Cumbre China CELAC. Hacia una relación Sur–Sur efectiva – Por Javier Colomo Ugarte

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Durante los días 8 y 9 de enero del 2015 tuvo lugar en Beijing, la primera reunión ministerial del Foro China- Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). China y los 33 países que componen la CELAC aprobaron un plan quinquenal de cooperación y los reglamentos de este nuevo organismo bilateral.

Ese plan fue discutido por el presidente chino Xi Jinping y los líderes de turno del Cuarteto de la CELAC durante su encuentro en junio en Brasil del 2014 con el título de 1+3+6, que representa un programa, tres motores (comercio, inversión y cooperación) y seis áreas fundamentales de colaboración.

El programa que marcará las relaciones de cooperación entre China y los Estados de América Latina y el Caribe de 2015 a 2019 comprende comercio, inversión y cooperación en: 1. infraestructuras; 2. energía; 3. recursos; 4. industria; 5. agricultura, y 6. ciencia e intercambios culturales entre pueblos. Los reglamentos acordados establecieron la frecuencia de los diálogos entre las dos partes y las garantías de implementación de los consensos y los planes acordados.

La reunión fue inaugurada en el Gran Palacio del Pueblo de Beijing por el presidente de China, Xi Jinping, quien estuvo acompañado del jefe de Estado de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, en su calidad de presidente pro témpore de la CELAC. En la inauguración el presidente chino, Xi Jinping, manifestó que China se propone elevar en los próximos 10 años la inversión en Latinoamérica hasta 250.000 millones de dólares y doblar el comercio bilateral actual hasta alcanzar los 500.000 millones de dólares. La próxima cita del foro China – CELAC tendrá lugar en Chile en 2018.

La forma histórica en la que se ha ido construyendo la Economía Mundo ha condicionado el desarrollo económico de las diferentes regiones del planeta. El desarrollo económico mundial a gran escala que comenzó con la primera industrialización iniciada en Inglaterra se complementó con la expansión imperial de este país tras la derrota de Napoleón en 1815. El imperio Británico se constituyó en el centro científico, tecnológico e industrial mundial. A lo largo del siglo XIX, el resto de imperios europeos, particularmente el Francés y Alemán se sumarían a la tendencia industrializadora, en América sería EEUU y en Asia Japón. El resto del mundo seguiría anclado en un modelo económico básicamente agrario sobre el que las potencias industriales emergentes proyectarían su dominio colonial. Tras dos guerras mundiales en la primera mitad del siglo XX propiciadas por las rivalidades interimperialistas de las potencias industriales, el final de la Segunda Guerra Mundial traería cambios sustanciales en la conformación de la Economía Mundo. EEUU se erigiría como el centro industrial más poderoso al que le seguirían las potencias que conforman actualmente el G-7. Los países colonizados alcanzarían su independencia política y para finales del siglo XX estaría conformado casi en su totalidad el mosaico de naciones que componen actualmente el mundo. Las nuevas naciones que partían de economías básicamente agrarias se plantearían seguir la estela de desarrollo de las naciones industrializadas, pero ese proyecto ha resultado hasta ahora casi estéril.

A pesar de las teorías optimistas como la definida por W.W. Rostov en su obra «Las etapas del crecimiento económico (1960)», por la que las naciones en desarrollo seguirían los pasos de las industrializadas, la realidad histórica en toda la segunda mitad del siglo XX, demostró la falacia de tal predicción. Los países en desarrollo seguían siendo básicamente dependientes de los países industrializados, una dependencia que se sustentaba en ser casi exclusivamente suministradores de materias primas, ello era debido a que la economía de las colonias no fue fruto de un desarrollo histórico interno, sino que fue forzada y de origen externo. Las explotaciones en la colonias se basaron en la especialización de los productos que podía producir y que demandaban las metrópolis, principalmente de productos agrarios y minerales, lo que dio lugar a que se formaran explotaciones en régimen de plantación de café, caucho, cereales, o de extracción de minerales como cobre, estaño, o de combustibles fósiles. Las colonias se significaron, pues, por la especialización en explotaciones del sector primario y la extraversión hacia las metrópolis, lo que generaba la dependencia de las mismas (*), y han sido las bases sobre las que se han articulado las economías de los países del Tercer Mundo que han tenido un pasado colonial o neocolonial durante los siglos XIX y XX.

