¿Enemigo de EUA? – Editorial del Diario La Hora de Guatemala
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Ayer (miercoles) en entrevista con el periodista de CNN en español, Fernando del Rincón, el expresidente Otto Pérez Molina afirmó que fue víctima de un “golpe blando” orquestado por Washington en su contra y utilizando a la Comisión Internacional Contra la Impunidad como instrumento para derrocarlo del poder. El periodista Del Rincón le preguntó por qué Estados Unidos tendría ese interés en contra del mandatario guatemalteco, pero el general Pérez Molina no dio respuesta a la interrogante que, a nuestro juicio, era clave para encontrarle siquiera algún sentido a su afirmación.
Es más, se ha sabido que Otto Pérez Molina fue apuntalado al principio de la crisis por la misma Embajada de Estados Unidos y aunque algunos políticos guatemaltecos plantearon justamente ante Washington la necesidad de un golpe blando para establecer un gobierno de transición, salieron con las cajas destempladas de la reunión con Thomas Shannon, funcionario al que se le hizo el planteamiento de salir de Pérez Molina para entregarle el poder a alguno de los exfuncionarios del gobierno de Colom que intentaban conformar ese régimen supuestamente transitorio.
El gobierno de Pérez Molina gozó de pleno apoyo de Estados Unidos y salvo la discrepancia por el tema de la prórroga de la CICIG, se puede decir que mantuvo una excelente relación que se mantuvo a lo largo de los días más duros de la crisis política. La expresión del exmandatario intenta plantear una disyuntiva entre si él fue objeto de una legítima persecución penal por los actos de corrupción en que, evidentemente, lo implicó su Vicepresidenta, o si por alguna razón difícil de entender en el tema geopolítico terminó siendo poco grato a Washington.
Entre las preocupaciones de Washington en la nueva visión de su seguridad interna hay que señalar que el tema del narcotráfico constituye una preocupación puntual, pero hasta en eso Pérez Molina entregó a varios capos.
Importante es que reconoció que La Línea existe y que gente como Juan Carlos Monzón eran cabecillas. A partir de allí se tienen que hacer conclusiones porque eran personas cercanas al régimen y a las más altas autoridades quienes tenían el control de la defraudación aduanera, problema que, como también lo dijo Pérez Molina, no fue creado en este gobierno sino venía de antes y es bueno recordarlo porque gobiernos del pasado y ministros de Finanzas anteriores se hacen los papos cuando se habla de negocios que ocurrieron en su gestión administrativa.