arrepentimos para nada de haber dado ese paso. Hoy el contenido de la demanda boliviana es notablemente más reducido, pues, justamente, la impugnamos preliminarmente.

¿No siente que Chile no cubrió todo los flancos?

La defensa chilena fue integral y, francamente, creo que se desarrollaron bien todos los argumentos posibles. Por supuesto, la etapa de la objeción preliminar nos impedía desplegar todos nuestros argumentos políticos e históricos para no tocar el fondo del caso. Ahora, en esta nueva fase de continuación del juicio, vamos a utilizar la gama completa de nuestros instrumentos y argumentos jurídicos, históricos, políticos y comunicacionales.

¿Pudo haber sido mejor la campaña comunicacional de Chile?

Como dije, Chile desarrolló una estrategia comunicacional que correspondía a la etapa preliminar de impugnar la competencia de la Corte. Por cierto, ahora será distinto, aunque acorde a nuestra identidad, sin estridencias. También es importante precisar bien los contenidos de esa campaña. El relato internacional de Chile es un relato que no se puede reducir a unas pocas consignas efectistas. Lo que se debe proyectar es una imagen integral, de un país que desempeña un papel constructivo y serio en el sistema internacional y especialmente en Latinoamérica.

Bolivia desplegó una fuerte campaña comunicacional y diplomática. ¿Cree que influyó?

No. Otra cosa es que la campaña haya tenido un fuerte impacto interno en Bolivia, y con eco en Chile.

Si cree que esos aspectos no influyen en la decisión de la Corte, ¿por qué Chile también hizo algo similar?

Desarrollamos nuestra campaña informativa en el ámbito diplomático y político, no en el judicial. Ello, porque Bolivia intensificó la internacionalización de su aspiración y, obviamente, estos intentos no podían quedar sin respuesta.

En esta línea, ¿cómo se puede interpretar que la Cancillería chilena emitiera una dura declaración en contra de la Cancillería de Bolivia justo un día antes del fallo? Esto, considerando que se hacía referencia a un comunicado de Bolivia del 4 de septiembre pasado…

Fue una respuesta a una muy dura comunicación que recibimos de Bolivia. Y le puedo asegurar que nuestro tono fue reposado y sobrio.

Desde el 90 a la fecha, Chile siempre ha perdido resoluciones frente a otros países. Así pasó con Argentina y Perú. ¿No será que algo falla en la diplomacia chilena?

Vuelvo a insistir. Es difícil evaluar los fallos de acuerdo a criterios binarios de suma cero. Se trata de decisiones complejas que a veces incluyen transacciones muy relevantes. No ha habido ningún arbitraje en Campos de Hielos, sino un tratado formal entre Chile y Argentina, que ambos países han considerado satisfactorio, aprobado por los respectivos Congresos Nacionales. La sentencia del caso con Perú confirmó los principales puntos jurídicos que defendió Chile, incluyendo la existencia de un límite consistente en un paralelo y confirmando el punto de partida que sostuvimos, aunque con una línea de delimitación que se desvió en forma arbitraria.

¿Por qué no puede haber una conversación o negociación bilateral con Bolivia sobre el tema del mar, como pidió Evo Morales, en paralelo al juicio?

Chile siempre ha estado abierto al diálogo con Bolivia. Incluso hemos reiterado una invitación a Bolivia a reanudar relaciones diplomáticas de inmediato y sin condiciones con el país vecino. Ha sido Bolivia la que concurrió unilateralmente a La Haya y se ha negado, imponiendo condiciones inaceptables e inéditas para un diálogo entre vecinos. ¿Qué país condiciona sus relaciones diplomáticas a una cesión del territorio del otro? Me gustaría discutir con Bolivia un plan ambicioso de integración económica, social, cultural, con miras a proyectarnos juntos y con otros vecinos al mundo y a la cuenca del Pacífico. El desafío de la integración no debería permanecer pendiente.

La Tercera

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