Argentina: en el tramo final de su mandato, la presidenta realiza cambios en su gabinete

496

Los cambios implicaron la salida de funciones de Jorge Capitanich y Jorge Manzur. Ambos vuelven a sus provincias para reforzar la campaña electoral en el Chaco y Tucumán. La presidenta les dedicó un emotivo agradecimiento.

La jura de los tres nuevos miembros del Gabinete –aunque uno de ellos, Aníbal Fernández, en realidad cambiaba de función y adquiría más responsabilidad– se convirtió ayer en una muestra de desagravio y reconocimiento hacia los dos funcionarios salientes: el chaqueño Jorge Capitanich y el tucumano Juan Manzur. La decisión de poner el acento en los que se iban surgió de la propia presidenta. Tras la inesperada presentación de la locutora oficial, Cristina advirtió que iba «a romper la costumbre» y que pronunciaría unas palabras. «Es más fácil ser ministro de un gobierno cuando recién empieza», subrayó, y enseguida destacó «el trabajo, el esfuerzo, la lealtad, el compromiso y las convicciones» de Capitanich y Manzur. Ambos habían asumido en contextos difíciles del kirchnerismo, tras las derrotas electorales en la provincia de Buenos Aires de 2013 y de 2009. «Dejaron una posición cómoda para venir a compartir sinsabores», reconoció la mandataria y el Salón Blanco se sumó al gesto con un largo aplauso.

La jura de Fernández, del flamante secretario general de la Presidencia, Eduardo «Wado» De Pedro, y el nuevo ministro de Salud, Daniel Gollan, volvió a mostrar un lleno absoluto del recinto del primer piso que dejó de ser utilizado para los actos cotidianos. El Salón Blanco, sobre el ala izquierda de la Casa de Gobierno, quedó chico para la cantidad de gente que anoche se acercó a felicitar a los ministros ingresantes. La mayoría de los presentes eran jóvenes: dirigentes y militantes de La Cámpora, vecinos de la ciudad bonaerense de Mercedes, familiares y amigos de De Pedro, ocuparon buena parte del auditorio y los pasillos adyacentes. La irrupción juvenil se confirmó con los cantitos que sonaron («Atención, atención, Wado te saludan, los soldados de Perón») y los volantes que se arrojaron sobre las butacas: llevaban una frase de Néstor Kirchner («No pasarán a la historia aquellos que especulen sino los que más se la jueguen») y estaban justamente dedicados a De Pedro.
También hubo muchas felicitaciones para Fernández. El quilmeño regresó a la Jefatura de Gabinete en un enroque que, sin dudas, significa una clara aprobación a su gestión diaria y a su contacto permanente con los periodistas en momentos en que el gobierno enfrenta una durísima ofensiva de los medios opositores y de sectores del Poder Judicial. Anoche, tras la jura, el jefe de Gabinete elogió la decisión del juez Daniel Rafecas de desestimar la denuncia por encubrimiento que había presentado Alberto Nisman y que retomó Gerardo Pollicita. «Es una aberración», aseguró Fernández para destacar las inconsistencias jurídicas de la denuncia de Nisman. Luego, y ante una pregunta puntual de Tiempo, desacreditó con términos muy duros la acusación de sectores opositores, que ayer habían especulado sobre una presunta negociación entre la Casa Rosada y el propio Rafecas. «Es una estupidez, eso ni pierdo tiempo en contestarlo», replicó en diálogo con Tiempo. Fernández incluso recordó que en su pedido de imputación, Pollicita había tomado distancia de algunas medidas probatorias solicitadas por Nisman. «Él (por Pollicita) hace pedazos la denuncia del fiscal Nisman», remarcó.

