Pedro Brieger, director de Nodal, disertó en Paraná, Argentina, en el marco de la Cumbre de Mercosur sobre la integración regional

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En una charla con EL DIARIO, Pedro Brieger destacó la trascendencia de reuniones como la Cumbre de Presidentes del Mercosur que se llevó esta semana en Paraná. También marcó los desafíos pendientes para la región, el rol de los movimiento sociales, la opción política de la integración y el hecho histórico del reinicio de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.

–¿Cuáles son las primeras conclusiones de este encuentro de presidentes?

–Primero, las cumbres son importantes. Siempre lo digo, a pesar de que algunos las critican por el gasto que implican, pero yo creo que es importante que los presidentes se vean la cara, que los cancilleres hablen entre ellos, que puedan estar juntos, que puedan negociar, discutir. Esto ya de por sí, es significativo. En segundo lugar, creo que el Mercosur tiene varias cuestiones problemáticas para resolver, porque nació como un mero acuerdo comercial a comienzos de la década del noventa. Era la época de lo que se llamaba el “Consenso de Washington”, de las políticas neoliberales, entonces surgió para favorecer a algunas grandes empresas. Por eso el problema es cómo se construye un Mercosur diferente cuando hoy el contexto regional cambió y cuando hay un discurso de varios presidentes progresistas –y utilizo el término progresista en el amplio sentido de la palabra– que en principio rechazan las políticas neoliberales, pero que a su vez están atrapados en muchas de estas cuestiones. Me refiero a que aún se plantea mucho el tema de los tratados de libre comercio y todavía se piensa que las grandes empresas son las que pueden impulsar el comercio entre los países. Lo que pasa también es que es verdad que hay una asimetría entre tamaños de países, tamaños de economías y visiones políticas. Esto también es real, se da dentro del Mercosur, y de hecho por eso Bolivia todavía no ha podido incorporarse plenamente: justamente porque hay oposición de Paraguay. Y esto, además, tiene que ver con lo que fue el golpe de Estado en contra de Fernando Lugo. Entonces, estas cuestiones políticas inciden. Si esto hubiera sido solamente un tema de libre comercio y empresas, como era a principios de la década del noventa, no hubiera habido problemas; pero como ahora lo político ha cobrado un lugar importante, esto representa un desafío para el Mercosur.

–¿Fue una Cumbre previsible?

–Creo que en líneas generales los temas fueron previsibles. Lo novedoso fue lo que pasó con Cuba. De repente, en la mitad de la cumbre de los presidentes, todos estábamos pendientes de lo que estaba ocurriendo en Cuba y en los Estados Unidos, atentos a las declaraciones de (Barack) Obama y de Raúl Castro para ver si se normalizan las relaciones entre la primera potencia mundial y la pequeña isla del Caribe. Por otra parte, también hay que tomar en cuenta que lo que estamos viendo suele suceder en casi todas las cumbres: ya vienen preparadas, se ha negociado, se ha discutido previamente. En este sentido, no encuentro alguna gran sorpresa que pueda señalar.

Cuestiones pendientes. –¿La incorporación plena de Bolivia se puede concretar a corto plazo?

–La verdad no lo sé. La presencia del propio presidente Evo Morales marca una fuerte vocación integradora del Estado Plurinacional de Bolivia. Evo estuvo en la cumbre de la Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) en Quito, en la del ALBA (Alianza Bolivariana para las Américas) en La Habana, en la del Mercosur en Paraná. O sea, Bolivia está apostando a la integración, de eso no cabe la menor duda. Pero no depende solamente de ellos.

-¿Son significativas las ausencias de Rafael Correa y Michelle Bachelet?

–Lo que pasa es que no son miembros plenos del Mercosur, entonces no sé si se puede hablar de sus ausencias. En el caso de Bolivia, que también es Estado asociado, lo fuerte es que está tratando de entrar con todo al bloque. Por otro lado, también es verdad que desde Ecuador hay cuestionamientos respecto de las políticas comerciales porque al tener ellos una economía dolarizada hay que ver si los favorece incorporarse al Mercosur. La trampa del dólar está todavía instalada, es un tema de debate en Ecuador, que me parece que no lo tienen resuelto.

