Teresa Parodi, cantautora y flamante ministra de Cultura de Argentina: “Este gobierno es el que más hizo por la cultura”
Por Eduardo Fabregat
Teresa Parodi no para. El miércoles pasado, por la noche, recibió un llamado que vino a cambiarlo todo. El jueves juró como primera ministra de Cultura en un emotivo acto en la Casa Rosada; inmediatamente después despidió a la delegación que viajó al Festival de Cannes, donde el cine argentino tendrá una fuerte presencia; el viernes inauguró las jornadas de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares en la Feria del Libro. Tuvo un fin de semana intenso, de permanentes consultas e intercambio de impresiones con el equipo de trabajo más íntimo en su nueva función. Ayer, la sede de Alvear 1690, eso que antes se conocía como secretaría y ahora ostenta un rango esperado, fue escenario de reuniones continuadas con representantes de varias áreas. En el medio, la ministra estuvo presente en el encuentro de Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet (ver páginas 2 y 3), para volver rápidamente y seguir con una serie que incluyó el encuentro con Página/12, y amenazaba seguir hasta entrada la noche. A pesar de todo, cuando recibe al cronista y al fotógrafo sonríe, y no muestra trazas de cansancio: lejos de eso, no puede ocultar la inyección de energía que supuso ser elegida para encabezar una cartera que es un viejo anhelo de los hacedores de cultura en la Argentina.
Está claro que una charla en esta instancia está obligatoriamente signada por la dificultad de entregar definiciones tajantes o dar cuenta de cambios abruptos. Sobre todo porque Parodi deja claro en todo momento que, más allá del salto que supone llevar una secretaría a ministerio, su gestión viene a reconocer una política estatal anterior y su misión es continuar, profundizar, ampliar, ir más allá. Y nada le empaña el entusiasmo.
–¿Cómo fue el llamado de la Presidenta? ¿Qué fue lo primero que le cruzó por la cabeza ante el ofrecimiento?
–La Presidenta me hizo llamar y podían ser muchas cosas, ella me ha llamado otras veces para hablar de otras cosas o para invitarme a algún lugar… ella siempre ha tenido un vínculo afectivo con muchísimos artistas, ha sido muy cálida siempre, nos ha recibido, nos ha convocado para diferentes cosas. Por supuesto que no me imaginaba que era para crear el Ministerio de Cultura, pero cuando me lo dijo me emocionó, porque es un deseo largamente acariciado por el sector al que pertenezco, por todas las áreas. Y por muchas razones, porque este gobierno es el que más hizo por la cultura. Las políticas ya existían y se pueden intensificar, porque siendo un ministerio cambian y mejoran muchas cosas. Pero independientemente de eso acá hay una gestión de políticas culturales muy claras. El rol que tiene la cultura en el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner está clarísimo desde el primer día. Y creo que no es casual que tanta gente de la cultura se haya sentido escuchada, se haya sentido más valorada, respetada, en este tiempo. Eso está claro, es algo que se delineó muy claramente con todos los secretarios que estuvieron. Pero me parece que crear el ministerio… al crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología dejó claro cuál es el lugar que la ciencia y la tecnología tienen en la gestión y en la mirada de este gobierno nacional y popular, y en la política concreta. Todo lo que recuperamos, lo que significó que se creara, el lugar que se le da.
–Un cambio de filosofía desde el Estado.
–Exactamente, desde el Estado que está conducido por este modelo nacional y popular.
–El Ministerio de Cultura, usted lo dijo, era un deseo de vieja data. ¿Por qué tardó tanto?
