Muere la artista visual Matilde Pérez, pionera del arte cinético chileno

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La artista cinética chilena Matilde Pérez, pionera en el país de esta corriente modernista, murió hoy a los 97 años, producto de un paro cardiorespiratorio.

Pérez será velada desde mañana en la Iglesia San Patricio, ubicada en Isabel la Católica con Manquehue, Las Condes. Su funeral se realizará el viernes en el Parque del Recuerdo (Huechuraba).

La información fue confirmada por su hijo, Gustavo Carrasco, quien manifestó que la artista falleció por un paro. «Los últimos meses estaba en cama, pero lúcida, con sus capacidades cognitivas intactas. Este lunes volví de un viaje y su estado había cambiado. Se encontraba durmiendo sin reacción, como en un sueño profundo. Ayer llamé a Help y comenzaron un tratamiento de suero, pero no reaccionó», cuenta.

Matilde Pérez fue un nombre propio en el arte moderno chileno de la segunda mitad del Siglo XX. Pero recién en la última década fue revalorizada como una artista fundamental de la escena. Tuvo su primera gran retrospectiva en enero del año pasado en Fundación Telefónica, Matilde X Matilde, Espacio móvil, donde se reunió obra inédita, textos, bocetos y material de trabajo, la que fue muy visitada por el público.

Dueña de una personalidad de muy bajo perfil, la artista siempre transitó por debajo de la oficialidad del arte chileno. «Yo funciono para el que quiera conocerme. El que no quiera, está bien. No tengo responsabilidades con nadie. Nunca me he preocupado si en Chile me reconocen», dijo Pérez para la inauguración de Matilde X Matilde, un poco aludiendo al Premio Nacional de Arte que nunca se le entregó.

La artista tuvo la importancia de introducir las primeras corrientes modernistas en el arte pictórico chileno, a comienzos de los años cincuenta con la abstracción geométrica, y luego con las enseñanzas del arte cinético que aprendió del húngaro Victor Vasarely, en París en 1960.

En su juventud, su búsqueda por encontrar nuevos lenguajes expresivos en el arte la llevó a ser parte del Grupo de los Cinco, y luego del Grupo Rectángulo, con el que expresó su rechazó a la tradición figurativa.

El momento clave fue su encuentro en París con Vasarely, a inicios de la década del 60′, de quien aprendió las posibilidades de la abstracción geométrica y el trabajo sobre la forma y el color. Sus investigaciones en ese entonces la llevaron a transitar un camino único en el arte local, el que fue poco reconocido. A través de pinturas, collages, esculturas acrílicas o metálicas, Pérez trabajó incesantemente con las posibilidades de la creación del movimiento -a través de la ilusión óptica- y también del movimiento real producido por la electricidad.

«Su figura es única, anómala, muy secreta y singular. Por eso es que creo que no hubo una atención crítica hacia su trabajo antes. Era una artista solitaria, singular, de bajo perfil. Ella logró sin hacer mucho que se instalara esa atención crítica. Fue responsable de ocuparnos y detenernos a leerla, a intentar comprender su arte», explica el curador y Director del Parque Cultural de Valparaíso, Justo Pastor Mellado.

Entre sus obras públicas más conocidas figuran el Túnel Cinético (arriba) que expuso en el Instituto Chileno-Norteamericano, en 1970, y que fue reconstruido para la muestra Matilde X Matilde. Y el Friso que construyó en el Centro Comercial Apumanque en 1982, y que fue desmontado en 2007, el que ahora permanece en la Univ. de Talca.

La gestora cultural Morgana Rodríguez, también participó del revival de Matilde Pérez en los últimos años, y fue parte del equipo que preparó Matilde X Matilde, y se encuentra preparando un libro junto al curador Ramón Castillo y la nieta de la artista, Catalina Carrasco. «Estábamos trabajando en restauraciones, un catastro con restauraciones eléctricas y de sus obras más desconocidas. Y en un libro también, con su obra completa. Será una gran retrospectiva a partir de lo que ya hicimos en Telefónica. El tipo de obras que ella hacía eran tan distintas a la de su generación, por eso siempre se descubre algo nuevo en ella. Matilde se redescubrirá siempre», cuenta sobre la publicación.

Por décadas enfrentada a una virtual invisibilidad, la obra de la artista fue revalorizada hace poco más de 10 años en una exposición en el Museo de Bellas Artes, en 1999, la que fue curada por Ramón Castillo, responsable también de Matilde x Matilde, la exposición del año pasado en Fundación Telefónica. Mientras en Chile era parcialmente redescubierta, en el exterior su trabajo gozaba de prestigio, como lo atestigua la muestra del Museo Reina Sofía de España que reunió a los latinoamericanos más importantes del arte óptico, en la muestra Cinético(s), de 2007. En 2012 se le hizo un tributo en la Feria Pinta de Londres, el encuentro comercial de arte latinoamericano más importante del mundo, donde además se lanzó una serie de grabados realizados por la editorial española Polígrafa.

La figura de Matilde Pérez iba y venía. Gozaba de popularidad y luego volvía a quedar fuera de las modas que impregnan el circuito del arte. Para Ramón Castillo, el rasgo iconoclasta de la artista cinética fue su gran sello, tal como lo reconoció en la inauguración de Matilde X Matilde: «Matilde Pérez es un pensamiento. Hay escritos de una complejidad impresionante, donde afirma que busca la concepción pura de las formas, ya en la década del ’60. Ella llegó a afirmar que «se puede hacer pintura sin pintura», finalizó.

La Tercera

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