Mercosur: ¿De vuelta al bilateralismo? – Por Fernando Masi
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
En primer lugar, la fijación del arancel externo común (AEC) para cada uno de los ítems o productos de todo el universo comercial, decidido en 1995, no encontró nunca su concreción. La permanencia de las listas de excepción en cada país frenó la vigencia del AEC para la mayor parte de los rubros importados por el Mercosur.
En segundo lugar, el plan de eliminación del doble cobro arancelario en el territorio aduanero común, acordado en 2010 tras arduas negociaciones, no pudo entrar en vigencia ni siquiera en su primera etapa. Lo impidieron los problemas económicos de la Argentina, los mismos que también frenaron el dinamismo del libre comercio entre los países socios del Mercosur.
El Mercosur no ha pasado de ser una zona de libre comercio con limitaciones, como lo demuestran las numerosas trabas no arancelarias y la ausencia de una política comercial común. Algunas decisiones muestran cierto carácter comunitario del bloque, entre las que se destacan el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur (Focem) y la Decisión N° 32/00 del Consejo del Mercado Común de no negociar acuerdos de libre comercio en forma bilateral con otros países o bloques regionales, sino en forma conjunta.
Esta decisión ha sido puesta en entredicho en los últimos años. Las negociaciones con la Unión Europea (UE) iniciaron el proceso de desencanto del Brasil con la Decisión CMC 32/00 al producirse el atraso de la Argentina y hasta la posibilidad de que este país se retire de estas negociaciones. A ello se sumaba el hecho de que la recién ingresada Venezuela (2012) no estuviese en condiciones de ser parte del bloque en las tratativas con la UE.
Más recientemente el gobierno de Brasil dio a entender que la Decisión CMC 32/00 tendría que ser revisada para dejar a los países en libertad de negociar bilateralmente acuerdos de libre comercio. También habló de la eventual necesidad de dos velocidades en las negociaciones con la UE.
Para completar el cuadro, el gobierno de Bolivia declaró que, si es aceptado como miembro pleno del Mercosur (falta la aprobación de algunos parlamentos), no acompañaría al bloque en las negociaciones con la UE. ¿La razón? El gobierno de Bolivia considera que un acuerdo con la UE no se inscribe en una “integración solidaria”, sino que constituye una integración más para la competencia y el mercado.
Las críticas a la ausencia de acuerdos con países o bloques de peso significativo en el comercio internacional han ido subiendo de tono dentro del propio Mercosur, especialmente desde el sector empresarial brasileño, que piensa que atarse a la Argentina para mantener unido al bloque ha privado al Brasil de formar parte de las principales cadenas globales de valor (CGV).
Actualmente el gobierno de Brasil está tomando en consideración esas críticas dentro del nuevo Plan Nacional de Exportación que tiene como objetivo principal un “comercio más libre” del Brasil. Eso significa no solo acelerar la negociación y lograr un acuerdo de libre comercio con la UE (¿como Brasil o como Mercosur?), sino también entrar en negociaciones para la facilitación del comercio con los Estados Unidos y preparar un acuerdo de libre comercio con México.
Sin embargo, el intercambio de ofertas con la UE se encuentra estancado, mayormente por las próximas elecciones en Argentina. El gobierno brasileño tenía la intención de que este intercambio se produzca ya en julio pero ha comunicado oficialmente que, hasta el momento, las negociaciones con la UE siguen siendo en bloque y no a dos velocidades.
Así, el Brasil deberá sopesar todos los pro y los contra de trabajar su agenda externa con o sin el Mercosur. En un momento de recesión económica, una moneda nacional depreciada favorece el impulso exportador brasileño y, por tanto, la reactivación de sectores industriales con miras a un mayor protagonismo en las cadenas globales de valor. Esta reactivación, a su vez, contribuye a superar el estancamiento económico actual del vecino país para que vuelva a crecer.
La agenda externa del Mercosur se encuentra complicada. Por un lado, un comercio más libre con la Argentina no será posible inmediatamente después de las elecciones porque, cualquiera sea el gobierno que asuma, deberá iniciar reformas cuyos resultados en la apertura económica tomarán cierto tiempo.
Venezuela se encuentra con severos problemas internos que prácticamente no le dejan espacio para su agenda externa, especialmente con el Mercosur. Además, la UE tiene reparos políticos a un acuerdo de libre comercio con ese país por la calidad de su democracia. Ahora Bolivia agrega un problema más, su negativa de firmar un acuerdo con la UE, o con cualquier país o bloque, que no se encuadre en el concepto de integración de su actual gobierno.
¿Los países del Mercosur dejarán, finalmente, de negociar en bloque, levantando la Decisión CMC 32/00? ¿Cuáles serían las consecuencias de esa determinación para los países de la región? ¿Y cuáles las consecuencias para nuestro país?
En nuestro medio se ha debatido bastante sobre la conveniencia o no de celebrar acuerdos de libre comercio en forma bilateral y, por lo tanto, sin la imposición de hacerlo en bloque. Las opiniones a favor de esta decisión se han fundamentado en la creencia de que el Paraguay podría, rápidamente, lograr un número importante de acuerdos con países desarrollados y emergentes. Sin embargo, nadie ha explicado si realmente existen oportunidades para un país pequeño y mediterráneo. Tampoco se han analizado las ventajas y desventajas de estos acuerdos bilaterales, ni las consecuencias.
Es lógico pensar que países desarrollados y emergentes tendrían mayor interés en celebrar acuerdos de libre comercio con países de peso del Mercosur, como Brasil y Argentina, pero más difícil imaginar qué ventajas podrían obtener de acuerdos con países más pequeños y de menor desarrollo relativo. También sería interesante preguntarse si países como Paraguay están debidamente preparados y ofrecen ventajas para estos acuerdos bilaterales.
Por un lado, es poco probable que el Paraguay se encuentre en condiciones de cumplir las normas en los campos de inversiones, propiedad intelectual, compras gubernamentales y cuidado del medioambiente que estos acuerdos exigen. Por otro lado, sin el paraguas del Mercosur, al no considerarse las asimetrías, el Paraguay será sometido a un régimen de reciprocidad y no de trato diferenciado. Finalmente, si nuestros vecinos realizan estos acuerdos bilaterales, y el Paraguay no logra hacerlo, nuestro país puede perder mercados ya ganados en la región y oportunidades de inversión extranjera.
En definitiva, se impone una consideración cuidadosa de las consecuencias para el Paraguay de la eventual supresión de la Decisión CMC 32/00.
Si el gobierno de Brasil considera que ya debe marchar solo en las negociaciones con la UE y otros bloques y países, las ventajas para ese país pueden ser considerables, aunque con el costo no menos importante de la disminución de su liderazgo político y económico en América del Sur.
Fernando Masi es presidente del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CADEP) Máster en Política y Economía Internacional, SAIS-The Johns Hopkins University, Estados Unidos.