–Fueron los tiempos que necesitó. No siempre se puede hacer todo junto, porque armar un ministerio también es mover un montón de cosas, darle una respuesta a la cultura, y la cultura también recibió respuestas concretas desde la secretaría. Se puede empezar a especular, y alguno ya lo ha hecho, conque es todo parte de la campaña. Pero yo creo que esto es la culminación de una política que se dio desde el primer momento: que finalmente se decida la creación del ministerio en el momento en que realmente se le puede dar todo, como debe ser. Porque había otras cosas que el Gobierno tenía que desplegar en muchísimos sentidos de la política, la política diseñada para poder hacer lo que hizo en este país, para hacer que este modelo dé resultados concretos. En el marco de todo eso, éste es el momento justo. Eso es quizá la gran noticia, que después de todo lo que se hizo hasta ahora llega este broche de oro.
–Volviendo a la charla con la Presidenta…
–Ella dijo “tiene que estar al frente alguien de la cultura, alguien que refleje algo de la cultura, y ahí pensé en Teresa”. Me emocioné mucho cuando lo dijo, para mí es un honor, valoriza mi trabajo. Soy mujer, soy del interior, represento a la intensa diversidad musical de este país; porque no sólo soy del litoral, de donde vengo y de donde viene el mayor bagaje de mi música, sino que tengo una formación de folklorista, vengo de todas esas músicas, soy parte de eso, me formé para eso con tantos otros compañeros que se sintieron reivindicados.
–Cuando se conoció la noticia fue notoria la oleada de artistas populares que expresaron su alegría.
–Me tocaba a mí, pero podía ser cualquiera de nosotros, que somos muchos. Quiero dejar esto bien claro: hay muchos compañeros que estaban en condiciones de estar en este lugar, con un gran compromiso y una gran pasión. En un lugar como éste no es necesario que esté sólo un artista, sino también alguien a quien le guste la gestión. Que comprenda la cultura y que pueda abarcar con su trabajo a todo el amplio espectro, pero que le guste la gestión porque no es sencillo, es muy bello pero muy complejo, y hay que tener una capacidad de poder armar equipos y articular políticas que es fascinante… pero es una cosa tan fuerte que de golpe tenés que dejar en un segundo plano tu tarea, tu oficio, tu profesión, la que fuere. Seas director de teatro, cineasta o músico, tenés que dejarlo a un costado. Hay que tomar esa decisión, y yo soñé con esto, con que hubiera un Ministerio de Cultura, y siento que este gobierno es el que más respuestas le ha dado a la cultura. Casi sería negarme a la oportunidad histórica de ser una herramienta. Sólo eso, pero con ganas, con la necesidad perentoria de hacerlo.
–¿No lo dudó ni un segundo?
–No podía decir que no. Acabo de grabar un disco en el que puse mucha expectativa, muchas ilusiones, un disco importante, que lo grabé en el campo, lo diagramé, lo pensé, lo desarrollé, lo hice con un equipo de gente maravillosa, lo filmé todo, vinieron todos los amigos que pudieron estar. Y todo eso es un disco y un DVD que saldrá, pero saldrá sin mí. Todo eso tenía que pensar en ese momento y responder… y lo que respondí es claro porque estoy acá. En ese momento le pregunté a la Presidenta “¿y cuándo hay que hacer esto?”. “Mañana”, me dijo. Y asumí. Ella es muy inteligente y sabe indagar y me preguntó por la gestión, y yo le dije que a mí me gusta y que, para gestionar, yo me di cuenta por mi experiencia en otros lugares donde trabajé, hay que proponerse armar equipos y proponerse articular, no cerrarse sólo a las políticas que puedan salir del propio ministerio, el lugar donde estás. Tenés que tener ideas, pero también ir a buscar. Y este gobierno siempre articuló, todos los ministerios están articulados, y eso es maravilloso.
–De hecho, la secretaría trabajó varias cosas en articulación con otras dependencias.