–¿Y el caso de Chile?

–Chile está entre dos fuegos porque apuesta mucho a la Alianza del Pacífico, que si bien se presenta como un bloque económico y no político, su creación fue, a mi juicio, justamente para debilitar a la Unasur, para quitarle la característica política y mostrar que los tratados de libre comercio pueden prosperar. Es una vuelta al Mercosur de principios de los noventa o del ALCA, que era el gran proyecto de Estados Unidos: un tratado de libre comercio para las Américas. Chile, Colombia, Perú y México están avanzando en eso. Ahora, lo real más allá del discurso, es que no hay ningún progreso de la Alianza del Pacífico, y no pueden mostrar absolutamente nada como para convencer al resto de los países de la región de que tiene algo positivo. Lo que proponen es libre comercio otra vez, pero ni siquiera lo proponen como importante entre los propios países, sino que hablan de manera muy vaga y abstracta de libre comercio con otras regiones, especialmente pensando en Asia y Pacífico (por eso se llama así). Sin embargo, ya hay varios países que tiene excelente relaciones, por ejemplo con China, y no necesitan de la Alianza del Pacífico. De hecho, Brasil lo ha convertido en su principal aliado comercial.

Desafíos. –¿Qué lugar ocupa la Cumbre Social en estos encuentros?

–A mí me parece que cumple un rol muy importante, porque ejerce una presión sobre los gobiernos. También es un desafío para las cumbres sociales reacomodarse a un nuevo momento. Son una continuidad del Foro Social Mundial que nación en Porto Alegre, en el año 2000, cuando no había todavía gobiernos progresistas en la región, entonces eran claramente foros de protestas. El problema es que al haber un cambio de época en la región, muchos de estos movimientos sociales tienen ahora buena relación con los gobiernos, e incluso algunos de los dirigentes de estos movimientos pasaron a ser gobierno, como el caso de Evo Morales. Entonces, no es un tema sencillo de resolver cuál es el rol de estas cumbres. Eran contra cumbres, hoy ya no se puede hablar en ese sentido como hace diez años, aunque también es verdad que hay tensión en esos encuentros entre sectores que tiene mayor acercamiento y otros que son claramente opositores a algunos gobiernos. Creo que se está dando un proceso de reacomodo que todavía no ha terminado.

–¿Cuáles son los desafíos a futuro para el Mercosur?

–A mi juicio, uno de los temas centrales es la relación con la Unasur. Porque el Mercosur nació cuando no existía la Unasur, y me parece que hay una duplicación de entidades: una Unasur mucho más política, que podría y debería tratar los temas económicos. De hecho, en la Unasur se propone un tema tan fundamental como el Banco del Sur, algo que el Mercosur no debate. Entonces, mi pregunta para el futuro es ¿qué sentido tiene la continuidad del Mercosur, existiendo la Unasur?

–El canciller Héctor Timerman detalló, al finalizar las reuniones, los avances en la integración a partir de un pasaporte común, por ejemplo.

–Sí, pero esto lo están planteando para la Unasur también. El propio Ernesto Samper, secretario General de la Unasur, lo propuso hace poco. ¿Qué sentido tiene tener un pasaporte para el Mercosur para un argentino y un uruguayo, y otro pasaporte para la Unasur? Para eso ampliemos, que sean los 12 países, si se toma el criterio geográfico. Además, en el Mercosur ya hay cinco de los doce con un sexto, Bolivia, que se quiere incorporar, y con otros que están asociados. Entonces, esa es mi opinión personal: a mi juicio, el futuro está en la Unasur, con el Mercosur siendo parte, subsumido.

Integración cruzada
Respecto a la histórica decisión en conjunto de restablecer relaciones entre los gobiernos estadounidense y cubano, Brieger planteó: “Lo que pasó el miércoles entre Cuba y Estados Unidos es un cambio histórico, algo que uno no estaba preparado para escuchar. Son cuestiones impensables, pero que siempre ocurren en el mundo, y eso es lo interesante de la política, de la sociedad, de la realidad. Me parece que Cuba ya ha logrado un lugar en América Latina otra vez en estos últimos años, eso fue gracias a la importancia de la Unasur y también de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Ahora bien, Panamá dio un paso significativo, hace algunas semanas, cuando planteó la invitación abierta y formal a Cuba para la Cumbre de las Américas que se realiza en abril del año que viene en Panamá. Todos piensan lo que puede ser la foto de Cuba y Estados Unidos formando parte de la Cumbre de las Américas. De todas maneras, no creo que para Cuba esto implique un giro en lo político; la integración de Cuba, más allá de lo comercial y los lazos que hay con Estados Unidos, es con América Latina y el Caribe.

