Técnicos argentinos desarrollaron el primer Tomógrafo por Emisión de Positrones hecho en Latinoamérica
«Este es un tomógrafo que a diferencia de los de Rayos X tiene la propiedad única de medir el metabolismo celular. La medicina nuclear es un área de la medicina que puede hacer diagnósticos por imágenes y en este caso el PET permite medir el metabolismo de algún grupo de células de un órgano determinado», explicó a Télam el ingeniero Claudio Verrastro.
El PET que desarrolló el equipo coordinado por Verrastro, jefe de la División Sistemas Digitales y Robótica del Centro Atómico Ezeiza, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en colaboración con el Grupo de Inteligencia Artificial y Robótica de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), es el primero que se fabrica en el país y en Latinoamérica.
«Para medir la actividad celular es necesario convertir al paciente de alguna manera en una fuente de rayos gama, esto se logra mediante la administración de un radiofármaco dirigido a un blanco específico que pueden ser órganos o células específicas», precisó Verrastro.
Tras lo cual detalló que se trata de una técnica no invasiva, porque la alternativa de estos diagnósticos son intervenciones quirúrgicas que son en general cruentos e invasivos para el paciente.
«De hecho -dijo- cuando alguien se saca una tomografía computada por rayos X normal recibe más radiación que con un estudio PET».
Esta es una técnica bien diferenciada de la de una tomografía convencional de rayos X, e inclusive de una resonancia magnética nuclear, porque esas técnicas dan una información anatómica del paciente.
Es decir que son útiles cuando ya hay una modificación anatómica en el paciente, mientras que la tomografía por emisión de positrones, es capaz de adelantar el diagnóstico.
A modo de ejemplo, Verrastro señaló que es útil «para un diagnóstico precoz en enfermedades como el cáncer, la droga más utilizada es el FDG que son moléculas de azúcar marcadas con Flúor 18, que es capaz de emitir positrones».
Este producto es metabolizado por el organismo como si fuera azúcar normal y llega a las células que tienen mayor consumo energético, que pueden ser del cerebro, cardíacas o cancerígenas que tienen una alta tasa de reproducción y consumen más energía.
Así se puede detectar el funcionamiento anormal de esas células en estadios muy primarios, mucho antes que aparezcan en imágenes de una tomografía convencional.
Hoy ya se lo utiliza para detectar problemas cerebrales como los del Alzheimer, y aunque es una de las herramientas que tienen los neurólogos y médicos en general para detectar precozmente esas enfermedades, aún hay mucho por investigar.
Una de las características distintivas del PET desarrollado en Ezeiza es su facilidad de instalación (no tiene cables y transmite la información de manera inalámbrica) y funciona a 12 voltios, es decir puede utilizar baterías con muy bajos requerimientos ambientales.
Otro rasgo distintivo es que puede funcionar solamente con dos de los seis cabezales que conforman el escáner (construidos con cristales centelladores rectangulares de 30 por 40 centímetros dispuestos en forma hexagonal, que permiten obtener un campo de visión amplio), que se pueden sacar, reparar y reponer sin que el escáner salga de servicio.
Los equipos comerciales -sólo tres o cuatro fabricantes en el mundo poseen el know how- tienen un costo en torno a U$S 1.000.000, y se requiere anualmente un 10 ó 15% más del valor del equipo para mantenimiento y repuestos .
«Este equipo que estamos desarrollando en el país, financiado por el Banco Nacional de Proyectos de Inversión (BAPIN), demandó alrededor de 2 millones de pesos. De modo -dijo Verrastro- que el desarrollo y diseño de su tecnología, costó menos que un sólo equipo importado».
Para este desarrollo, los investigadores importaron sólo componentes imprescindibles como los cristales centelladores, fotomultiplicadores y microchips electrónicos.
El tomógrafo que está en proceso de fabricación en el Centro Atómico de Ezeiza será transportado el año próximo hasta el Hospital de Clínicas José de San Martín, en la Ciudad de Buenos Aires, donde estará disponible para los pacientes que lo necesiten.
El proyecto contó con el aporte previo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y a través de un convenio con la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) que surgió inicialmente como un desarrollo de la parte mecánica y posteriormente se extendió al parte del software.