–Los caminos y los puentes están hechos, es algo que ayuda muchísimo al desarrollo de cualquier actividad, y todas se enriquecen. La Presidenta me dijo que quiere que la cultura llegue hasta el último rincón, que llegara aún más de lo que de hecho ya llega. Que quiere dejar esta marca, esta huella. Tiene razón, porque cuanto más alto llevemos el nivel de todo lo que se puede desarrollar desde aquí, de cantidad y de calidad de respuestas, de hacer visible esa ebullición cultural que existe en la Argentina… el mensaje es claro: nunca menos. De ahí no se puede bajar, y esto es muy importante. Ella lo tiene muy claro. Yo sentí que debía decir que sí, y así es como llevo horas aquí armando, estructurando el equipo, pensando nombres, gente que ya conozco porque viene de trabajar conmigo… en eso estoy.
–¿Cuál es el desafío más importante? Porque la creación del ministerio es un hecho, pero queda claro que hay un tiempo acotado hasta el final de este mandato.
–Pero el ministerio queda. Hay que diseñar un ministerio ágil, que pueda dar respuestas. Cuando digo ágil quiero decir… la burocracia es un gran inconveniente en general, sabemos que es así, pero una cosa que nace tiene formas de hacer un administración, una tarea de ir a lo burocrático de lleno, de tratar de hacer un trabajo lo más ágil posible para que haya respuestas contundentes, se pueda poner en marcha el trabajo del ministerio desde ya. Por otro lado, pensar bien las áreas en que se va a dividir, cómo se va a realizar el organigrama para lograr esta interacción, los mecanismos necesarios para valorizar eso. Como la secretaría, que empezó y se fue desarrollando y cambiando tal como van cambiando los tiempos. Las herramientas de que disponemos hacen que toda esa organización pueda ser mucho más efectiva, que el manejo de políticas sea más dinámico. Por lo menos que eso se pueda dejar en marcha, un esquema de cosas que pueda ser adaptable, modificable en el futuro. Con una herramienta como ésta, con un ministerio finalmente creado, los que vengan tendrán un lugar donde seguir desarrollando. No voy a pensar nunca que el que venga va a decir “esto no sirve”. Eso sería el “nunca menos”.
–Bueno, pero es una preocupación lógica: conociendo cómo ha operado la Argentina en el pasado, cabe preguntarse qué sucedería con un Ministerio de Cultura con los cambios de color político.
–Bueno, por un lado yo aspiro a que no cambie el color político. Esa es mi ilusión y mi convicción. Porque con este modelo, con todo lo que tuvo de errores y de aciertos… son diez años de un trabajo intenso, de una transformación en muchos sentidos, que deja políticas a largo plazo, a futuro. En la Argentina hubo políticas que se hacían hacia atrás, emparchando, y de última nunca se emparchaba nada. Aquí quedan políticas a futuro, de inclusión y de igualdad, alucinantes. Esa transformación, ese cambio profundo, se va a tener que seguir en el mismo sentido, no se va a poder salir de eso. Pero olvidémonos de lo que puede ser una aspiración mía. Si la Argentina como país, nosotros, no aprendimos, después del oscurantismo que se vivió durante una década… vivimos una década donde llegaron a vaciarnos no sólo en la economía, sino culturalmente, nos instalaron otro modelo en la cabeza de manera deliberada y programada. Primero desa-parecieron a las personas y después instalaron ese modelo perverso que nos excluyó, que casi nos hizo invisibles, pero no pudieron, porque estamos aquí. Habremos aprendido que las cosas que están bien hechas hay que aprovecharlas y profundizarlas, desarrollarlas, llevarlas para adelante. Si no aprendimos eso, pues los dirigentes…
–Bueno, allí es donde entran a tallar cuestiones políticas y no tanto culturales, ¿no?
