Leticia Bonifaz Alfonzo, redactora del proyecto ley que permitió la despenalización del aborto en México DF: «La mayoría de las mujeres que eligen abortar son amas de casa»
De visita en el país, la jurista desgrana los mitos que fueron cayendo tras la sanción de la ley. El derecho a decidir es ejercido por mujeres católicas, casi no llegan al D. F. desde otros estados y nueve de cada diez son mayores de edad.
Ateas, jóvenes e irresponsables. El debate sobre la legalización del aborto continúa plagado de mitos y prejuicios. «Van a hacer cola en los hospitales», es uno de los más frecuentes. Sin embargo, la experiencia de quienes lograron plasmar esa política pública revela otros escenarios. A más de seis años de la ley que permitió la despenalización del aborto en la Ciudad de México, los datos muestran que la mayoría de quienes realizaron interrupciones fueron amas de casa, que el 70,5% de las mujeres se reconocían cristianas, y que el 94,6% era mayor de edad. Además, sólo un tercio de ellas no tenía ningún hijo al momento de la interrupción del embarazo.
El Distrito Federal fue pionero en la región, y vanguardia con respecto al resto de México. Tras la sanción de la norma, en abril de 2007, y su ratificación por la Corte Suprema de Justicia un año después, otros 16 estados mexicanos impulsaron reformas a sus constituciones para impedir iniciativas similares. La doctora Leticia Bonifaz Alfonzo, consejera jurídica y de Servicios Legales del gobierno y quien tuvo a cargo la redacción y defensa del proyecto frente a la Corte mexicana, visitó la Argentina para presentar una exposición en el Centro Cultural Borges que pone en diálogo las experiencias de ambos países. En una entrevista con este diario, Alfonzo evaluó la experiencia de ese país y señaló: «El verdadero puntapié es la decisión política. Esa convicción es la que impulsa todo lo demás.»
–¿Qué diagnóstico hacen de estos seis años?
–Se derrumbaron todos los mitos en torno a la despenalización. Decían que iba a venir gente de toda la República y ahora ya sabemos que sólo el 3% de las mujeres llegan desde otros estados. Decían que la mayoría iban a ser jovencitas irresponsables, y las jóvenes son un porcentaje muy bajo. La mayoría son amas de casa. De hecho, sólo la mitad de las que pidieron asesoramiento, terminaron realizando la interrupción. Para muchas mujeres, en esa decisión entra lo moral, lo religioso, si la pareja responde, si tiene el apoyo de la madre y cómo reaccionarán los otros hijos.
–¿Por qué se priorizaron los abortos farmacológicos?
–Se busca que la intervención sea lo menos traumática posible. Por eso, también se separó el espacio de atención del resto de los pacientes, para que haya un ambiente cuidado. En un primer momento, las mujeres están con sus parejas o con la compañía que hayan elegido, luego pasan a otro espacio donde socializan con otras mujeres. El gobierno de Tailandia regaló pareos para remplazar las batas de hospital. Se ha cuidado que no sea un procedimiento mecánico y deshumanizado. No es que sea una experiencia agradable, pero sí es necesario bajarle la intensidad y el dramatismo.
–¿Cambió en México la percepción social sobre el aborto?
–No conozco encuestas recientes. De partida, el apoyo era superior al 60 por ciento. La Ciudad de México es muy liberal. Hubo protestas «pro vida», pero de pocas personas, y además su líder estaba envuelto en un escándalo sexual. Los tomamos en su peor momento. Y salió muy rápido. Fueron días, ni siquiera meses.
–¿Cuál fue la clave que permitió abrir el debate?
–Estuvo en la combinación de varios factores. Por un lado, el trabajo social y el convencimiento de las feministas, ya con un discurso moderado, no centrado en el derecho sobre el cuerpo, que parece egoísta, sino en la cuestión de la función social. Después, necesitas una buena traducción jurídica, para que la Corte Suprema no declare la inconstitucionalidad. Pero el verdadero puntapié es la decisión política. Esa convicción impulsa todo lo demás. El jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, estaba convencido de dar ese paso. Muchos le advirtieron que podía tener costos para su carrera política, y él dijo: «Soy un hombre de izquierda, mi equipo viene de una izquierda militante que sabe que hay que hacerlo. Si no tomas la decisión cuando llegas, no vale la pena haber llegado.»
–¿Y tuvo costos?
–Ninguno, al contrario. Se la jugó y lo benefició. Marcelo sólo podía hacerlo al inicio de su mandato. No podía esperar. No es una decisión de sexto nivel de gobierno. Es una decisión llegando y con todo. Sin dudas.
–¿Cómo rompieron la hegemonía católica en un país tan creyente?
–Yo creo que la diferencia básica con Argentina es que México es un país profundamente creyente pero laico en serio, desde hace 150 años. A muchos católicos les molesta que un sacerdote se meta en temas de la política. Además, se perdieron muchos fieles en manos de los evangelistas.
