João Pedro Stedile, líder del Movimiento Sin Tierra (Brasil): “Debemos disputar políticamente en la calle con la derecha”
Por Carlos Aznarez
En el marco del VI Congreso de la Confederación Latinoamericana de Organizaciones Campesinas (CLOC), la figura de Joao Pedro Stedile es referencial por toda la larga trayectoria de lucha de ese movimiento de mujeres, hombres y niños y niñas del campesinado sin tierra.
Con Joao Pedro pudimos hablar no sólo del Movimiento Sin Tierra (MST) sino de los desafíos que enfrenta el Brasil actual, donde la derecha avanza y el progresismo cede terreno en algunos aspectos fundamentales como son el de no conceder la reforma agraria y, al contrario, nombrar en el ministerio de Economía y de Agricultura a personajes ligados a la política de agronegocios y la invasión de transgénicos en el país.
¿Cuál es su visión de la CLOC y su andadura en las luchas del continente y del mundo, ahora que se realiza este IV Congreso?
Este Congreso de la CLOC, aunque mantenemos una cronología de encontrarnos cada cinco años, se realiza en un momento muy complejo de la coyuntura latinoamericana y de la lucha campesina en general. En la lucha política estamos viviendo tiempos donde el imperio gringo retoma la iniciativa para controlar los recursos naturales, los recursos energéticos como el petróleo, las hidroeléctricas, el gas, y las commodities de nuestra América Latina. Para cumplir ese objetivo que es económico y geopolítico ellos retomaron la ofensiva ideológica utilizando su principal partido político que son los medios de “comunicación” de la burguesía y están acorralando a los gobiernos de Venezuela, Brasil y Argentina.
A nivel de las luchas campesinas estamos cada vez más frente a una verdadera lucha de clases que va a definir cuál es el modelo para la producción de agricultura de nuestro continente. Si es el agronegocio, que es el modelo del capital o es el modelo de producción de alimentos sanos de la Vía Campesina, que es el modelo de los trabajadores.
¿Cuál es el momento que vive actualmente el MST con Dilma Rousseff: de romance o de separación inquietante?
Esos criterios afectivos nunca han sido utilizados por el Movimiento en su lucha política. Nosotros siempre defendimos como principio que los movimientos populares tienen que ser autónomos del Estado, del gobierno, de la iglesia, incluso de los partidos, lo que para muchos militantes de la izquierda es una herejía. Eso es lo que nos da la salud política necesaria para criticar a los gobiernos cuando erran y apoyar cuando aciertan. Pero el criterio fundamental que tenemos en cuenta, es qué políticas los gobiernos toman frente a las necesidades y las demandas del pueblo.
Así estamos ahora con Dilma. Nosotros participamos como ciudadanos y como militantes en la campaña para su reelección porque era una disputa con la derecha. Pero cuando ganó y llegó al gobiernos y ella empezó a tomar medidas que embestían contra los intereses de los trabajadores, que retomó algunos puntos de ajuste liberal, nosotros fuimos los primeros en salir en público a criticar al gobierno y decírselo a Dilma incluso, de una manera muy transparente, cuando la invitamos para venir a un asentamiento del MST en el sur. Ahí frente a ella hicimos las críticas a esa política económica que impulsó un Ministro de Hacienda que es neoliberal.
Nosotros no tenemos ningún compromiso con esos ajustes y queremos cambios. Eso también fue lo que defendimos frente a los otros movimientos populares, que frente a la ofensiva de la derecha en las calles nosotros no debíamos acobardarnos sino todo lo contrario. Las calles y las plazas deben ser el espacio privilegiado de las masas para hacer política porque ahí podemos decir nuestras ideas, disputar en la sociedad lo que son políticas para todo el pueblo.
Gobiernos progresistas al acecho de la derecha buscan el voto de la izquierda y los sectores populares. Luego que lo consiguen viran a posiciones de abierta contradicción con su discurso original. ¿A qué cree que se debe: falta voluntad política o hay un problema ideológico?
Un poquito de todo. Hay una conjugación de varios actores que se revelan en este periodo histórico. Primero, fue importante elegir esos gobiernos progresistas frente a las propuestas de la derecha neoliberal. Pero lo que paso es que en casi toda Latinoamérica, con excepción de Venezuela y Bolivia, ganaron esos gobiernos pero sin el reaseguro del movimiento de masas, el pueblo sólo votó pero no se movilizó como una fuerza política. Tercer factor, la izquierda no tenía un programa popular, de cambios populares, el único programa de la izquierda era antiliberal pero no uno propositivo como tuvimos después de la Segunda Guerra Mundial con el avance de las propuestas revolucionarias de las que resultó elegido un Salvador Allende o la Revolución Nicaragüense. Ahora la izquierda no logró tener un programa que pudiera aglutinar a las masas y defenderlo como un programa de gobierno.