El modelo de la dependencia era necesario a su vez para perpetuar el poder de las naciones industrializadas. En América Latina, el modelo de dependencia se sustentaba en oligarquías uncidas al dictado de la potencia industrial más importante del continente y del mundo: EEUU, y los intentos por cambiar el mismo, fueron liquidados en la segunda mitad del siglo XX por cruentos golpes de Estado protagonizados por las oligarquías económicas y militares de los países latinoamericanos que se beneficiaban de ese modelo económico, mientras que la mayoría de la población seguía sumida en la pobreza.

En la última década del siglo XX, tras el desplome de la URSS, el ciclo neoliberal iniciado tras la crisis de 1973 tuvo su momento de máximo esplendor. Las potencias industriales en su diseño de la globalización neoliberal además de mantener el régimen de dependencia de los países suministradores de materias primas, vieron la posibilidad de deslocalizar sus empresas manufactureras hacia países con mano de obra disciplinada y barata. El principal destino de la deslocalización sería China, mientras que las potencias industriales se especializaban como sociedades con un potente sector de servicios basado en el conocimiento y la innovación científico-técnica que prácticamente monopolizaba los avances tecnológicos de la humanidad.

Al final del siglo XX, la Economía Mundo se diversificaba, en tres escenarios: 1º un Centro científico-técnico y financiero constituido por los países del G7 que permitía dirigir y orientar la evolución de la economía mundial; 2º el grupo de naciones que seguían siendo dependientes como suministradores de materias primas, y 3º un grupo de países de producción manufacturera barata, receptora de los productos diseñados en el centro científico técnico y financiero concentrado en el G7.

No obstante, ya a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, comenzaron a fraguarse profundos cambios en los tres ámbitos económicos en la que se distribuía la Economía Mundo.

El cambio fundamental se produciría en el centro manufacturero: China. La ingente fuerza laboral de la nación más populosa del mundo destinada a la producción manufacturera para su exportación a los centros consumidores de lo países desarrollados permitió al Estado Chino realizar una acumulación primaria de capital basada en el esfuerzo de su mano de obra, muy diferente de la acumulación primaria de capital realizada por las actuales potencias del G7 en los siglos XVIII y XIX basada en el expolio de las colonias y del comercio de esclavos. La acumulación primaria de capital de China fue acompañada de un esfuerzo en la innovación científico-técnica que le ha permitido en la actualidad a China ser junto con EEUU el principal país en registro anual de nuevas patentes científico-técnicas.

En el grupo de países productores de materias primas dependientes de los países desarrollados, el cambio principal se produciría en la mayoría de naciones de América Latina a través de la emergencia de un nuevo pensamiento político que, en la primera década del siglo XXI, permitió por vía democrática desplazar del poder a las oligarquías apátridas ligadas a EEUU, y nacionalizar los recursos más importantes de materias primas.

En los países desarrollados, la globalización del modelo económico neoliberal supuso la deslocalización de gran parte de la producción manufacturera, iniciándose un progresivo desmantelamiento del modelo económico keynesiano vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial, basado en una prominencia del Estado y de los sindicatos obreros, lo que permitiría a los gobiernos neoliberales recortar derechos sociales de los trabajadores en seguridad en el empleo y asistencia sanitaria, alcanzados en el periodo de la posguerra hasta la crisis de 1973.

La crisis económica del 2008 que ha supuesto el inicio del fin del ciclo neoliberal (1973-2008) está cambiando sustancialmente esos tres escenarios económicos que conforman la Economía Mundo.

Mientras el mundo desarrollado ha visto mermada su capacidad de crecimiento del PIB, China ha seguido manteniendo un crecimiento firme. Su fuertes reservas de capital le están permitiendo una transformación de su modelo económico de ser básicamente exportador y manufacturero a otro complementado con: el estímulo del consumo interno; el cambio definitivo de una sociedad agraria y rural a otra industrial y urbana, y constituirse en protagonista de su propio desarrollo científico-técnico.

