Luis Arce Catacora, ministro de Economía de Bolivia: «Hay que ir hacia una OPEP latinoamericana»

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Economista de profesión, Luis Arce Catacora fue uno de los ideólogos del programa económico que en diciembre de 2005 llevó a la presidencia de Bolivia a Evo Morales, a quien acompaña desde entonces como ministro de Economía y Finanzas. Y es más que probable que lo siga haciendo, a juzgar por la considerable ventaja que según las encuestas el actual mandatario mantiene frente a sus adversarios de cara a las elecciones presidenciales del 12 de octubre próximo. Durante una entrevista con Tiempo Argentino, el funcionario boliviano pasó revista al cambio de rumbo económico adoptado hace casi una década atrás, las durísimas disputas políticas que conllevó por parte de los grupos dominantes –que incluyó un intento de golpe de Estado– y los desafíos por delante. En materia de hidrocarburos, Arce respaldó la propuesta del presidente de YPF, Miguel Galuccio, acerca de crear un G-10 de países con recursos energéticos a nivel latinoamericano.

–Miguel Galuccio, el presidente de YPF, habló recientemente en Bolivia acerca de la idea de crear un G-10 regional con los países que cuentan con recursos energéticos. ¿Cómo ve esa iniciativa?

–Estoy de acuerdo, por supuesto. En América latina, paulatinamente, se está viendo que los Estados retoman el control de sus hidrocarburos y en ese momento las relaciones entre los países empiezan a tomar otro esquema. ¿Por qué? Si los hidrocarburos están en manos de las transnacionales no podemos hablar de defender los intereses de los Estados, de los pueblos, las transnacionales tienen otros objetivos. En cuanto cada vez más los recursos naturales van estando en manos de las empresas estatales, es mucho más fácil configurar este tipo de iniciativas y de control de los precios y políticas que van a favorecer esta vez a los pueblos. Entonces, yo creo que ese es un primer requisito: que los países tengan el control de sus recursos naturales para que podamos establecer políticas de Estado integradoras que puedan generar condiciones para tener una especie de OPEP latinoamericana para la determinación de precios energéticos.

–¿Hay proyectos de exploración conjunta entre YPF y Bolivia?

–No conozco, pero de hecho Bolivia ya lo está haciendo con otras empresas nacionales. Tenemos, por ejemplo, proyectos conjuntos con PDVSA, también con Petrobras, aunque esta tiene sus particularidades porque trabaja como prestadoras de servicios para YPFB. Tenemos experiencias de convenios de exploración y producción conjunta entre empresas estatales.

–A casi nueve años del primer triunfo electoral presidencial de Evo Morales, ¿cuál es el balance y hacia dónde va la economía boliviana?

–La recuperación de nuestros recursos naturales para el pueblo boliviano marca el punto de inflexión de una economía boliviana sin recursos, con desempleo, pobreza, exclusión social y la nueva Bolivia que estamos construyendo ahora con la construcción de una Bolivia industrializada. El país ya ha emprendido varios proyectos de industrialización de los recursos naturales como la planta de urea y amoníaco, es decir, Bolivia ya no solamente va a exportar gas en bruto. También vamos a entrar en la producción de plásticos, y por lo tanto ese gas que antes lo enviábamos por tubo va a tener un uso importante para el país, lo que nos va a aumentar en por lo menos tres veces nuestro ingreso. Adicionalmente, en minería –donde Bolivia es un exportador todavía de los concentrados de zinc, plomo y plata– vamos a construir una planta hidrometalúrgica que nos permitirá exportar metálico, dando por lo tanto pie a la industria básica. Al poseer litio, además de magnesio y otros químicos, podemos empezar a desarrollar la industria farmacéutica. En el otro extremo está el hierro, Bolivia tiene riquísimos yacimientos en la frontera con Brasil. Ahí tuvimos un fracaso con la empresa Jindal, de la India, que se había adjudicado el yacimiento y que tenía que llegar a 2008-2009 con la producción de acero plano. Queremos que Bolivia entre en la siderurgia, la madre de las industrias.

–¿De dónde sale el financiamiento para estos desarrollos?

–Todo lo que tiene que ver con la minería, hasta donde nosotros vamos, es con financiamiento propio. En otras palabras, nacionalizamos los hidrocarburos, la minería y la electricidad para generar ingresos. Por otro lado, la recaudación se triplicó y ese ingreso se invierte para llegar a nuestra «frontera» en minería, y si se puede, en materia de industrialización. Y cuando buscamos un socio estratégico, le exigimos que invierta porque también va a ganar.

–En términos políticos, ¿cómo se dio la disputa generada por el cambio de rumbo económico?

–Ese proceso político se divide en un antes y después de 2009. En mayo de 2006 nacionalizamos los hidrocarburos y empezamos la política redistributiva del ingreso en octubre de ese mismo año. El primer año, la oligarquía y los grupos de poder de nuestro país nos dejaron gobernar. Pero tras ver los resultados económicos y sociales, reaccionaron de manera muy clara y abierta a partir de 2007 con una crítica demoledora desde los medios de comunicación que fueron cómplices en esta tarea de desprestigiar las acciones que llevaba adelante el gobierno nacional. Los años 2007 y 2008 fueron los de mayor pugna por el poder político en Bolivia, con una guerra económica de los grupos oligárquicos al incrementar el precio de los productos que producíamos en el país. Los aceites y comestibles los vendían al exterior más barato que lo que lo hacían dentro del país. Prohibían la provisión de carne al occidente boliviano desde los centros ganaderos ubicados en la región oriental. El objetivo de la guerra económica era generar inflación y que el pueblo dijera: «Este gobierno no sabe manejar la economía y hay inflación.» Combatimos y vencimos a la inflación, pese a todo.

