Ecosistemas únicos en Nicaragua en riesgo de extinción

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Nicaragua, el pequeño Estado centroamericano que cuenta con el 10 % de la biodiversidad mundial, tiene cinco ecosistemas únicos e irrepetibles en el país, pero que están en alto riesgo de desaparición.

Los cinco ecosistemas de Nicaragua son las coladas de lava de sus volcanes, las lagunas en cráteres, los lagos Cocibolca y Xolotlán, la isla de Ometepe y los bosques de bambú del litoral del Caribe con remanentes en el Pacífico.

Se pueden reconocer por las imágenes de turistas deslizándose sobre una tabla en las faldas del Cerro Negro o junto al cráter del volcán Masaya, las lagunas que emergen de volcanes, las isletas de Granada o los volcanes que nacen del Gran Lago de Nicaragua o Cocibolca.

Salvo Ometepe, por sus dimensiones, el resto de ecosistemas existen en otros países, pero son considerados únicos dentro de Nicaragua, no sólo por sus características especiales, sino también por su desaparición progresiva.

«Hablar de ecosistemas únicos en el contexto nacional está referido a una situación de poca representatividad en la naturaleza, pero también al deterioro. Se les llamó así porque pertenecen a la realidad ambiental de Nicaragua y para confirmar que requieren una atención especial», dice a Efe el ecólogo y exdirector de Áreas Protegidas de Nicaragua Milton Camacho.

En el caso de las coladas de lava, el volcán Masaya es el mejor ejemplo, según Camacho, porque hay una enorme ciudad sobre antiguo material volcánico y la misma continúa creciendo sin apenas control: Managua, con 1,4 millones de habitantes asentados en un lugar en que la geología muestra cómo nace la vida a partir de cero.

Una situación similar es la del volcán Cerro Negro, cuyas activas coladas de lava, en vez de ser protegidas y estudiadas, son vistas como un estorbo, denuncia el experto.

Un estudio de vacíos realizado en 2007 para complementar el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, que cuenta con 71 sitios, tenía como objetivo «salvar» los ecosistemas únicos de Nicaragua, recuerda Camacho, pero apenas se sabe que fue impreso en 2010.

Las once lagunas en cráteres, llamadas «lagos» por el experto, son únicas por haber desarrollado peces en condiciones de aislamiento y corren alto riesgo de que sus aguas terminen estando altamente contaminadas.

Un caso parecido es el de los lagos Cocibolca y Xolotlán, catalogados como ecosistemas únicos por contener especies exóticas, pero sobre todo por el tesoro más preciado del planeta: el agua dulce.

«Desde el punto de vista biológico evolutivo, hay un fuerte componente ecológico, científico y económico, peces como el tiburón toro, el pejesierra, el pez martillo, tienen sus ciclos y adaptaciones evolutivas en el lago (Cocibolca)», explica el experto.

Sin embargo, considera que su gran valor es el agua para consumo humano, que es único como recurso, con énfasis en las personas, para Nicaragua y Centroamérica.

Esto, para Camacho, «es más que el petróleo porque los países petroleros no se pueden beber el petróleo».

Del Cocibolca nace Ometepe, una isla compuesta de dos volcanes con 276 kilómetros cuadrados de extensión, considerada la más grande en agua dulce del mundo.

Es incluso más grande que estados insulares como islas Caimán, Samoa, Aruba o Anguila.

Y finalmente están los bosques naturales de bambú verde, que están desapareciendo porque los nicaragüenses ignoran su valor económico, agrega Camacho.

Nicaragua tiene 68 tipos de ecosistemas, un número alto para un país pequeño, y dentro de ellos están los cinco ecosistemas únicos que quizá no van a dejar de existir, pero que podrían ser transformados hasta el punto de perder todo aquello que los hace irrepetibles.

El Nuevo Diario

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