Las consecuencias de los desastres – Diario ContraPunto, El Salvador
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Simplemente inaudito. Una semana entera desde que los ciudadanos salvadoreños depositaron sus votos, con toda confianza, para elegir a sus representantes o para repudiarlos o para mostrarles su indiferencia -como parte fundamental de la democracia que se debe asentar en este país-, la decepción cunde. Ha sido frustrante, una semana ha transcurrido y no se sabe nada de los resultados.
¡Inverosímil! La mente abigarrada y llena de miserias de los políticos nuestros y la eterna pasividad permisiva de los gobernantes. Como si alguien hubiera mandatado: ¡Complicidad del mundo, Uníos!
Se supone que los resultados preliminares son los que dan confianza, certeza y tranquilidad. Si eso fuera así, sería hora que la ciudadanía hubiera estallado y se hubiera tomado las calles para protestar por la forma tan desastrosa con la que en El Salvador se está haciendo política.
Pero no, los políticos piensan al revés del resto de la población. Ellos sólo piensan en hacerse trampas y triquiñuelas, llenas de miserias, entre unos y otros. Al final lo justifican todo, pactan lo nunca soñado, y se acabó.
Unos piden la cabeza del Tribunal Supremo Electoral (TSE), otros la defienden, pero nunca van a la esencia del problema: el sistema ha fallado y hay que cambiarlo… Ya no con parchecitos ni curitas. Se necesita un cambio verdaderamente radical en el sistema electoral. Si no hacemos ese cambio, estamos fritos.
Se sabe que el TSE no contrató a una de las dos empresas que tenían más capacidad y recursos para hacer un buen trabajo, simplemente por problemas ideológicos. Unos porque creían que una empresa iba a favorecer a la izquierda y los otros porque creían que la otra iba a conspirar contra la izquierda para favorecer a la derecha. ¡Así no se puede!
El sistema electoral debe tener una tendencia hacia la perfección y no al reproceso. En los países en los que las elecciones son cuestionadas es cuestionada la democracia. El Salvador, por lo vivido en su historia no puede darse ese lujo y debe corregir con urgencia el camino.