El Gobierno colombiano y las Farc reinician el diálogo con la expectativa de un acuerdo antes de fin de año

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Hoy comienza un nuevo ciclo de conversaciones de paz con las Farc donde se analizará el punto que trata sobre el Fin del Conflicto, Víctimas y Justicia Transicional.

El presidente Santos dijo que inicia una de las etapas más difíciles de las negociaciones con esa guerrilla. Este 2 de febrero y hasta el 12 del mismo mes, en La Habana, se da inicio a la primera ronda de este año de las negociaciones de paz entre el gobierno y las Farc.

Según Santos hay particular interés porque se activará el mecanismo de funcionamiento de la subcomisión técnica de militares expertos para pactar el Fin del Conflicto y se terminaría de ajustar el acuerdo que tiene que ver con las víctimas.

“Faltan dos puntos, los puntos tal vez más difíciles. El punto de las víctimas, sus derechos y lo que se llama la justicia transicional. Y el quinto punto que se denomina el DDR: desmovilización, desarme y reintegración. Es decir el fin del conflicto propiamente dicho”, explicó el jefe de Estado.

En este ciclo, se discutirá, según Santos, si las Farc pagarían cárcel. “La guerrilla nos dice: seríamos la única guerrilla que entrega sus armas para irse para una cárcel y eso no lo vamos a aceptar”.

Y agregó “Nosotros les decimos: entendemos esa posición pero ustedes han cometido unos crímenes que están contemplados en la jurisprudencia nacional e internacional y el país no puede simplemente como se hacía en el pasado hacer borrón y cuenta nueva. Aquí nos olvidamos de todo lo que sucedió, porque dónde quedan los derechos de las víctimas, los derechos a la verdad, los derechos a la reparación, los derechos a la justicia”.

Pese a las dos posiciones antagónicas en este punto, Santos dijo que lo que se quiere precisamente es llegar a un consenso.

“Entonces, ¿Cómo conciliar esas dos posiciones? Ese es el gran reto que tenemos por delante en la mesa de negociación. Yo espero que siendo creativos y con la voluntad política de parte y parte vamos a encontrar ese punto de equilibrio, ese justo medio”, reiteró.

Durante este ciclo que arranca en Cuba y las próximas rondas de negociaciones se tratarán temas cruciales y dispendiosos como el cese al fuego definitivo, desarme y entrega de armas.

“Por eso hace muchos meses un grupo muy importante de oficiales de muy alto rango han venido estudiando qué alternativas podría haber, cómo logramos negociar una desmovilización, un desarme y una reintegración en condiciones apropiadas a nuestro país”, puntualizó el presidente.

Caracol

Comienza el año decisivo para acuerdo final entre Gobierno y Farc

Con la primera ronda formal de conversaciones entre el Gobierno y las Farc del 2015, que comienza hoy, arranca un año decisivo para la paz. Y la pregunta del país es si antes de concluir diciembre se firmará o no el acuerdo final.

Eso dependerá, fundamentalmente, del rumbo que tomen las negociaciones para resolver los dos puntos que más le interesan a la guerrilla, y los otros dos que más le interesan al Gobierno. Y lo único cierto es que la negociación en esta etapa será compleja y difícil.

Las Farc buscan cero cárcel y una asamblea constituyente, sobre la base de que una guerra termina con pactos políticos y no jurídicos. El Gobierno, un cese bilateral y definitivo del fuego y la dejación de armas de la guerrilla.

En estos temas se resume lo que falta, más allá de los pasos que deben darse para avanzar hacia ellos, como construir el modelo de reparación integral a las víctimas y definir la manera progresiva como se haría el desescalamiento del conflicto en términos humanitarios (lo que afecta a los civiles) y, más tarde, en el ámbito militar.

A moderar el optimismo

Y aunque parece simple, no lo es. En eso es insistente el jefe de los negociadores oficiales, Humberto de la Calle. “Hay que moderar el optimismo. El gran nudo está en la justicia transicional. Hay todavía distancias considerables entre el Gobierno y las Farc”, dice.

En esto coincide el jefe de las Farc, ‘Timochenko’. El jueves señaló en un comunicado que está bien fortalecer el ánimo del país para apoyar el proceso de paz, pero que “lo discutible es si para hacerlo conviene agitar tanta expectativa incierta”.

El tema de la justicia, como señala De la Calle, figura como el principal escollo. No solo porque, según las encuestas, gran parte del país se opone a que se exima de la cárcel a los jefes de las Farc, sino porque, además, hay barreras jurídicas.

Tanto la Corte Penal Internacional (CPI) como la Corte Constitucional –cuando avaló el Marco Jurídico para la Paz– dijeron que la suspensión de las penas no puede ser total.

Esto se enfrenta, como dice una persona cercana a la negociación, a que “dentro de las Farc hay dos posiciones, con matices sutiles. Una radical, en la que no aceptan siquiera una condena por ser rebeldes y no delincuentes comunes. Y otra moderada, en la que admiten que en medio del conflicto han cometido acciones graves, pero no aceptan una privación de la libertad”.

Si en nombre del derecho supremo a la paz logran vencerse los obstáculos jurídicos –algo que puede pasar–, queda el muro más difícil de superar: la desconfianza que generan las Farc en gran parte de la opinión pública.

Si para empezar se le quisiera poner un número a este segmento, serían los siete millones de colombianos que votaron en la elección presidencial por el candidato Óscar Iván Zuluaga, que enarboló como lema de campaña ‘paz sin impunidad’.

No es solo un asunto de convencer a la gente de los beneficios de la paz. Que llegue el momento en que esa parte del país acepte que los jefes de las Farc no tengan castigo penal, dependerá de que esta guerrilla demuestre su capacidad de enmienda con hechos. Su disposición a hacer la parte que le corresponde para lograr la reconciliación nacional.

Esto empieza por lo que está dispuesta a hacer para reparar a las víctimas, algo que según dijo el viernes el jefe de la delegación de las Farc, ‘Iván Márquez’, están listos para discutir. Un buen antecedente es el gran gesto de arrepentimiento de esa guerrilla frente a víctimas de Bojayá (Chocó).

Y luego sigue la reducción del peso de la guerra sobre el país. Es decir, el desescalamiento progresivo, y sin retorno, de las acciones militares que dañan a los civiles, pero también a la economía. En la práctica, este es el camino del cese bilateral y definitivo del fuego y de hostilidades, la primera de las dos prioridades del Gobierno.

Todo esto hace difícil lo que sigue este año. Las prioridades de las Farc y del Gobierno Nacional están entrecruzadas, y si no marchan las unas no marchan las otras.

Lo menos difícil

Menos compleja puede ser la discusión sobre el mecanismo de refrendación de los acuerdos, si se tiene en cuenta que tanto el Gobierno como las Farc coinciden en que deben ser apoyados por el país.

Sin embargo, seguramente tomará tiempo encontrar la fórmula que satisfaga a las dos partes, pues hasta ahora solo la guerrilla ha hablado de una asamblea constituyente.

Y para que ocurra lo segundo que el Gobierno busca, la dejación de armas de las Farc, esta guerrilla tiene que superar el temor que seguramente le da imaginarse desarmada después de 50 años en guerra.

Todo indica, entonces, que la rapidez con que se resuelvan estos condicionantes determinará la respuesta a la pregunta que el país se hace en estos momentos: si se firmará o no la paz en el 2015.

El Tiempo

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