Lo que el canciller chileno no dice – Diario Jornada, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

En un artículo publicado en el periódico El País de España, el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, pretende justificar su rechazo a la competencia de la Corte Internacional de La Haya en la demanda presentada por Bolivia para que ese organismo obligue a los vecinos a negociar una salida libre y soberana al Océano Pacífico, sobre la base de las promesas en este sentido, que fueron expresadas por autoridades mapochinas en el pasado.

Bolivia asegura que no toca el Tratado de Paz y Amistad de 1904, por el cual se demarcan los nuevos límites entre ambos países, producto de la rapiña y de la invasión de 1879, respetando los términos del mismo.

El diplomático chileno asegura que implícitamente, aunque no se lo mencione, se busca modificar ese documento, ya que no otra cosa significaría una posibilidad de cesión territorial.

Esa autoridad del gobierno de La Moneda concluye «Pero más allá de lo que señala la historia y los claros hechos, el Gobierno de Chile está convencido de que el desarrollo de América Latina pasa en forma importante por erradicar los fantasmas del pasado y girar la vista hacia adelante. La demanda boliviana en nada ayuda a tal propósito».

«Erradicar los fantasmas del pasado», afirma, sentencia que nos parece salida del atolladero mental que se tiene en el Mapocho, en cuyo transcurso parecería que el territorio y mar detentados fueran de su propiedad desde épocas remotas y no producto de la invasión y del latrocinio que practicó en el siglo XIX, como el más experimentado pirata de los tiempos de la arbitrariedad y de la barbarie.

En el texto que nos ofrece el periódico español, no encontramos ni una línea que nos haga conocer de dónde proviene el Tratado de 1904 y el por qué Chile otorga ciertos derechos a Bolivia, en una lógica de mostrarse como benefactor y no como lo que es, de haber atropellado el derecho internacional que tanto defiende, apoderándose de mar y territorio y de las ingentes riquezas existentes en ellos, que han sido el basamento del actual poderío bélico y económico de esa Nación.

Nos parece que los chilenos deberían realizar un profundo análisis y reflexión sobre lo que acontece, concluyendo que ya es hora de que la justicia prevalezca y que se repare un daño histórico que tiene una duración mayor a los cien años.

Es lamentable que Chile continúe con las argucias, tratando de mostrar lo que no es ante la comunidad internacional. E,l Tratado de 1904 no fue producto de una negociación en tiempos de paz, sino que fue producto de la invasión y de la arbitrariedad, además de la amenaza de continuar con una acción bélica que podría derivar en carnicerías y ejecuciones ilegales y la continuación de la invasión, como aconteció con lo que sus tropas hicieron en el camino hacia Lima, a la que ocuparon humillando a la ciudadanía limeña en esos años luctuosos y repudiables.

El retorno al Océano Pacífico, a la heredad boliviana usurpada, no es una aspiración, es un derecho irrenunciable.

Jornada

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