Perú: Censura histórica – Por Fernando Tuesta Soldevilla

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Ha tenido que pasar casi medio siglo para que un nuevo gabinete sea censurado por el Congreso de la República. El presente, presidido por Ana Jara, uno de los pocos cuadros que contaba el oficialismo ha tenido que ser sacrificada en una censura que si bien fue presentada por el escándalo ocasionado por el trabajo ilegal del servicio de inteligencia, era una apelación contra el gobierno del presidente Humala.

La censura al gabinete, figura propia de los sistemas parlamentarios que casi ningún país de América Latina lo tiene, provoca una serie de efectos políticos e institucionales que, a su vez, producirá otros que hacen de este período uno envuelto en uno, por ahora, crisis de gobierno.

El presidente Humala tiene hasta el jueves 2 de abril para nombrar un nuevo gabinete. Este podrá ser compuesto, incluso, por todos los ministros del actual salvo la censurada premier Ana Jara.

El nuevo gabinete, en un plazo no mayor de 30 días, debe presentarse ante el Congresoy solicitar un voto de confianza (investidura) al Congreso. Si el Congreso no entrega el voto de confianza, el presidente Ollanta Humala puede, constitucionalmente, disolver el parlamento y convocar a elecciones parlamentarias, para completar el periodo de mandato.

Este primer paso, el nombramiento del nuevo gabinete es pues clave. Hay dos escenarios posibles. Si el gobierno quiere un gabinete que perdure y culmine el mandato, 28 de julio del 2016, debe ser encabezado por un tecnócrata –hay varios buenos el actual gabinete- o tentar por un personaje de prestigio, de fuera del gobierno y partido oficial. En ambos casos, no deben de tener pretensiones electorales, pues la ley exige que los miembros del ejecutivo renuncien seis meses antes.

Un segundo escenario sería que el gobierno nombre a un primer ministro confrontacional y fuerce a que el parlamento no le otorgue un voto de confianza, con lo que el presidente podría disolver el parlamento.

En este escenario extremo, casi todos pierden, pues la convocatoria a elecciones para el 2016 debe realizarse entre noviembre y diciembre de este año. Sin embargo, es obvio que les conviene a los partidos que tienen bancadas pequeñas, como el Apra, que puede crecer con elecciones adelantadas. Tiene mucho que ganar, pues ahora tan solo tienen cuatro parlamentarios. En cambio el oficialista Gana Perú, se reduciría ostensiblemente.

Pero para el fujimorista Fuerza Popular, que encabezó la censurar al gabinete, su ganancia sería marginal. Hoy tiene 36 de 130 parlamentarios. Podría conseguir algo más, pero solo a costa de tener una altísima votación, lo que no es nada seguro.

Los partidos intermedios (PP, SN, PPC, AP y otros), son los que correrían mayores riesgos, pues tendrían que acelerar sus alianzas para el 2016, que por ahora solo son amagos y cálculos.

Finalmente, a los que les convendría la disolución del parlamento también podría ser a los partidos inscritos, que no tienen representación en el Congreso, como Perú Más, Orden o Frente Amplio.

Sin embargo, a los que no les conviene para nada, es a la mayoría de los congresistas pues, dado el voto preferencial, corren el riesgo de no ser elegidos o no ser considerados en las listas, como el caso de parlamentarios que se han salido de sus partidos de origen.

En todo caso, el gobierno que debe de designar su sétimo gabinete, el más numeroso de la historia en un solo período gubernamental, está sumamente debilitado. Es más, con la votación de ayer, es altamente probable que pierda también la mesa directiva del Congreso. Buscar crear una mayoría a un gobierno con una mayoritaria desaprobación es difícil, por no decir imposible.

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