Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia : «Evo no necesita el tema del mar para tener este nivel de apoyo»

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Por Alejandro Tapia

Mientras Evo Morales aporta con carisma y credibilidad ante los movimientos sociales en Bolivia, Alvaro García Linera, el Vicepresidente, es quien ha desarrollado la ideología del proyecto indigenista boliviano. El “número dos” del gobierno ha sido una pieza vital en la creación del Estado Plurinacional de Bolivia.

García Linera estuvo ayer en Santiago, por unas cuantas horas. Vino a presentar su libro “Comunidad, socialismo y Estado plurinacional”, de la editorial elDesconcierto.cl. Por la mañana se reunió con la prensa, luego concedió una entrevista a La Tercera y por la tarde dictó una charla en la Facultad de Derecho de la U. de Chile.

El Vicepresidente luce un resfrío, amplificado por la contaminación santiaguina y dice que más que reunirse con alguna autoridad o intelectual, lo único que le gustaría es pasar un buen rato en las librerías de la capital. Pero no tendrá tiempo. A García Linera, que en los 90 formó el Ejército Guerrillero Tupac Katari, lo que le valió cinco años de cárcel, le gusta entregar cifras, como el matemático que es. “Bolivia ha crecido a un promedio de 5%, subimos el salario mínimo de US$ 40 a US$ 210 y un 20% ha pasado de ser pobre a la clase media. En 2005 la economía chilena era 14 veces más grande que la boliviana y en 2013 ocho veces más grande. En 2020 la diferencia será de uno a cuatro”, plantea.

Usted ha dicho que Bolivia “no es Nepal, que no está en los Himalaya” y que vivimos cruzando la cordillera, es decir, muy cerca. ¿Qué cosas admira de los avances que ha tenido Chile?

En un principio, después del regreso a la democracia, la fortaleza de la sociedad civil chilena para cerrar el ciclo de la dictadura, que fue tan terrible. La fortaleza de la sociedad civil cohesionando criterios compartidos, para llevar exitosamente la transición a la democracia, sin intentonas de retroceso o de melancolía golpista. Posteriormente, ciertos hitos económicos. Mientras el resto de América Latina en los 90 andaba con muchos problemas, incluido Bolivia, Chile ya había mostrado un modelo de desarrollo económico sostenible. Entonces se preguntaba qué hacía Chile para lograr eso. En el último tiempo, en los últimos siete años, (he puesto atención) al movimiento estudiantil.

¿Por qué?

Porque se trata de un sector clave en la constitución de la modernidad y de la planificación del desarrollo económico de este siglo. Todos los países están convergiendo hacia un tipo de economía del conocimiento. Aquí Chile está planteando los límites, los problemas y las potencialidades de un camino a largo plazo en el tema educativo. Estamos muy atentos sobre lo que se debate.

¿Han estado atentos en el gobierno boliviano a las reformas de Michelle Bachelet, como la tributaria o de educación?

Sí, sí. Pero nosotros tenemos que aprender del movimiento estudiantil, no de la reforma tributaria, ni esas cosas, porque Bolivia ha encontrado su propio camino de desarrollo económico, distinto al chileno. Nuestra propia vía de desarrollo económico, que por los datos que he expuesto, parece ser más exitosa. La distancia es muy grande entre Chile y Bolivia, pero tiende a acortarse.

En cuanto a la integración regional, Chile y Bolivia están quedando fuera del tren biocéanico que pretende llevar a cabo China con Brasil y Perú ¿Cómo observan aquello?

Respetamos la decisión que están tomando los gobiernos, pero vemos que van a tener que afrontar muchísimos problemas, que a la larga quizás no hagan factible el proyecto ¡Deben atravesar toda la Amazonía! Y eso tiene un conjunto de efectos ambientales muy complicados.

¿Sería más factible que el tren pasara por Bolivia y también por Chile?

La virtud de la ruta intermedia, que pasa por Bolivia, es que ya existe. Pero la ruta del norte, tendrá muchos problemas.

Pasando a otro tema. Usted ha dicho que el debate sobre el cambio de la Constitución para permitir una nueva reelección de Evo Morales en 2019 “está comenzando” ¿Qué quiere decir con eso?

En términos estrictos y democráticos nosotros hablamos de una repostulación. Se trata de abrir la posibilidad de que el Presidente Evo vuelva a postular, vuelva a someter su cargo a la decisión democrática de las personas, que serán las que decidan si continúa o no continúa el Presidente. Entonces hablamos de una repostulación. Pero ese debate no lo ha iniciado el gobierno, sino que al interior de los movimientos sociales y nosotros lo respetamos. La decisión final, tanto de que se vaya a modificar alguna ley o se reelija al Presidente recae en el pueblo boliviano.

En un discurso en una escuela en La Paz en mayo, usted planteó cinco requisitos para que su país obtenga una salida soberana al mar, entre éstos, una suerte de liderazgo eterno de Evo.

La palabra que utilicé fue el acompañamiento de Evo, que siempre Evo nos acompañe.

