Cdte. Pablo Catatumbo, miembro del equipo negociador de las Farc en La Habana: «El pueblo colombiano votó por la solución política del conflicto armado»
Por primera vez, uno de los negociadores de las Farc en La Habana habla de lo que piensa esa guerrilla tras la reelección de Santos.
Pablo Catatumbo, miembro del Secretariado de las Farc y uno de los plenipotenciarios de esa guerrilla en los diálogos de La Habana, habla por primera vez después de que Colombia reeligiera al presidente Juan Manuel Santos. Afirma que el país votó por la paz y que este respaldo es una obligación para las partes sentadas a la mesa. También insiste en que hubo un mandato por los cambios estructurales que el país necesita para dar el paso hacia la reconciliación y sostiene que el problema de Colombia es que sus mandatarios no han podido solucionar la violencia y la desigualdad, y que el acuerdo que se conoció sobre el punto de víctimas es un reconocimiento a quienes cargan el dolor de este conflicto de 50 años. Este la conversación con Pablo Catatumbo.
¿Qué lectura tienen del proceso electoral que concluyó el domingo pasado?
Fue un proceso en el que se siguen manifestando fenómenos tradicionales como la alta abstención, la ausencia de programas, la corrupción y la compra de votos. Dentro de la franja de compatriotas que vota primó el deseo de llegar a un país en paz, pero una paz con cambios y con justicia social, por encima de la opinión que les merecían los dos candidatos. El pueblo colombiano votó por la solución política del conflicto armado, lo que se impuso como punto central del debate electoral sobre los demás aspectos político-sociales de Colombia.
El presidente lo calificó como un mandato para la paz. ¿Ustedes lo ven así?
Lo que gana es el anhelo de la gente por la paz —una paz incluyente, con cambios y con justicia social—, no la visión particular que sobre la paz pueda tener Juan Manuel Santos. Así que se viene un inmenso y justificado clamor popular por participar en las mesas de diálogo, por hacer sentir su voz y por que sus reivindicaciones sean cumplidas. Esto es positivo, porque potenciar el debate público y la movilización social serán siempre buenos síntomas para una sociedad que avanza hacia la paz y hacia el cambio. El reto es para el Gobierno: si persiste en sus posturas unilaterales, antipopulares e inmovilistas, la opinión pública y las organizaciones sociales se lo cobrarán bien caro.
El jefe de Estado también dijo que el resultado en las urnas implica una obligación para las guerrillas en aras de alcanzar la paz…
Implica una obligación para todas las partes en las mesas de diálogo, eso es obvio. Pero no en la manera como lo pretende mostrar el establecimiento, que es algo así como que a las mayorías nacionales ya ordenaron a las guerrillas su autoeliminación. No, no es esto. El mandato de la Nación es para lograr una paz con justicia social que sea cualitativamente distinta de todo lo que representa el actual régimen político antidemocrático e injusto y que deje atrás la opción reaccionaria y belicista derrotada, es decir, la opción militarista de la extrema derecha uribista. En últimas, hay un mensaje claro para Santos: deslíndese de todo lo que representa Uribe y opte por la justicia social y el cambio.
¿Los compromete el hecho de que la izquierda se haya movilizado en defensa del proceso de paz apoyando a Santos?
Compromete a Santos a tener que abrir los ojos a un espectro político diverso, darse cuenta de que la paz no se derivará de jugadas tecnocráticas sino de un verdadero compromiso con los cambios en la estructura del país. Las naciones fracasan cuando no solucionan los problemas de la sociedad. Y el gran problema de la nación colombiana, así como el gran fracaso de todos quienes han conducido los destinos de nuestro país, es que han sido incapaces de solucionar la violencia y la desigualdad, cada vez más acentuadas en los últimos 60 años. Ese es el reto que afrontamos.
¿Cuál es el alcance del acuerdo de principios sobre la discusión del tema de víctimas?
Es un reconocimiento inicial de ambas partes a las miles de personas que cargan con el dolor y el sufrimiento de sus familiares, y de colectivos humanos que han resultado profundamente afectados por esta larga confrontación. Podríamos resumir diciendo que es un primer paso para la reconciliación.
¿Reconocer las víctimas implica asumir que exista una acción penal contra ustedes?
Implica asumir responsablemente nuestro compromiso con el bienestar del pueblo y con la consecución de la paz. Nuestra postura frente al tema de las víctimas es consecuente con nuestros principios: no hay nada más revolucionario que la verdad; pero la verdad verdadera, contextualizada y completa, no con el maniqueísmo y la distorsión con que la han presentado personas e instituciones a quienes no les conviene que se sepa toda la verdad y como se ha querido manipular desde los grandes medios. Ese compromiso lo asumimos plenamente.
¿Cómo ven el que se haya hecho público el proceso exploratorio con el Eln?
Siempre hemos dicho que saludamos el trabajo que realizan los compañeros del Eln y hacemos votos para que resulte exitoso.
¿Las guerrillas deben ir unidas al fin del conflicto?
El campo revolucionario —armado o no— debe ir unido hacia la consecución de sus fines: el bienestar y el buen vivir de los más necesitados. Si esto es posible por las vías pacíficas, aún mejor.
¿Están dispuestos a que en algún momento el Eln se sume a la mesa de La Habana?
De este tema no puedo adelantarle nada, pues ambos procesos tienen componentes confidenciales.
En las últimas semanas de campaña se movió mucho de la participación de las Fuerzas Armadas en favor de la campaña de Zuluaga. ¿Eso evidencia su indisposición hacia la paz?
Evidencia que perviven fuertes sectores militaristas dentro de la oficialidad, fortalecidos e influenciados por el pensamiento fascista que Uribe representa. Son estos quienes se han opuesto y se oponen fervientemente a la búsqueda de una solución política al conflicto, anteponiendo sus intereses personales a los intereses de la Nación. Pero esa opción es la que poco a poco ha ido siendo derrotada por la opinión nacional que se inclina por la paz. No es posible la paz con unas Fuerzas Armadas manejadas por este tipo de enemigos de ella. Es el colmo, por ejemplo, que en la sede de Acore —de lo cual hay fotos— se reúnan grupos neonazis, que realicen actos públicos a favor del fascismo, que destruyan murales emblemáticos en homenaje a las víctimas, y desde el Gobierno nadie diga nada.