El liderazgo de Maduro: un llamado a la profundización económica – Por Luis Wainer

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El presidente Maduro arribó a Caracas el pasado 17 de enero luego de una intensa agenda de trabajo que comprendió una gira alrededor de siete países, que tuvo como objetivo establecer una serie de acuerdos comerciales y –fundamentalmente- la concreción de determinados mecanismos para defender el precio del petróleo en baja.

Esa gira se dio en un clima local cargado de intentos de desestabilización vía violencia y desabastecimiento, junto al correlato de una incisiva prensa opositora instalando augurios de distinto calibre, ligados fundamentalmente a un supuesto autoritarismo del madurismo, basado en las diferencias con el chavismo, legado del cual el gobierno de Maduro se estaría distanciando, es decir, traicionando a sus propios seguidores. Desde allí la oposición establece una nueva estrategia comunicacional recurriendo a los símbolos del chavismo como un intento de desacreditar a Nicolás Maduro.

Como sucede en muchos de los países de nuestra región este clima interno se desarrolló luego de que la figura de Maduro como continuador natural del legado del Comandante Chávez y garante de la paz, se empieza a afianzar.

De esa matriz desestabilizadora se han expresado amenazas de paros no concretados, el rebrote de la guarimba (recordemos el asesinato del parlamentario del PSUV Robert Serra, en octubre del año pasado) y, sobre todo, han cargado sus tintas sobre el problema del desabastecimiento sin siquiera dar cuenta de los intereses nacionales y extranjeros, como operadores de dicha situación, probado en un sinfín de imágenes que han dado cuenta de los mecanismos de acción: desinversión del producto nacional, acaparamiento, contrabando y desinformación.

Luego de la gira, Maduro fue taxativo en relación a las acciones desplegadas en su ausencia, calificadas como guerra económica: “El pueblo venezolano se encargó en 2014 de derrotar todas las vías inconstitucionales (…) Fue el año en que enfrentamos nuevamente el guion de desestabilización y violencia, parecía que no se iba a repetir más nunca en Venezuela, tras vivir ese año difícil 2013, donde Venezuela se enfrentó a las dificultades de la partida física de Chávez; una vez que pudimos sortear las incertidumbres, sortear vía electoral las diferencias de criterios, una vez que convoqué a amplios procesos de diálogos con todos los sectores, nadie podía en su sano juicio si de democracia se trata esperar que la respuesta fuera la violencia y la conspiración, pero así fue”.

Días pasados, en el mensaje anual (Memoria y Cuenta correspondiente al año 2014), el presidente Maduro además de comunicar importantes medidas de carácter social como suba de salarios y un nuevo régimen cambiario, informó que desde los próximos días se dará inicio a una supervisión a todas las cadenas de comercialización y distribución del país; una ofensiva que tiene por objetivo revisar cada una de las distribuidoras y mayoristas. Dijo Maduro al respecto que “el que quiera trabajar bienvenido, pero el que quiera sabotear que le caiga todo el peso de la ley”.

El liderazgo de Maduro se fortalece luego de la gira presidencial de enero. En principio, podemos suponer que el cambio del tablero de la geopolítica internacional también ha exigido a Venezuela revisar algunas cuestiones que además de ser económicas también son de índole cultural.

El país caribeño, al “empezar a apretar con el peso de la ley” las amenazas del contrabando de la renta del petróleo (en desabastecimiento y acaparamiento de productos de primera necesidad) se encuentra frente a un tiempo histórico que reclama revisar la estructura rentista de Venezuela que, amén de los intensos y profundos cambios que la revolución ha procurado en el campo social y político desde la eclosión del puntofijismo, sigue presentando una materia pendiente sobre la cual -producto de ataques de toda índole, incluido un golpe de Estado y tantas cuestiones por resolver desde 1999- aún no ha podido avanzar: la diversificación productiva de la revolución al tono del proyecto chavista de la primera hora.

Finalmente este jueves el gobierno nacional y un conjunto de empresas del sector de productos de primera necesidad firmaron una carta de compromiso, en la que establecen un acuerdo para garantizar al pueblo el acceso a los principales bienes de consumo con el objeto de frenar de forma inmediata la especulación. Dicho acuerdo se trata en definitiva de una alianza estratégica para normalizar y controlar el abastecimiento del mercado.

Por eso podemos pensar que, atacar los vicios internos puestos de manifiesto por la especulación de una burguesía parasitaria, supone atacar la estructura económica del país, en un tiempo donde los cambios en los ingresos petroleros abren el camino para considerar un nuevo momento económico de la revolución bolivariana. De allí se desprende una de las frases sustanciales de Maduro, a propósito de los dólares que el Estado destina a los sectores productores y distribuidores pero que –por ejemplo- no se traduce en las góndolas: “La economía hay que tratarla con prudencia, porque los dólares de la República los produce la República”.

No se trata solo de combatir esa Venezuela que Maduro ha caracterizado como la de la economía criminal del acaparamiento de productos y del contrabando de estos al exterior; sino de poner las cosas en el lugar hacia donde la revolución irremediablemente ha estado dispuesta a ir: el Estado debe redefinir su relación con los ingresos petroleros y los modos que los conduce a los efectos de seguir profundizando la Venezuela del Estado de las misiones sociales profundas, al mismo tiempo que dar un vuelco en la matriz económica.

El balcón de Miraflores espera por Maduro. Por eso decimos que Maduro irremediablemente consolidará su liderazgo, en la medida que encamine este nuevo rumbo para la revolución, en materia económica. La guerra económica que deberá cortarse al tiempo que se vayan eliminando los núcleos aún anquilosados de la tradicional Venezuela rentista.

Como sucede en distintos puntos de nuestra movilizada región, las opciones de desestabilización son bien diversas, pero sin embargo conservan, esquematizándolas rápidamente, enunciados similares: guerras económicas y desabastecimiento, operaciones jurídicas laberínticas, agendas mediáticas supliendo la falta de liderazgos opositores, agendas de seguridad local a los efectos de presionar sobre programas integrales, lucha contra el terrorismo internacional sembrando potenciales peligros locales, pelea contra el narcotráfico como conducto para los programas tan pregonados por el Pentágono, entre otras tantas. Ello con la acción de un Estados Unidos muy activo sobre su nuevo vínculo con América Latina donde va flexibilizando y apretando según un nuevo mapa con nuevas exigencias, y mirando de reojo la consagración integracionista de otros bloques comerciales, políticos y culturales en un nuevo sistema de múltiples polos.

Considerando un año con escenarios electorales en distintos países de la región, nuevamente se establecen un conjunto de opciones de profundización posneoliberal o salidas de distintos bastiones desde donde las expresiones neoliberales resisten; o el retroceso y clausura tamizada de cada una de estas opciones. Por ello no es posible desatender un conjunto de variables que son producto de una nueva geopolítica mundial, que en su reformulación adopta medidas que para estos tiempos tienen menos margen para los ensayos y más decisión en los modos de producir acciones desestabilizadoras concretas contando con un conjunto de actores locales decididos a concluir estos ciclos hoy abiertos.

 

* Sociólogo / investigador del C. C. de la Cooperación / Clacso

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