–Yo no soy dirigente político, soy una cantora del pueblo que se baja del escenario y se viene a trabajar acá porque conoce el territorio. Yo zurcí este país, lo conozco: me encanta decir esta palabra porque nunca zurcí una media, pero sí zurcí este país. Lo viajé, lo conozco palmo a palmo, de arriba abajo, hablé con la gente, los escuché, escuché su música, me emocionaron, me enseñaron. Yo vengo de un lugar interior, y me gusta esa palabra. A veces se usa la palabra “interior” peyorativamente, pero para mí tiene un gran significado ser del interior profundo de la Argentina. Si no aprendimos esto pensaré que la dirigencia política no aprendió nada, no representa al país que tiene. Digo: pensaría, desde mi lugar de artista, de mujer de trabajo, qué lástima que no aprendimos nada. Pero creo que esto va a continuar, y se va a profundizar, y va a dar sus frutos y respuestas que estamos esperando siempre en la cultura y la educación, que son fundantes. ¿Por qué no desaparecieron los pueblos originarios después de tanta masacre? Porque supieron conservar su cultura, traspasarla, oralmente, unos a otros. Eso demuestra que la batalla cultural hay que pelearla, porque define un país.
–En los últimos tiempos hubo iniciativas que buscaron ir por fuera de la lógica de mercado que imperó en otros tiempos. Usted estuvo muy involucrada en la Ley Nacional de la Música, ahora ingresó la Ley Nacional de la Danza.
–Hay que atacar con esas herramientas, que las elabora la misma gente en forma horizontal, de trabajo, de debate, como se hizo la ley de medios. La ley de medios se debatió hasta en los últimos lugares, y así se hizo también la Ley de la Música. Se debatió profundamente, son los protagonistas los que la hicieron, los que saben qué se necesita, de qué se trata. Esta es una característica muy definitoria de estos diez años, y son herramientas que quedan y que le van a hacer muy bien a la cultura, a todos esos sectores. De eso tampoco se puede volver atrás.
–En lo estrictamente operativo, más allá de ese equipo que usted está armando, ¿qué cosas surgen en las primeras charlas con los representantes de cada sector? Recién salió de aquí la gente del Instituto Nacional del Teatro…
–Yo siento que en todos lados hay pasiones. El INT, que existe desde hace quince años, está haciendo una tarea extraordinaria, creció enormemente, hay un circuito, hay en todo el país encuentros de teatro, festivales, ahora acaban de llegar de Jujuy con un espectáculo muy especial en las Salinas Grandes, momentos emocionantes que tenían que ver con todo lo que estaba sucediendo allí. Esto fue un acontecimiento cultural impresionante. Y pasa en todos los territorios del país, cuando las personas que son hacedores y trabajan para el Estado vienen y lo cuentan se emocionan… cuando yo era niña y llegaba el circo se paralizaban los pueblos; yo tenía la idea secreta de irme con un circo, sentía que había vida ahí. A veces eran pobres y eran tristes, pero era maravilloso cómo se transformaban cuando se prendían las luces y cómo transformaban a los chicos. Y ahora llegan los teatristas con sus escenarios y sus escenografías y montan sus obras y es una fiesta en el pueblo, vienen todos. Y así hay un montón de actividades culturales que hacía la secretaría y ahora el ministerio, en todo el país. Igualdad cultural que atraviesa el país, en todas las áreas, una actividad concreta que a veces es difícil que se sepa, que se visualice. Y se hace aunque no se lo vea. La gente ya sabe de esto que estoy hablando. Yo veo en estos gestores mucha emoción, y es muy lindo cuando alguien que trabaja en un ministerio se emocione. Por ahí lo veo desde un lugar emotivo, pero es un hecho, es una política que ya dio resultado, y eso queda. Es una huella digital que no se va a poder cambiar.
–Es claro que la cultura consigue cambios: aquí se está rescatando la experiencia que tuvo Colombia, que supo abrir Casas de Cultura en territorios que antes eran dominio del narcotráfico y la miseria.
–La cultura hace que la gente se ponga en otra cosa. Es inclusiva, y al ser igualitaria hace que la gente se sienta protagonista de su propio destino. Todos hacemos cultura, todo el tiempo, y ser valorizados por eso es muy fuerte, muy necesario y urgente. América latina ha sido penetrada culturalmente, eso no paró nunca. Pero resiste desde lo cultural y eso es extraordinario. Sigue habiendo resistencia.
