Revelan que la CIA torturó a diplomáticos cubanos en el marco del Plan Cóndor
En 2012 y 2013, los cuerpos de Jesús y Crescencio fueron encontrados a orillas del Río de la Plata, identificados y repatriados. Habían sido secuestrados en 1976. Los torturaron en Orletti dos miembros de la CIA que viajaron especialmente a la Argentina. Hoy sus restos descansan en Cuba.
Entre los 30 mil desaparecidos de la última dictadura cívico- militar argentina hubo dos diplomáticos cubanos. Sus secuestros y desapariciones fueron en el marco del Plan Cóndor. En 2012 y 2013, sus cuerpos fueron encontrados a orillas del Río de la Plata, identificados y repatriados. Para sus torturas, en el centro clandestino de detención “Automotores Orletti” vinieron especialmente desde Chile y Estados Unidos, dos miembros de la CIA.
Rosa Cejas Arias se descompensó el día que le confirmaron que habían encontrado el cuerpo de su hijo Jesús. La internaron en el hospital de Pinar del Río, Cuba. Casi 37 años después de haber tenido la última noticia de él, todavía tenía esperanzas de encontrarlo con vida.
Jesús Cejas Arias fue uno de los dos ciudadanos cubanos desaparecidos durante la última dictadura. Miembro del cuerpo diplomático de ese país, había llegado a Buenos Aires junto a su compatriota Crescencio Nicomedes Galañena Hernández, el 18 de agosto de 1975, para desempeñar funciones en la embajada de Cuba. El 9 de agosto de 1976 fueron secuestrados en las inmediaciones de la sede diplomática, en el barrio de Belgrano. Tenían 23 y 26 años. Fueron trasladados al centro clandestino de detención “Automotores Orletti”, torturados y asesinados, en el marco del Plan Cóndor.
Sus cuerpos estaban desaparecidos desde entonces. Pero aparecieron: 36 y 37 años después de que fueran secuestrados. Primero fue el de Hernández, en junio de 2012. En mayo pasado, el de Cejas Arias. Identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), fueron repatriados a Cuba, donde los recibieron sus compatriotas, los lloraron y los despidieron con honores de Estado.
“En el contexto de lo que fue el Plan Cóndor en Argentina, 1976 marca una cúspide en la cantidad de secuestros y operaciones que tenían por objetivo secuestrar, torturar y hacer desaparecer a una enorme cantidad de personas”, explica a Infojus Noticiasla periodista argentina Graciela Ramírez, que vive en Cuba desde 1994.
Ramírez, reconocida internacionalmente por sus trabajos como activista, recogió testimonios para la CONADEP en Villa Constitución, tras el retorno de la democracia. En esa ciudad santafesina dirigió la Comisión de Derechos Humanos y trabajó junto a la abogada Delia Rodríguez Araya. Durante los años de la dictadura, Ramírez vivió en la clandestinidad por su militancia en la Juventud Socialista de Avanzada y tras la sanción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final se fue a vivir a España. Allí dedicó gran parte de su tiempo a la Asociación Argentina Pro-Derechos Humanos de Madrid, que motorizó los casos contra los represores argentinos Adolfo Scilingo y Miguel Cavallo.
“En agosto de 1976 se ordenó el secuestro de los dos diplomáticos cubanos en Buenos Aires, para anotarse una estrella más en las acciones criminales contra la humanidad”, agrega Ramírez.
Primer y último destino
Cejas Arias había crecido en Pinar del Río. Formó parte de la Columna Juvenil Campesina y en septiembre de 1969 se sumó a las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Poco después ingresó al Servicio Militar Obligatorio. Se matriculó en la Facultad Obrera Campesina. Alcanzó el cargo de secretario general del Comité de Dirección de la UJC. Ese cargo también lo desempeñó en la embajada de Cuba en Argentina. Por sus cualidades, había sido elegido para prestar servicios en esta sede diplomática.