En la jura de los tres ministros del Gabinete sobrevoló cierto entusiasmo –comprobable en los rostros y en el ánimo de los funcionarios– vinculado a la próxima Asamblea Legislativa, en la que la presidenta abrirá el 133° período de sesiones ordinarias. «Será una asamblea correcta, muy bien organizada, diseñada y que va a dar respuestas a lo que pretende la presidenta para hablarle a todos los argentinos», vaticinó Fernández cuando le consultaron por la concentración multitudinaria que el kirchnerismo tiene preparada para el domingo, en la Plaza de los Dos Congresos. La misma confianza transmitían los invitados que llenaban el Salón Blanco, con siete Madres de Plaza de Mayo ubicadas en el sitio de honor, en primera fila: eran Hebe de Bonafini, Evel de Petrini, Mercedes de Meroño, Josefa de Fiori, Visitación de Loyola, Claudia de San Martín y Rosa de Camarotti, todas integrantes de la Asociación. Tras jurar como secretario general de la Presidencia, De Pedro se acercó para abrazarlas y compartir con ellas el momento.

La designación de Wado fue muy festejada por sus compañeros. La decisión de Cristina determinó que llegara a la primera línea del Gabinete un miembro de la mesa de conducción de La Cámpora. De Pedro renunció a su banca, y también dejará su responsabilidad en el Consejo de la Magistratura como representante del bloque mayoritario del Parlamento. Los rumores que circulaban anoche en el Salón Blanco deslizaban que el sucesor de De Pedro en el órgano que analiza la conducta de los jueces será probablemente otro miembro de La Cámpora, o de otro espacio del FPV, pero que tenga una relación personal de confianza con la jefa de Estado, que sea legislador y, también, abogado. «Mi compromiso es trabajar con convicción, voluntad y lealtad por todos los argentinos. Es un orgullo y un gran compromiso la confianza que depositó en mí la presidenta», adelantó anoche De Pedro en diálogo con este diario.

El nombramiento de Wado al frente de la Secretaría General, que se ocupa de todas las cuestiones operativas ligadas al funcionamiento de Balcarce 50 –la logística, la agenda y el protocolo de la mandataria–, pero que también tiene a su cargo la Unidad Bicentenario de la que depende Tecnópolis, despertó mucho entusiasmo entre los militantes de La Cámpora. Decenas de jóvenes de Mercedes, entre ellos el ex candidato a intendente y primo de De Pedro, Juan Ustarroz, jefe del bloque de concejales del kirchnerismo en el distrito, desplegaron banderas y se turnaron para sacarse fotos con el flamante secretario de la Presidencia. También estaban los afectos más cercanos de De Pedro, como su mujer Elena, sus tías –que lo criaron como un hijo (ver aparte)- y el diputado bonaerense Alberto «Cucho» España (FPV, 1° sección electoral), tío político del joven camporista. Anoche, cuando había terminado el acto, los allegados de Wado posaban como un equipo de fútbol mientras festejaban cantando la marcha peronista.

Un sanitarista con historia militante

«Todos los indicadores en salud han mejorado. El desafío es seguir.” Con estas palabras, el flamante ministro de Salud, Daniel Gollan dejó en claro qué perfil piensa otorgarle a la gestión que inició ayer en el gobierno nacional. Sobreviviente de la dictadura militar –fue detenido el 27 julio de 1976 cuando era un estudiante de medicina y sufrió torturas–, el sanitarista formado en la Universidad Nacional de Rosario y firme defensor de la producción pública de medicamentos, tiene una larga trayectoria en la salud pública y llega a esta etapa tras haberse desempeñado desde junio de 2014 como secretario de Salud Comunitaria de la cartera sanitaria nacional.

Como responsable de esa dependencia, Gollán tuvo a su cargo –además de las áreas de Maternidad e Infancia, Medicina Comunitaria y Prestaciones Médicas– el Plan Nacer, que en los últimos diez años incluyó a más de 9,5 millones de personas en todo el país. Esta iniciativa, además, brindó más de 11 millones de prestaciones de prevención, cuidado y promoción de la salud para niños, embarazadas, adolescentes hasta 19 años y mujeres hasta 64 años, en establecimientos sanitarios públicos de todo el país.