Entonces, a cada pugna que aparece dentro del gobierno, éste se convierte en rehén de una correlación de fuerzas que es real y adversa, y además, a cada ofensiva de la derecha, van cediendo y cediendo. Nuestro rol como movimientos populares y como izquierda, es seguir haciendo un trabajo de base, movilizar a la gente, para hacer la disputa política en la calle, y en ese plano lograr una unidad programática que sirva para que en el próximo período se pueda tener un programa común de cambios que deriven en gobiernos populares y no más en gobiernos de conciliación de clase, como ocurre con el gobierno de Brasil.
¿Ven a Evo Morales cómo un modelo a seguir?
A nosotros no nos gusta hablar de modelo. Cada país tiene su historia, su proceso, su correlación de fuerzas, sus clases sociales con diferencias de poder. Evo avanzó bastante pero está lejos de un proceso que sea un hecho que altere todas las estructuras productivas de Bolivia. Porque Bolivia tiene muchos problemas estructurales, es una economía que todavía no se industrializó y tiene muchas dificultades para atender las necesidades del pueblo. Lo que sí tuvo Evo. es más coraje que sus vecinos, de siempre defender ideas que van más a la izquierda y reivindicar el protagonismo del pueblo. Eso fue incluso lo que salvó al gobierno de Evo, porque en los momentos de crisis. como hubo en cierto tiempo con el precio de la gasolina tuvo la sabiduría de recurrir al pueblo y el pueblo se manifestó claramente contra el aumento de precios y él dio marcha atrás con esa iniciativa. Ese tipo de hacer política es el que permite a un gobierno avanzar y mantenerse fiel al pueblo, aunque el mismo pueblo sabe cuándo puede avanzar y cuándo la correlación de fuerzas no es suficiente para hacerlo.
Resuma las principales demandas del MST en la actualidad.
El MST vive en una coyuntura muy difícil de la lucha por cambios en el agro. Nacimos como un movimiento típicamente campesino que sólo luchaba por tierra, pero a la vez fuimos incorporando la pelea por la reforma agraria y por una sociedad socialista. Eso está vigente, pero lo que pasa es que en la lucha de clases de cada día siempre aparecen nuevos elementos y nuevas contradicciones. Por ejemplo, cuando nosotros empezamos la lucha no había tanta presencia de las transnacionales y del agronegocio como un modelo del capital, nuestra lucha principal era contra el latifundio. Ahora nos dimos cuenta que la lucha es contra un modelo de producción del capital que es hegemonizado por una alianza que va desde los grandes propietarios de tierras, los medios de comunicación, el capital financiero y las empresas transnacionales. Entonces, los retos para avanzar en nuestro proyecto de organizar la producción agrícola se han ampliado y eso nos exige poner más energía en la creación de cuadros, en la educación de nuestra gente, en comunicarse con la sociedad y sobre todo en generar procesos de alianza con la clase trabajadora que vive en la ciudad. Porque los campesinos solos no tiene fuerza para derrotar al agronegocio y a las transnacionales. Sólo todo el pueblo puede hacerlo y para ello necesitamos construir una alianza con la clase trabajadora que vive en las ciudades.
El MST planteó durante años la reivindicación del socialismo y contra el capitalismo. ¿Esas dos premisas ideológicas son factibles de concretar en la América Latina actual?
El socialismo es una palabra que resume la idea central de una sociedad igualitaria y justa. Por lo tanto, representa la superación del capitalismo que es un modelo que sólo beneficia a una minoría que organizan toda la vida de la gente para obtener ganancias.
La lucha para realizar el socialismo es una lucha cotidiana y no depende de la voluntad de cada uno, porque si no, como nos advirtió Marx, caemos en el idealismo que es una especie de religión. Bastaba con creer que llegarías al socialismo y ese hecho se produciría. No, no es así. Si no, la religión católica hubiera libertado el mundo muchas veces en estos dos mil años.
No se trata de un ideal. La conquista y la construcción de la superación del capitalismo depende de la correlación de fuerzas, de la capacidad organizativa de la clase trabajadora y sobre todo de su conciencia de clase, que puede llevar más o menos tiempo. Justamente, nuestro rol como mediadores de las clases trabajadoras es hacer esa tarea cotidiana, de ayudar a elevar el nivel de conciencia de las masas, ayudar a que se organicen como clase y posibilitar a que produzcan y promuevan luchas masivas. Sólo esta lucha colectiva permite enfrentar a los opresores, a la burguesía, y avanzar rumbo a la superación del capitalismo.