–¿En México no hay referencias católicas en el discurso público?
–Hace poco una alcaldesa dijo que le daba las llaves de la ciudad a Dios y casi se la comen viva. Porque la población católica no mezcla las cosas. Puede que haya más creyentes, pero tenemos clara la separación entre Iglesia y Estado.
–¿Generó un sentimiento de orgullo ser pioneros en el tema?
–Al D. F. lo llamamos «la isla de las libertades». Allí hubo un orgullo que tuvo que ver con la capitalidad y la apertura. Pero pasó mucho más con el matrimonio igualitario, porque el aborto es un tema más sensible, siempre está presente la parte emotiva del embrión. Tratamos que se entienda que, finalmente, ese es un hijo no deseado. Hay una mujer que no quiere ser madre. Y se trata de su derecho a decidir. ¿Por qué van a decidir el médico o el Estado por ella? Las mujeres suelen tener miles de razones que justifican su decisión.
–La antropóloga Marta Lamas menciona que hizo falta también una «profesionalización del feminismo». ¿Qué significa eso?
–Cuando Ebrard dijo que iba a salir, cada uno tuvo su tarea. Algunos tuvieron que hacer lobby en el Congreso, para sensibilizar a los políticos y darles argumentos para defender el proyecto. Que se haya hecho un lobby más inteligente, de menos confrontación, fue clave. Yo creo que cambiar la lógica de la autonomía por la de las libertades terminó convenciendo a varios. Así cambias el foco de lo que es relevante. Además, colaboró que las dos principales cadenas de televisión no hayan confrontado.
–Respecto de la redacción del proyecto, ¿cómo hacer con los pactos internacionales que, como el de San José de Costa Rica, defienden la vida desde la concepción?
–En el caso de México, se había hecho una reserva y teníamos interpretaciones de la Corte diciendo que era un derecho que se podía ponderar. Se puede diferenciar la vida humana biológica de la social. Hay interpretaciones posibles en ese sentido. En la Corte, conseguimos ocho apoyos de once. El octavo era una mujer muy conservadora. A ella se le dio un argumento muy formal, sin discutir nada más.
–Entonces, fue importante también el pragmatismo…
–Cuando llegaron las audiencias de la Corte, contestamos a las estridencias de los grupos «pro vida» con mucha racionalidad. Eso ayudó mucho. Además, nunca salimos a cantar una victoria. Fue un muy bajo perfil para sortear las irritaciones, y así evitar la polarización.
–El rol de la Corte Suprema fue determinante. Aquí sucedió lo mismo con los abortos no punibles. Pero, ¿no es un problema judicializar políticas públicas?
–La ventaja de judicializarla fue que nos dio una interpretación que sirve para cualquier tribunal federal o local. Estandarizó un criterio, y fue una ventaja para la causa. Por la progresividad de los derechos, ahora ya no se puede volver atrás.
–¿Cómo percibe la discusión sobre el aborto en la Argentina?
–A mí lo que más me preocupa es el Papa, que tengan un Papa carismático. El rol de la Iglesia no hay que menospreciarlo. Posiblemente se requiere, además, un tiempo para permear en los medios. Pero la voluntad política es la que te da el último empujón. «
«nuestros cuerpos»
La exposición Derecho a Decidir. Aborto legal en la Ciudad de México: un modelo para la región es una adaptación de la muestra Nuestros cuerpos, nuestras vidas. Cuatro décadas por el derecho a decidir en México, presentada en 2012 en el Museo Memoria y Tolerancia de esa ciudad. Curada por Ignacio Vazquez y Maximiliano Florencio, cuenta con trabajos de diferentes disciplinas: artes plásticas, cine, fotografía e intervención urbana. «La palabra aborto aun provoca muchas reacciones y miedos, el peso de la ilegalidad es muy profundo aun en los ámbitos más progresistas», señaló Vázquez. En Buenos Aires, la muestra cuenta con el apoyo de Católicas por el Derecho a Decidir, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, Amnistía Internacional y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
Las claves de la ley
-<dr En seis años, se realizaron 104,940 interrupciones. Ninguna sufrió una complicación grave en embarazos de menos de 12 semanas y siguiendo el lineamiento. Ocho de cada diez mujeres buscaron asesoramiento antes de las nueve semanas.
-<dr El 73% vivía en el D.F., y sólo un 3,4% fuera del Estado de México. El 44,9% eran mujeres casadas o con unión civil.
-<dr El 32,3% tenían nivel secundario, y un 8,7%, sólo primario. Las amas de casa fueron las que más abortos se realizaron: un 36% del total. Le siguieron las estudiantes (24,5%) y las empleadas (23,2%).
-<dr El 68,5% de las intervenciones fueron con misoprostol. El 95% eligió un método anticonceptivo post aborto, y entre ellas, el 29,1% optó por el DIU. Sólo hubo un 2,09% de «repetidoras».
-<dr No se firmó la Objeción de Conciencia. Los médicos decidieron libremente si querían participar en el programa.