Gollan proviene del municipio de Merlo y completó su formación médica en Alemania, donde vivió largos años tras haber sido detenido durante la dictadura. Tuvo a su cargo la Dirección Nacional de Análisis Técnico y Control del Narcotráfico, de la Sedronar y fue subinterventor de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), entre 2008 y 2010. Como sanitarista, Gollan adscribe a la línea histórica que simbolizan Ramón Carrillo, primer ministro de Salud de la Argentina, bajo el primer gobierno de Juan Domingo Perón; de Floreal Ferrara, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires durante la gobernación de Antonio Cafiero y de Mario Testa, considerado un maestro de la salud pública en el ámbito nacional e internacional.

Remplazo

Manuel Fresco, un histórico dirigente de La Matanza, será quien remplace a «Wado» de Pedro en Diputados en caso de que el flamante funcionario renuncie y no pida licencia a su banca.

Discreción y previsibilidad

Eduardo «Wado» de Pedro se convirtió ayer en el primer dirigente de la mesa de conducción de La Cámpora que llega a la primera línea del Gabinete. Hasta ahora, los dos referentes de la juventud kirchnerista con mayores responsabilidades ejecutivas eran Julián Álvarez, viceministro de Justicia –compañero de De Pedro en el Consejo de la Magistratura–, y el titular de Aerolíneas, Mariano Recalde.

De Pedro es hijo de desaparecidos. Su madre, Lucila Révora, y su padre, Enrique de Pedro, militantes de Montoneros, fueron víctimas del terrorismo de Estado. Con dos años de vida, Wado fue secuestrado por el grupo de tareas de la dictadura que se llevó detenida a su madre. Los parientes de la madre, de una familia tradicional de la ciudad bonaerense de Mercedes, lograron recuperar al niño, que creció allí con sus primos y sus tías.

De 38 años, graduado como abogado en la UBA y con una maestría en Administración y Políticas Públicas de la Universidad de San Andrés, Wado comenzó a comprometerse en política a través de la organización HIJOS. Como miembro de esa agrupación participó de las protestas del 20 de diciembre de 2001, y mientras llevaba en su bolso volantes del sindicato de judiciales UEJN en el que por entonces trabajaba, lo detuvieron agentes de la Policía Federal, lo golpearon hasta dejarlo inconsciente y lo torturaron con una picana portátil dentro de un patrullero. Sus compañeros del gremio, más una oportuna denuncia a los gritos en la calle, evitaron que los policías concretaran sus amenazas de que iban a matarlo.

De Pedro tuvo un paso por la función pública dentro del kirchnerismo en 2009, luego de que la presidenta lo designara como vicepresidente de la reestatizada Aerolíneas. En 2011 ingresó al Parlamento como diputado electo del FPV por la provincia de Buenos Aires. En 2014, por decisión de la jefa de Estado, ingresó al Consejo de la Magistratura en representación del bloque mayoritario del Parlamento.

Es hincha de San Lorenzo –al igual que su compañero de bancada y de la agrupación, Andrés Larroque– aunque no suele ir muy seguido a la cancha: el ritual de todos los fines de semana es descansar en Mercedes, su lugar en el mundo. Su primo, Juan Ustarroz, de quien se considera casi un hermano, fue candidato a intendente de esa ciudad: Wado lo apoyó, Ustarroz hizo una buena elección pero no llegó a destronar al actual jefe comunal, Carlos Selva, hoy ligado a Sergio Massa.

En los casi cuatro años que lleva como legislador, De Pedro sólo faltó a dos votaciones. Impulsó nueve proyectos de ley, entre ellos la propuesta para que el Estado pagara una indemnización a los damnificados por la explosión de la fábrica de armas de Río Tercero. También es autor de la iniciativa de «armas cero». Wado tiene dificultades para hablar, sobre todo cuando se pone nervioso, aunque su tartamudez ha disminuido bastante en los últimos años. Quienes lo han tratado lo reconocen como un dirigente serio, que sabe manejarse con discreción y previsibilidad: según el relato de sus propios colegas del gobierno, la jefa de Estado le tiene mucha confianza.

Tiempo Argentino

Más notas sobre el tema