Alberto Mayol, sociólogo y analista político chileno: “La oportunidad histórica de hacer reformas estructurales se acabó. Triunfó el orden”
Por Macarena García Lorca
El analista político criticó en duros términos el retorno de la antigua Concertación a la primera línea del poder, representada por Jorge Burgos en Interior y Rodrigo Valdés en Hacienda. Asegura que el cambio de gabinete dejó como grandes triunfadores a la DC y al ala más conservadora del bloque oficialista, mientras que el bacheletismo fue expulsado de La Moneda, marcando el fin del proyecto reformador de la Presidenta.
¿Quiénes son los perdedores en este ajuste ministerial?
La gran perdedora es Michelle Bachelet, que dibuja en el primer gabinete un esfuerzo de construcción del bacheletismo y logra situar a tres nombres de cuatro en el gabinete político. De ese modo, la Nueva Mayoría era una emanación del liderazgo de Bachelet, que requería un cuadro administrativo sólido. Ya en principio, Javiera Blanco fue expulsada del núcleo de poder y enviada al gabinete sectorial. Hoy la escena bacheletista está en fase hemorrágica: sus tres hombres más cercanos no solo salen de los ministerios importantes, sino que salen del Gobierno en su totalidad. Y Javiera Blanco sale del Ministerio del Trabajo, desestabilizando el proceso de reforma laboral.
En general, ¿cómo analizas el impacto del cambio de gabinete en el mapa político?
En definitiva, la oportunidad histórica de construir la Nueva Mayoría, de hacer reformas estructurales, de girar fuertemente respecto a la Concertación, se ha acabado en este cambio de gabinete. Ha ganado el ala conservadora y la tesis de Gutenberg Martínez, respecto a la Nueva Mayoría como un contrato de arriendo, se ha hecho realidad. La Democracia Cristiana ha triunfado, ni siquiera ha sufrido una merma (Alberto Undurraga, seguro saliente, sigue en el cargo), mientras el bacheletismo se desangra y se ve obligado a traicionar incluso a sus más fieles adeptos. Peñailillo se va humillado y ofendido, mientras que quienes sabotearon las reformas se van premiados. Toda una lección de cómo no hacer bien la gestión política. Es una opera cómica escrita por Maquiavelo.
¿El nombramiento de Burgos en Interior significa el retorno del partido del orden y de la vieja guardia a la primera línea?
El nombramiento de Burgos es un triunfo conservador. Formalmente, para la televisión, el Gobierno entrega más cargos al PC y al PPD, justamente los más derrotados en el proceso. Pero la verdad es que la Democracia Cristiana es la más fortalecida y una agenda de orden, y no de igualdad, es la que se impone.
¿Qué opinas de la salida de Alberto Arenas de Hacienda y el cambio por un perfil más tecnócrata como el de Rodrigo Valdés?
La salida de Arenas debe ser leída en la tríada Peñailillo-Arenas-Elizalde. Los tres apostaron a conducir las transformaciones con un discurso moderado, que fracasó. No creyeron en la necesidad de enfrentar a la Concertación. Peñailillo y Elizalde no enfrentaron a Lagos cuando criticó al Gobierno; Arenas cambió su reforma tributaria, de la que no cambiaría una coma, según dijo, por la influencia de los Fontaine y la Asociación de Bancos, dejándola irreconocible. Luego intentó mostrar su presunto triunfo con una copa de champán en la mano, con portada en La Segunda. Al parecer, alguien no les explicó cómo se cambia la historia. Y la respuesta es simple: cambiándola, no conservándola. Su estrategia timorata les pasó la cuenta. Un reformista timorato siempre dará paso a conservadores osados. Pero, claro, esta nueva era no puede llegar muy lejos: la igualdad sigue tocando la puerta y no se ha hecho nada.
La llegada de Valdés es un bálsamo para las únicas expectativas que parecen interesar en nuestra elite: las de la bolsa de comercio. La orientación semikeynesiana que intentó instalar Arenas se acaba y se retorna al orden económico. Si Burgos era la vuelta del orden político, Valdés es el retorno del orden económico. Los dos modelos, político y económico, están garantizados desde el punto de vista de La Moneda. El único problema es esa cosa complicada de los últimos años llamada “‘realidad”.
Con este cambio de gabinete, ¿fracasó la renovación generacional y el impulso reformista de la Nueva Mayoría?
El Gobierno de Bachelet eligió abortar la Nueva Mayoría. Como todavía no existe ley de aborto, bien podría ser ilegal. Pero no hay quién denuncie. Hoy la inercia triunfante es simple: la conservación.
¿Cómo ves el ascenso de los hombres de Correa en el Gobierno, Insunza en la Segpres y Díaz en la Segegob?
Los progresistas vienen del mundo de Correa (y aunque no sufren irregularidades, tienen mucho que perder en una avanzada de las fuerzas críticas); los conservadores son como siempre, afines al partido que convoca votos de izquierda para actuar desde la derecha, como es la Democracia Cristiana. El escenario está bastante claro. Las palabras claves de este escenario son ‘orden’, ‘conservación’, ‘patria’, en fin, lo de siempre: Portales, Pinochet, Guzmán y Concertación parecen no cansarse del mismo baile. Y no hay nadie con la decisión de salir a terminar realmente con este agotado y putrefacto ciclo histórico, que mientras muere en tribunales, se empeñan en sostener en La Moneda.