Elecciones Brasil 2014: candidaturas populares y sistema político – Por Amílcar Salas Oroño (especial para Nodal)

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Una de las cuestiones más importantes que pueden extraerse de la llegada de Lula a la Presidencia en el 2002 y los años del Partido dos Trabalhadores en el gobierno es el efecto que ha traído para las posibilidades de las opciones políticas: un liderazgo de origen popular, nordestino, sindicalista, un representante arquetípico de las clases subalternas puede, también, formar una determinada articulación de intereses políticos capaces de gobernar un país como Brasil.

Las elites y los fenómenos de identificación
Lula, y el Partido dos Trabalhadores, han demostrado que no era monopolio exclusivo de las elites la dirección política del país, que otros elencos también podían hacerse cargo de la tarea de administrar el gobierno, incluso, imponiendo una “agenda de cambios”; y, desde un punto de vista social, mejor que las “elites” tradicionales. Sobre la base de aprovechar esta transformación cultural, esta autoafirmación de las capacidades de lo popular, la propia Marina Silva se ha posicionado y avanzado como candidata, modificando el panorama de una competencia política que venía estructurándose desde 1994 entre el Partido dos Trabalhadores, por un lado, y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), por el otro.

La paradoja es que Marina Silva al mismo tiempo que exhibe con insistencia su origen popular articula intereses “elitistas”. En ese sentido, una eventual victoria suya traería no sólo una nueva agenda pública sino también una desestructuración de ese imaginario logrado y, teniendo en cuenta las contradicciones de sus posiciones públicas, una vuelta atrás respecto de esa referencia de perspectiva de poder elaborada desde lo popular, circunstancia que ha sucedido en varias oportunidades en la historia latinoamericana.

Ideología y candidaturas
Las transformaciones ocurridas en Brasil desde el 2003 pueden ser revisadas desde diversos aspectos, pero hay uno que debe destacarse y que está íntimamente ligado con la afirmación de una perspectiva popular: el mundo del trabajo. Durante los gobiernos del Partido dos Trabalhadores, y por primera vez en la historia brasileña, el trabajo formal consiguió superar al trabajo informal: se crearon 20 millones de puestos de trabajo y el salario mínimo tuvo una elevación en el poder de compra de más del 70% por encima de la inflación, moviendo franjas de inclusión de otras categorías. Y lo que quizás sea aún más relevante: que el salario mínimo se haya convertido en una variable macroeconómica orientadora del proceso social en general, con los efectos que esto supone respecto de su incorporación en los léxicos políticos y los lenguajes circulantes. Precisamente una cuestión que, según Eugenio Gianetti da Fonseca – asesor económico de Marina Silva- ha diagnosticado como un “problema” a ser modificado.

Respecto de estas transformaciones propias del mundo del trabajo durante los gobiernos del Partido dos Trabalhadores hubo acciones directas de regulación sobre la materia – entre leyes y reglamentaciones: 14 con Dilma Rousseff, 9 con Lula- y, de forma paralela, decisiones manifiestas para promover una determinada dinámica en la reproducción de la clase trabajadora. Como destaque, incluso en comparación con otros gobiernos de la región, debe mencionarse la creación del Programa Nacional de Enseñanza Técnica (PRONATEC), que matriculó a más de 7,5 millones de cursos técnicos y de calificación, en más de 400 áreas de conocimiento; lo que debe sumarse a la ampliación inaudita de las posibilidades de acceso a las universidades y los nuevos sentidos sociales asumidos para las mismas.

Estos cambios contrastan con el “emprendedorismo” expuesto en las posiciones públicas de Marina Silva, en cuyo programa de gobierno se (re)posicionan los argumentos a favor de una “adaptación” flexible de la CLT – principal norma legislativa brasileña- a la jornada laboral y los tiempos de trabajo. Un “emprendedorismo” cuyo modelo de funcionamiento es, entre otros, el de la red de revendedores de Natura – una de las empresas más importantes del país y cuyo Presidente, Guillermo Leal, es uno de los principales patrocinadores de la candidatura de Marina Silva- y que según estudios de la UNICAMP no es más que una forma encubierta de dejar en la informalidad a sus trabajadores, bajo el argumento retórico de los principios de la sustentabilidad…ambiental.

Elecciones y democracia
La voluntad de Marina Silva de apartarse de la agenda del Partido dos Trabalhadores mediante la proposición de una “nueva política”, desde su propia versión de “candidatura popular”, puede terminar desestructurando no sólo el rol que el Estado ha interpuesto en los últimos años como diluyente de las desigualdades sociales e inductor de principios de soberanía (energética, financiera, geopolítica) sino también hacer retroceder el gradual proceso de popularización del sistema político y, consecuentemente, de la democracia brasileña. Una encrucijada a la que se ven expuestos otros países del continente: las tensiones que resultan de intentar reducir el espacio de acción y el prestigio social de las elites o el de verse colonizado por las mismas en el ejercicio del gobierno.

Por Amílcar Salas Oroño

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