Medios, la construcción de agenda y temas candentes
Durante su exposición en el Colegio Nacional de Paraná el miércoles pasado –luego de la Cumbre de Presidentes–, Pedro Brieger se refirió a la necesidad de construir una agenda diferente con criterios de noticiabilidad que también estén basados en hechos positivos. Habló entonces de algunos debates de la región y la poca importancia que se les da en los medios de comunicación. Uno de ellos fue la disputa por las regalías que tuvo durante 2013 el gobierno de República Dominicana con la empresa canadiense Barrick Gold Corporation. Al respecto, dijo que la cuestión de la mega minería no es sencilla de resolver, teniendo en cuenta que contamina, algo que a nadie le gusta, pero que a su vez las ganancias que deja pueden resolver deudas sociales de muchos países con sus pueblos, si es que efectivamente se las destina para eso. Otros de los ejemplos que ofreció sobre la falta de información regional fueron: lo poco que sabemos sobre los beneficios de alimentos como la quinoa o el amaranto, para incorporarlos a nuestra dieta frente a las grasas trans; lo ignorado del proyecto de construcción de una “ciudad del conocimiento” en Ecuador; y la difusión que tuvo entre nosotros la muerte de la cantante británica Amy Winehouse en comparación con la del colombiano Joe Arroyo, ocurrida durante la misma semana de julio de 2011. “La pregunta que yo siempre me hago es ¿cómo hacemos para difundir determinadas noticias? Se trata de problemas que atañen a la sociedad”, dijo, y reprochó el criterio de jerarquía informativa a partir de la violencia.

“Hoy nos interesa más lo que pasa en Bolivia o en Ecuador, estamos pendientes de sus elecciones, por ejemplo, algo que hace 20 años no pasaba. Esto es un cambio impresionante, desde adentro y hacia afuera, de la mirada de lo que pasa con la integración”, concluyó.

AL MARGEN
Durante su exposición en el Colegio Nacional de Paraná el miércoles pasado –luego de la Cumbre de Presidentes–, Pedro Brieger se refirió a la necesidad de construir una agenda diferente con criterios de noticiabilidad que también estén basados en hechos positivos. Habló entonces de algunos debates de la región y la poca importancia que se les da en los medios de comunicación. Uno de ellos fue la disputa por las regalías que tuvo durante 2013 el gobierno de República Dominicana con la empresa canadiense Barrick Gold Corporation. Al respecto, dijo que la cuestión de la mega minería no es sencilla de resolver, teniendo en cuenta que contamina, algo que a nadie le gusta, pero que a su vez las ganancias que deja pueden resolver deudas sociales de muchos países con sus pueblos, si es que efectivamente se las destina para eso. Otros de los ejemplos que ofreció sobre la falta de información regional fueron: lo poco que sabemos sobre los beneficios de alimentos como la quinoa o el amaranto, para incorporarlos a nuestra dieta frente a las grasas trans; lo ignorado del proyecto de construcción de una “ciudad del conocimiento” en Ecuador; y la difusión que tuvo entre nosotros la muerte de la cantante británica Amy Winehouse en comparación con la del colombiano Joe Arroyo, ocurrida durante la misma semana de julio de 2011. “La pregunta que yo siempre me hago es ¿cómo hacemos para difundir determinadas noticias? Se trata de problemas que atañen a la sociedad”, dijo, y reprochó el criterio de jerarquía informativa a partir de la violencia.

“Hoy nos interesa más lo que pasa en Bolivia o en Ecuador, estamos pendientes de sus elecciones, por ejemplo, algo que hace 20 años no pasaba. Esto es un cambio impresionante, desde adentro y hacia afuera, de la mirada de lo que pasa con la integración”, concluyó.

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