Galañena Hernández aterrizó en Buenos Aires junto a Jesús. Sus orígenes se parecían: ambos eran campesinos y humildes. Había nacido en 1949 en Yaguajay, en lo que es la actual provincia de Sancti Spíritus. Era el secretario general del Comité de Base de la Unión de Jóvenes Comunistas en la sede diplomática. Allí junto a Jesús se desempeñaban como miembros de la custodia del embajador, Emilio Aragonés. Sus designaciones llegaron luego de que hubiera un atentado contra Aragonés. Para ambos, el viaje a la Argentina significó su primer destino diplomático. También el último.
La tarde del 9 de agosto de 1976 hizo mucho frío en Buenos Aires. Jesús y Crescencio se abrigaron antes de dejar la Embajada. Tenían que ir a cumplir funciones de seguridad a la residencia donde vivía Aragonés. Salieron caminando rumbo a la parada de colectivos. Iban por Virrey del Pino. Cuando llegaron al cruce con la calle Arribeños, un escuadrón de 40 militares se abalanzó sobre ellos. Bloquearon sus pasos con varios Ford Falcon. “Los dos muchachos se defendieron con audacia y valentía, pero no pudieron contra tantos hombres. No los querían muertos, los querían vivos. Los secuestraron y los llevaron a Orletti, donde los torturaron salvajemente”, explica, Ramírez.
“Vinieron a torturarlos, especialmente, un agente de la CIA que pertenecía a la DINA de Pinochet, Michael Townley y otro agente de la CIA de origen cubano-americano, Guillermo Novo Sampol”, agrega Ramírez. Townley vino desde Chile; Novo Sampol, desde Miami.
“Esto está en los testimonios del chileno Juan Manuel Contreras Sepúlveda de la DINA y fueron corroborados ante la jueza María Servini de Cubría, que los tiene registrados. Se hizo una gran investigación para dar con el paradero de estos dos chicos ya que hay muy pocos testimonios de sobrevivientes de automotores Orletti”.
Cuatro días después del secuestro, el diarioLa Opinión publicó: “La embajada cubana en Buenos Aires está trabajando en estrecho contacto con el gobierno argentino en la búsqueda de dos miembros de la representación, acerca de quienes se presume que habrían sido secuestrados”. El 16 de agosto, la agencia Associated Press recibió un sobre que contenía las credenciales de ambos desaparecidos. Adentro había un texto que decía: “Nosotros (Jesús Cejas Arias y Crescencio Galañena), ambos cubanos, nos dirigimos a usted para por este medio comunicar que hemos desertado de la embajada para gozar de la libertad del mundo occidental”. Cancillería certificó la autenticidad de las credenciales, informó al día siguiente el mismo diario.
Por el secuestro y la desaparición de ambos la justicia argentina condenó al general retirado Rodolfo Cabanillas, que se desempeñó como jefe de la División de la SIDE “Operaciones Tácticas 18”, que correspondía a Orletti. También a los represores Raúl Guglielminetti, Eduardo Alfredo Ruffo y Honorio Carlos Martínez Ruíz. No se pudo juzgar a Novo Sampol, ni a Townley. Ellos terminaron con las torturas y se fueron del país.
El 11 de junio de 2012 un grupo de chicos jugaba en Virreyes, frente al aeródromo de San Fernando, a orillas del Río de la Plata. Cazaban pájaros y cuises cuando vieron un barril metálico. Estaba oxidado y de ahí salían unos huesos. Llamaron a la policía, que encontró otros dos barriles metálicos idénticos. En los tres había cemento y restos óseos. En uno de esos tres barriles estaban los restos de Crescencio. Menos de un año después, muy cerca de ahí aparecieron en similares condiciones los de Jesús.
“Estuve presente en Sancti Spíritus y en Pinar del Río recibiendo los restos, acompañado a sus familiares. Me conmovió ver esas familias con el mismo dolor y misma reacción que he visto a los familiares acá”, explica Ramírez. “Estábamos junto a la embajadora argentina en Cuba, Juliana Marino y llorábamos muchísimo. Era mucho dolor. Por un lado saber que nuestro país ha provocado algo tan horroroso pero a la vez era un sentimiento de resarcimiento enorme de haber podido encontrar los restos de esos dos muchachos y haberlos podido entregar”. Conmovida, concluye: “Era poder decirles: ‘Ya está, ya descansan en paz’”.
http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/la-cia-torturaba-cubanos-en-argentina-972.html