Chile: Agustín Edwards expulsado, una sanción histórica – Por Luis Cuello (Especial para Nodal)

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

«Como una primera medida precautoria, durante el día 12 de septiembre de 1973, se ha autorizado solamente la emisión de los siguientes diarios: «El Mercurio» y «La Tercera»… las empresas no indicadas por este Bando, deben considerarse de hecho clausuradas». La cita es del Bando Nº 15 de la Junta Militar encabezada por Augusto Pinochet e ilustra la estrecha relación creada entre el diario El Mercurio y la naciente dictadura. El documento fue uno de los antecedentes que tuvo a la vista el Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas de Chile para expulsar a Agustín Edwards, dueño de El Mercurio, por la comisión de graves faltas éticas asociadas a la colaboración con el régimen que controló el poder hasta marzo de 1990.

El pasado 20 de abril, el organismo comunicó el fallo de primera instancia, después de un proceso en el que se revisó el papel de Edwards en la conspiración para derrocar al presidente Salvador Allende; las acciones del diario que atentaron contra la libertad de expresión y un montaje periodístico en contra de dos jóvenes que fueron detenidos y torturados por los aparatos de seguridad del régimen. La denuncia, que presentamos en noviembre de 2014, fue firmada por la presidenta de los periodistas, Javiera Olivares, junto a dirigentes del mismo gremio y organizaciones de derechos humanos.

Durante el gobierno de la Unidad Popular, iniciado en 1970, Edwards buscó y recibió apoyo económico de los Estados Unidos que permitió a El Mercurio liderar una campaña de desestabilización que culminó en el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, hechos acreditados por documentos desclasificados de la CIA. Instalados los militares en el poder, el diario apoyó con decisión la política sistemática de represión en contra de los partidarios de Allende, con el conocido resultado de ejecuciones, tortura y desapariciones forzadas. No solo eso, El Mercurio se benefició del referido Bando Nº 15, posicionándose en un escenario en el que la inmensa mayoría de la prensa fue clausurada y despojada de sus bienes por la fuerza. Desde luego, el diario publicó las listas de los periodistas buscados por el régimen bajo amenaza de muerte, despreciando el mandato ético que obliga a amparar a los comunicadores perseguidos injustamente.

Otro de los hechos en que se fundó la demanda contra Edwards fue el montaje del Parque O’Higgins, relatado en el documental “El Diario de Agustín”, de Ignacio Agüero. El 9 de abril de 1987, El Mercurio acusó en su portada a dos jóvenes como instigadores de los enfrentamientos ocurridos en un acto masivo en Santiago, con ocasión de la visita del Papa Juan Pablo II. En el mismo momento que el periódico circulaba con esa noticia, los acusados sufrían las torturas en un centro de la policía política de Pinochet. Pronto quedó al descubierto la falsedad de las acusaciones y la coordinación entre Edwards y los organismos de seguridad de la dictadura.

“En este caso, la CNI (policía política), El Mercurio y los tribunales, todos están impunes”, declaró Iván Barra, una de las víctimas del montaje del Parque O’Higgins, ante el Tribunal de Ética de los periodistas. Las palabras de Barra reflejan una sensación general de impunidad, que explica el impacto de la expulsión de Agustín Edwards. Aun cuando la expulsión tiene un carácter esencialmente simbólico, viene a transformarse en un acto de justicia, en un castigo moral para el principal símbolo del poder mediático erigido al amparo de la dictadura cívico-militar.

*Luis Cuello Abogado patrocinante de la denuncia contra Agustín Edwards.

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