“¿Somos otro país?” – Periódico La Nación, Colombia
El siguiente editorial responde exclusivamente a la visión de este medio
Lo que acaba de ocurrir, y está ocurriendo, respecto de los movimientos de protesta de los campesinos colombianos nos deja la enorme inquietud – o la certeza dirán otros – de que Colombia no es uno sino varios países o, más simplificadamente, Colombia es dos países: Bogotá y el resto de regiones. La evidencia más palpable, cercana y concreta la tenemos desde el viernes pasado: el Presidente de la República hace anuncios de medidas radicales en la mañana para contener la violencia, que ya había mostrado sus dientes parapetada en los justos reclamos de los cultivadores; tres horas después los líderes de la protesta en Tunja anuncian el desbloqueo de las carreteras en Boyacá y Cundinamarca. Y los medios nacionales – es decir los bogotanos – consideran y concluyen que el paro se acabó; y el Gobierno Nacional también y todos contentos. ¿Y el resto? Bien, gracias.
Sería de necios desconocer la trascendencia y relevancia que tiene Bogotá, como capital. Pero de ahí a que el resto del país importe tan poco o nada en materia tan grave como la que seguimos padeciendo aquí, en el Huila, al igual que Caquetá, Putumayo y Nariño constituye una odiosa e irritante discriminación. Carreteras continúan bloqueadas, centenares de miles de personas sin servicios básicos como el gas domiciliario, falta de alimentos y traumas en todos los sentidos, enorme afectación sobre el comercio, la industria y el turismo. Pero, según Bogotá y sus poderes, el paro se acabó porque ya Boyacá y Cundinamarca, que cercan y abastecen a la capital, fueron desbloqueados.
Y por eso por acá no han venido ministros ni generales, ni siquiera viceministros, ni los grandes medios han desplazado sus enviados especiales ni sus antenas satelitales; los titulares están enfocados a analizar a fondo los desmanes vividos el jueves allá, a debatir acerca de las consecuencias políticas y económicas sobre la capital, y el mismo Gobierno Nacional pudo el fin de semana irse a descansar a Anapoima y alrededores después del duro ajetreo en Tunja. ¿Y los demás? Esos pueden esperar, y quizá cuando también se encolericen los manifestantes y el Esmad les conteste y nos reporten heridos y víctimas mortales y vehículos incinerados, ahí sí la atención se voltee un poco hacia este otro país, justamente el del sur colombiano. No se trata, de ninguna manera, de arengar a que ello suceda; por el contrario, lo que queremos es lanzar una voz de alerta para prevenir que ocurra, y de reclamar lo que creemos es otro episodio más de absurdo y anquilosado centralismo nacional.
Más allá de la urbe grande hay otro país – el mismo país pero que se siente distinto porque le tratan en inferior condición – de más de 35 millones de habitantes, que aporta en iguales o mayores proporciones a la Nación, que sufre tanto o más que la capital. Y la fracción sureña de este país sigue en paro.
“Más allá de la urbe grande hay otro país – el mismo país pero que se siente distinto porque le tratan en inferior condición”.
Editorialito
Los abusos y atropellos del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) denunciados en esta como en otras jornadas de protesta está motivando a varios congresistas a plantear su total reestructuración. El tema se abordará en un debate de control político previsto para esta semana. La brutalidad policiaca está proscrita en el manuel de convivencia.
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