En América Latina a pesar de su progresiva emancipación política de la tutela estadounidense, del desplazamiento del poder de las oligarquías apátridas, y del hecho de que la nacionalización de las materias primas le haya permitido implementar programas para combatir la pobreza, se encuentra en la actualidad, a diferencia de China, en un cuello de botella para su desarrollo económico. El mismo tiene que ver con sus carencias científico-técnicas para propiciar un desarrollo económico autocentrado y estructurado, es decir, con capacidad para articular de manera equilibrada sus sectores económicos: primario secundario y terciario. Para ello precisa de un intercambio económico con otras naciones que le permita superar su modelo de dependencia basado en el intercambio de materias primas por manufacturas, a otro complementado con transacciones de tecnología y conocimiento científico-técnico para superar su atraso de casi dos siglos en esta materia y poseer un desarrollo propio. La reciente cumbre de China y la CELAC ha abierto esa puerta.

Hasta ahora las denominadas relaciones Sur–Sur por haber estado sustentadas en débiles potencialidades científico-técnicas impedían superar el modelo económico de dependencia de los países en desarrollo, pero la irrupción de China, como país más importante en desarrollo con su potencial financiero, su vertiginosa irrupción científico -técnica en el terreno de las infraestructuras y el sector manufacturero, y su compromiso de desarrollo común compartido con todas las naciones del mundo, permite hacer de la colaboración Sur-Sur una relación efectiva.

A diferencia, EEUU y la UE con el fin de seguir determinando la marcha de la economía mundial y mantener el modelo neoliberal globalizado persisten en reservarse su ventaja científico-técnica de dos siglos sobre los países en desarrollo. No obstante, el impulso de China hacia un intercambio integral en las relaciones económicas entre países en desarrollo, permite abrigar la esperanza de un cambio en la conformación de la Economía Mundo hacia un desarrollo económico mundial integrado y equilibrado.

En la próxima Cumbre de las Américas prevista para abril del presente año, a EEUU se le presenta el desafío de intentar recomponer las maltrechas relaciones con sus vecinos del sur. Tal vez, con el establecimiento de relaciones con Cuba ha intentado no solamente evitar su aislamiento en la Cumbre, sino frenar el auge de China en el espacio latinoamericano en el que está ocupando un lugar ya insustituible.

EEUU no va a compartir su estatus científico-técnico con los pobres del planeta, porque su modelo económico mundial no se basa en el principio de desarrollo común compartido sino en la hegemonía y en la globalización neoliberal. Esa es la diferencia con China, y eso es lo que hará que los países en desarrollo progresivamente vayan conformando un nuevo mundo.

Las declaraciones en Beijing de la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, sobre la cumbre China-CELAC son elocuentes: «hay total complementariedad en la relación entre China y la CELAC, porque (Latinoamérica) es una región rica en recursos naturales y China ha avanzado mucho en materia tecnológica y de innovación». «Esta alianza es muy importante, pues, es una oportunidad de avanzar de una sociedad productora de bienes a una sociedad del conocimiento».

(*) Sería el argentino Raúl Prebistch, presidente de la CEPAL, quien introduciría el concepto de dependencia en su obra (El desarrollo económico de América Latina y sus principales problemas, 1950). El planteamiento de Prebisch, sucintamente, demostraba que la situación de atraso de los países latinoamericanos tenía su causa principal en la dependencia de la exportación de productos primarios y la falta de industrialización. Otros autores significativos han sido: Celso Furtado, economista brasileño autor de (Crecimiento económico del Brasil, 1964). Osvaldo Sunkel, economista chileno y miembro de la CEPAL. Andre Gunder Frank, de origen alemán-norteamericano, es el principal autor de la teoría de la dependencia. Samir Amin, egipcio y autor, entre otros textos de El desarrollo desigual, 1974, estudiaría los problemas del subdesarrollo desde una óptica global.

Aporrea

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