¿Podría explicar esa tesis?

Lo que pasa es que Bolivia, por su composición histórica y social, ha sido una sociedad muy fragmentada. Evo, de una manera extraordinaria, construyó un liderazgo que logró cohesión, un espíritu colectivo. Y de esa cohesión ha despertado las capacidades contenidas de una sociedad muy maltratada en los últimos 100 años. Hemos pasado del pesimismo histórico, tan propio de los bolivianos, a un optimismo nuevo. La figura de Evo es el elemento central y decisivo de esta cohesión. Entonces independientemente de lo que vaya a suceder en los siguientes cinco o 10 años, la figura de Evo es central para mantener la cohesión social que nos está garantizando tasas de crecimiento, lucha contra la pobreza, optimismo ante la vida, sueños.

¿Qué opinión le merece que en Chile se piense que el gobierno boliviano utiliza la demanda marítima ante La Haya con fines políticos?

El Presidente no necesita el tema del mar para tener este nivel de apoyo. No hay Presidente en el continente que tenga ese apoyo. Tras nueve años gobernando ese respaldo se mantiene en el 75%, según encuestas realizadas por la oposición. El Presidente no necesita activar ningún mecanismo nacionalista para mantener esa popularidad.

¿El gobierno boliviano está consciente que la demanda ante La Haya redujo el escaso pero creciente respaldo de una parte de la sociedad chilena a una negociación con Bolivia? En Santiago, a Evo le gritaron “Mar para Bolivia”, algo impensado hace años.

Lo que pasa es que la demanda boliviana encuentra simpatía hoy en el sector progresista y activista de la sociedad chilena. Y por eso cuando no era tema de debate público, era ese sector el que se manifestaba y se hacía visible. Pero cuando el tema pasa a la agenda pública, se hace visible lo que antes no estaba ahí.

En los alegatos en La Haya, Bolivia evitó responder la pregunta del juez japonés Hisashi Owada sobre lo que entendía por acceso soberano ¿Qué entiende Bolivia por acceso soberano? ¿Esa pregunta complicó a la parte boliviana?

No, más bien fue una señal importante, porque demostró que los jueces están interesados sobre el siguiente paso. Lo vemos como una señal positiva.

¿Y Bolivia qué entiende por acceso soberano?

Hemos hablado de acceso soberano como lo han dicho las autoridades chilenas en los últimos 60 años. Cada autoridad, con distintas ideas, sobre la zona, el lugar, el ancho, una franja, etc.

¿Pero qué le gustaría tener a Bolivia? ¿Un enclave por ejemplo?

Queremos un acceso soberano al Océano Pacífico. Queremos sentarnos, de buena fe, a pensar cómo sería esa salida soberana. No queremos imponer.

¿Usted ha insistido en el diálogo y la integración? ¿Cómo reciben en La Paz las reacciones de La Moneda y la cancillería chilena respecto de este tema?

Como un intento de tapar el sol con el dedo. No ganan nada con esas reacciones.

¿Por qué?

Porque aparecen más agresivos. Y cuando uno se enoja, pierde.

¿Ustedes separan lo que es la cancillería chilena de lo que podría ser un asunto de estilo del canciller Heraldo Muñoz?

No sabría diferenciar.

Hace algunos días Chile criticó el apoyo de Perú y Paraguay a la causa marítima boliviana.

¿Pero qué gana Chile enojándose con Perú o Paraguay? Nada.

¿Esa sintonía que se veía genuina entre Evo y Bachelet durante el primer mandato de la Presidenta en el marco de la Agenda de los 13 puntos por qué se esfumó? ¿Por qué ya no hay esa sintonía?

Porque no se concretizó. Y por suerte, nosotros continuamos en el gobierno. Si hubieran venido otros en Bolivia, habría comenzado todo desde el principio.

¿El gobierno boliviano se desilusionó del accionar de Bachelet?

Comprendimos que no iba a llegar a nada real, no iba a llegar a nada práctico (con esa Agenda de los 13 puntos). Entonces recurrimos a un mecanismo que forma parte de las reglas del siglo XXI, como La Haya. Ya que el diálogo no se dio de manera sincera ni de buena fe, acudimos a La Haya. Podríamos haber tenido el mismo diálogo, pero sin ellos (La Haya). Vimos una dilación cuando tratamos el tema. Nosotros lo planteamos de buena fe.

¿Esto se acaba con lo que dictamine La Haya o podría seguir tras el fallo si no se resuelve como espera Bolivia?

Nosotros vamos a acatar lo que diga La Haya. Por supuesto que vamos a acatar. Pero está claro que es un tema histórico que siempre va a estar presente.

En cuanto a la visita del Papa ¿Le gustaría que el Pontífice hiciera en Bolivia algún tipo de planteamiento como el que hizo esta semana cuando pidió que Chile y Bolivia resolvieran sus problemas de manera pacífica?

La visita es pastoral. No esperamos nada de eso.

La Tercera

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