–¿Cuál era el rol de los medios en ese enfrentamiento?

–Estaban al frente, eran cajas de resonancia en contra del gobierno nacional. El único pecado que hicimos es que en 2006 empezamos a fiscalizar a los medios de comunicación para el pago de impuestos. Ahí nos dimos cuenta que estas empresas de comunicación nunca habían sido fiscalizadas. Fue una guerra económica porque sus intereses privilegiados del pasado estaban en juego. El clímax de la guerra política fue en 2008, cuando intentaron un golpe de Estado cívico prefectural contra el gobierno nacional tomando empresas públicas, aeropuertos, incendiando instituciones públicas como en Santa Cruz de la Sierra y la «Matanza de Porvenir», en el departamento de Pando. No obstante, el gobierno superó esas pruebas en todas las elecciones de ese período, tanto la de constituyentes como el referéndum para la aprobación de la Constitución política del Estado y el revocatorio que le plantearon al presidente Evo Morales. Luego, en 2009, ya con la nueva Constitución aprobada, el pueblo boliviano decidió, contra toda la campaña que se le había hecho durante los años previos, que Evo ganara con el 64% de los votos, 10 puntos más que lo que había cosechado en 2005. Ahí se resolvió el problema político. Los grupos de poder fueron derrotados en las urnas por el pueblo, aún con toda la artillería que le habían lanzado. Ese fue el punto de inflexión, hay una oligarquía derrotada políticamente.

–¿Cómo se combatió a la inflación?

–Con muchos controles, desde los tradicionales monetarios hasta los fiscales y cambiarios. La inflación de los años, 2006 y 2007 venía importada porque los precios de los alimentos habían subido en el mundo. Y además había un componente artificial. Entonces, implementamos mecanismos cambiarios apreciando la moneda. Adicionalmente, aumentamos los mecanismos para que la gente pudiera aprovisionarse de alimentos directamente del productor, sin intermediarios, por medio de mercados y ferias. También controlamos las exportaciones. Obligamos a los empresarios a garantizar el abastecimiento del mercado interno a precios justos.

–¿Preocupa la baja de los precios internacionales de los minerales?

–Ya van tres años consecutivos que bajan los precios de los minerales y paradójicamente el crecimiento boliviano del año pasado fue del 6,8 por ciento, el mayor desde la década del setenta. Aquí hay que tapar la boca a esos criterios que dicen que el boom económico en Bolivia se debe a los precios internacionales. El neoliberalismo apostaba al crecimiento en base a las exportaciones. «Exportar o morir», decía un ex presidente boliviano. Bolivia, con el nuevo modelo, apostó al crecimiento en base a la demanda interna manteniendo las exportaciones. Hemos impulsado desde 2006 la demanda interna con políticas sociales, transferencias condicionadas, bonos, para que la gente tenga mayor capacidad de compra. El año pasado, en lugar de crecer hubiésemos tenido una recesión de 1,4% si apostábamos solamente a las exportaciones porque cayó la demanda externa.

–Aquí se tomó el financiamiento barato que consiguió Bolivia para criticar la supuesta falta de confianza que despierta la Argentina, cuyo endeudamiento tiene un costo mayor. ¿Cómo se dio esa emisión?

–El gobierno boliviano no necesitaba esos recursos, fueron apenas 500 millones de dólares, tuvimos una demanda de 4200 millones. Nuestro objetivo era posicionar a Bolivia en el mapa financiero mundial. Éramos uno de los pocos países que no había emitido bonos y no aprovechábamos la coyuntura de tasas de interés bajas que venía de la crisis europea y norteamericana. Lo más importante para nosotros era dar un giro en la opinión internacional sobre Bolivia a partir de lo que los medios de comunicación bolivianos venían informando al exterior: que Bolivia está mal, que no hay seguridad jurídica, que el empresariado está en riesgo, en fin, una serie de argumentaciones que hemos visto que se aplican contra todos los gobiernos que tomaron la decisión de llevar adelante políticas a favor de los pueblos de cada uno de los países y que por ello fueron atacados mediáticamente. «

Deuda externa y club de parís

«Nosotros observábamos la experiencia de gobiernos neoliberales del pasado y veíamos que había un sometimiento de las decisiones gubernamentales cuando iban los mandatarios a negociar los acuerdos con el Club de Paris. Bolivia tenía varios ‘clubes de París’ de donde venían los funcionarios con las recetas ya dictadas y con el FMI detrás, que era como el gendarme para que se cumplieran las recetas para pagar la deuda externa», explica Arce Catacora.

Y agrega: «Yo creo que ha sido valiente la decisión de Argentina de ir solos, sin el Fondo Monetario, para defender la soberanía de las políticas económicas de Argentina, y es un avance porque da una señal importante para el flujo de capitales, para que retorne el normal financiamiento externo a la Argentina, pero por supuesto es una señal para los otros países de América Latina, para las calificadoras de riesgo, de que cuando un país presenta ciertas dificultades puede tener la capacidad de resolverlas de manera soberana frente a los acreedores sin necesidad de la intervención de ningún organismo internacional.»

http://tiempo.infonews.com/2014/06/08/argentina-125993-hay-que-ir-hacia-una-opep-latinoamericana.php

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