Marco Enríquez-Ominami, ex candidato a presidente (Chile): “Durante el Gobierno de Bachelet se aprobaron reformas importantes”

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Por Mercedes López San Miguel

Marco Enríquez-Ominami, 41 años, es actualmente el político chileno con mejor evaluación ciudadana, según el ranking elaborado por el influyente Centro de Estudios Públicos. Ex diputado díscolo de la Concertación y dos veces candidato presidencial independiente, Enríquez-Ominami se proyecta para el 2017 imaginando un eventual acercamiento con la coalición Nueva Mayoría, que lidera Michelle Bachelet. “Estamos preparados para ir solos, pero juntos somos más fuertes”, afirma a Página/12 a su paso por Buenos Aires, donde tenía previsto reunirse con Daniel Scioli y Sergio Massa.

M.E.-O., como se lo conoce en Chile, valora las cuatro reformas aprobadas en un año de gobierno de la líder socialista: educativa, tributaria, electoral y voto en el exterior. Al mismo tiempo, cree que la clase política debe discutir el tema de la ética, a raíz del “Nueragate”, un caso de tráfico de influencias que involucra al hijo de la mandataria. Entre conferencias académicas y el trabajo en su ONG, Fundación Progresa, el cineasta de profesión dirige un documental sobre los rapanui o pueblos originarios de la Isla de Pascua. “Estoy a favor de la autonomía de los pueblos originarios. La isla está a cinco mil kilómetros de las costas de Chile, en la Polinesia Francesa, tiene identidad y política propias, la gobierna un consejo de ancianos”. Además, planea hacer un largometraje con la historia de su padre biológico, el mítico guerrillero Miguel Enríquez.

–¿Con qué dirigente de la región se identifica más?

–Con Mujica. Para nosotros sería inviable seguir el camino de Chávez, Lugo, Kirchner y Correa, que construyeron su proyecto político desde el poder, porque en Chile no hay reelección. Lo nuestro va a ser una mezcla de convicción y política de alianza. Llevamos cinco años de ruptura, compitiendo en elecciones. La pregunta que surge es en qué condiciones y a qué costo haremos esa alianza.

–Se refiere a una alianza con la Nueva Mayoría

–Sí, pero también hay un mundo de izquierda que no está en la Nueva Mayoría, los ecologistas e humanistas; un conjunto de movimientos importantes. Nuestro sueño es que tengamos una gran primaria de centroizquierda, como el Frente Amplio en Uruguay. En 2009 los dirigentes de la Concertación se opusieron y perdimos todos (ganó la derecha). Estamos preparados para ir solos, pero juntos somos más fuertes.

–Bachelet avanzó con la reforma de la educación y aprobó el cambio del sistema binominal, dos de sus planteos. ¿Cómo lo evalúa?

–Lo que está haciendo es muy importante y muy valiente. Me siento parte e incluso transformador de Bachelet, aunque no haya votado por ella. En un año se aprobaron cuatro reformas que se demoraron 25 años: la tributaria, que a mi juicio es insuficiente pero es un paso; la educativa, que es importante en lo ideológico, ya que prohíbe la selección de alumnos por parte de los colegios; el cambio del sistema electoral binominal, que deja atrás una matemática perversa. A partir de ahora, Chile se va a parecer a Brasil, con un multipartidismo más real y con la búsqueda de votos en cada proyecto de ley, ya que no habrá dos bloques. Va a ser más difícil gobernar, pero para las fuerzas progresistas será más fácil participar en las elecciones. La cuarta reforma es el derecho al voto en el exterior. En Argentina hay 420 mil chilenos habilitados para votar –la mitad de los chilenos en el exterior–. A mí me importan las reglas, no el dinero: Bachelet cambió las reglas de asignación de recursos, de recaudación, de selección de alumnos. En la reforma educativa falta un 80 por ciento por aprobar, pero arrancó en lo ideológico. Antes la izquierda decía que el problema de la desigualdad era el presupuesto y eso no es cierto. Se puede aumentar el presupuesto y mantener la desigualdad. La derecha nunca estuvo de acuerdo en cambiar las reglas neoliberales.

–Está pendiente reformar la Constitución heredada de Pinochet.

–Sí, Bachelet debió haber partido por ahí. Es una estrategia distinta, pedagógica, para que los chilenos vayan cada día valorando el debate constitucional. Creo que hay condiciones de sobra con los jóvenes para instalar una asamblea constituyente, pero ella no lo comparte.

–¿Qué le pareció la manera de reaccionar de la mandataria al caso de tráfico de influencias en el que está involucrado su hijo? Sebastián Dávalos debió dejar la Dirección Sociocultural de la presidencia y él y su esposa, Natalia Compagnon, renunciaron al Partido Socialista.

–Tengo una diferencia con la discusión que se está dando en Chile sobre este tema. Lo legal es asunto de la Justicia y mi tarea es decir que se investigue y condene, pero la otra discusión es sobre la ética. El gran patrimonio de la izquierda es la ética, la reivindicación de no ser pragmáticos.

–La corrupción puede ser de derecha como de izquierda.

–Pero la forma en que se responde no es sólo legal, sino ética. Creo que Bachelet es honesta, conozco a su familia y tengo la impresión de que es honesta también. Mi abuela es íntima de su mamá, viven en edificios vecinos, puerta con puerta. Mi abuelo era militar de la fuerza aérea y era amigo de Bachelet padre. El tema de fondo es qué opina ella de ese tipo de negocios. En el país más desigual de la región junto con México, el caso del hijo de Bachelet encarna la desigualdad.

–El presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, propone un sistema de control social a la clase política por ejemplo, eliminándoles los fueros. ¿Está de acuerdo?

–Lo propuse cuando era diputado, estoy de acuerdo. Recientemente se descubrió que la derecha había creado un grupo económico para financiarse, el caso Penta, eso es un escándalo. De nuevo, lo legal es gravísimo, pero discutamos la ética, si los políticos vendieron la conciencia.

Página 12

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