Colombia: crean por primera vez en el país un medicamento que cura la leishmaniasis

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El mundo lleva 70 años con el mismo medicamento para tratar la leishmaniasis cutánea, una enfermedad infecciosa transmitida por la picadura de un insecto del género Lutzomyia, que deposita un parásito en la piel, destruye las células, provoca una úlcera de hasta 15 centímetros y deja un estigma similar al de la lepra en quien la padece.

Aunque se calcula que cada año un millón y medio de pacientes se infectan en el mundo, no hay interés de las farmacéuticas en producir nuevos tratamientos. Los disponibles son complicados (se requieren hasta 60 inyecciones durante 20 días), agresivos y, en ocasiones, mortales. Todos derivan del antimonio, un elemento altamente tóxico, del que la OMS ha enviado alertas y el cual produce daños en el páncreas e hígado, dolores agudos, arritmias y, a veces, la muerte.

Aquel panorama motivó a los investigadores del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (Pecet) a crear un compuesto capaz de inhibir la reproducción de las células afectadas por el parásito que transmite la leishmaniasis, enfermedad que ubica a Colombia como el segundo país con más casos en América Latina, después de Brasil. El compuesto, llamado Anfoleish, es una pomada que muestra mejoría una semana después de aplicarse, y cicatrización 3 semanas después.

El medicamento, el primero creado en Colombia, se encuentra en fase dos, lo que representa ensayarlo en 40 pacientes y determinar en los próximos cinco meses si el compuesto es seguro y si tiene una respuesta terapéutica. De ser efectivo, Anfoleish entraría a una última etapa de evaluación y podría convertirse en un medicamento colombiano capaz de beneficiar a 98 países afectados por la enfermedad.

La ‘úlcera del guerrillero’

Para Iván Darío Vélez, director del Pecet, adscrito a la Universidad de Antioquia, son “inaceptables” las dificultades para acceder al tratamiento que en la actualidad prestan los servicios de salud. En Colombia, solo si el paciente tiene un diagnóstico parasitológico (el cual requiere pruebas especializadas con médicos y bacteriólogos), las autoridades de salud otorgan de manera gratuita el tratamiento con antimonio.

El problema es que en las zonas rurales, donde es común la leishmaniasis, no es frecuente tener las herramientas y conocimientos para adelantar un diagnóstico adecuado.

Peor aún, debido a la presencia de grupos armados en zonas selváticas, en Colombia la leishmaniasis se asocia con la subversión y con los cultivadores de coca. En algunos lugares, la llaman incluso la ‘úlcera del guerrillero’, y ello obstaculiza aún más encontrar una cura.

El hecho de que la leishmaniasis sea una de las enfermedades más olvidadas y la premisa de que Medellín demuestra que sí es posible hacer ciencia de calidad a un precio bajo conmovieron a Eric Stobbaets, director para América Latina de DNDi, una organización creada por Médicos sin Fronteras para financiar terapias innovadoras y urgentes contra las enfermedades desatendidas. Por eso, el año pasado DNDi, Ruta-N y el Pecet firmaron un convenio por 647.000 dólares para fortalecer la investigación final sobre Anfoleish. Ahora, el objetivo es aún más ambicioso.

Según Vélez y Stobbaets, hay planes claros de crear en Medellín medicamentos que combatan la enfermedad de Chagas y la malaria, de desarrollar suero antiofídico y de convertir a la ciudad en el epicentro del desarrollo de productos innovadores contra enfermedades tropicales.

El Tiempo

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