–Si hay algo que llama la atención de este país es la constante generación de creadores….
–¡En todas las áreas! En cine, en literatura, en música, en artes plásticas, es un estallido que atraviesa toda América latina. Es la resistencia de estos pueblos a esa penetración.
–Hablando de América latina, ¿cuál es el peso del Micsur que va a inaugurar este fin de semana en Mar del Plata?
–Es algo que ha crecido muchísimo, el MICA y ahora el Micsur. Es una prueba más de lo que son las industrias culturales: son generadoras de un montón de trabajo y vuelven como cultura, se retroalimentan. Eso existe, está ahí. A esta edición, del jueves 15 al domingo 18, vienen ministros de Cultura de varios países latinoamericanos y grandes productores que van a participar de rondas de negocios de las distintas áreas; representantes culturales de América y de otros países del mundo. Son cuatro días que literalmente van a tomar Mar del Plata. Yo lo tomo ya hecho, pero voy a acompañarlo intensamente, porque me parece una iniciativa extraordinaria que el ministerio esté detrás de esto. Ahí se va a ver mucho todo lo que estamos hablando. Es muy inteligente de parte de los países que intervienen, hay foros de todos los países, y eso contribuye enormemente a mejorar la calidad con la que se desarrollan todas las áreas.
–¿Es complicado tener que responder entrevistas en una etapa que recién está iniciando?
–Esta es una etapa de hacer esto para lo que fui llamada, llevar estas mismas pautas y proyectarlas más aún. De profundizar.
–Es de suponer que para profundizar hay una mayor asignación de recursos.
–Sí, claro, y eso es bueno, pero estamos hablando de un gobierno que le ha dado muchísimo a la cultura, aunque ese hecho también es importantísimo. Yo voy a poner todo, con mucha alegría, entusiasmo y certeza de qué es lo que queremos y venimos a hacer, y con la expectativa de dejar algo útil. Algo que sirva para el futuro.
Las reglas del juego
Ya en los primeros días hubo algunos indicios de que su nombramiento no iba a escapar a cierta lógica de crítica a cualquier cosa que haga el Gobierno. ¿Tiene claro que, sea cual fuere su historial y su accionar, va a recibir mucha hostilidad de algunos sectores?
–Sí, lo tengo claro. Pero yo siempre salí a decir las cosas que no me gustaban, y también me pareció bien salir a decir cuando algo me gustaba. Si uno sale a decir cosas, siempre hay alguien que puede estar en desacuerdo. Yo no me detengo en eso. No me parece constructivo, ni me detiene tampoco en mi pensamiento ni en mi trabajo. Sea el trabajo que sea, el canto, escribir canciones o como sucede ahora, estar aquí para trabajar. Eso va a pasar siempre, son las reglas de la democracia, todos tienen derecho a opinar. Me va a encantar saber qué se opina después, si hice una buena gestión. Eso sí lo voy a escuchar. Y también voy a escuchar si me estoy equivocando, no soy soberbia. Hay algo que yo aprendí enseguida, en cuanto me fui a poner en práctica algo que había estudiado y me creí muy apta, que era enseñar en una escuelita del monte: supe que iba a enseñar, pero también a aprender. Y eso es algo que no me olvido nunca. En todos los lugares uno tiene que pensar que tiene que aprender mucho. Yo escucho. Y me importa si hay una crítica constructiva, desde un buen lugar, un lugar que busque mejorar, construir.
–Pero usted sabe que habrá críticas no muy constructivas.
–Son las reglas del juego. Repito: no me detienen ni me detengo. Pero creo que la gente también juzga eso. Si vos te sentás en un lugar y todo, pero todo lo que se hace decís que está mal, estás negando por negar. Con perdón y con respeto, me parece un lugar un poco necio. Si vos dejás cosas que están bien hechas, y viene alguien y las destruye, como se ha hecho históricamente en la Argentina, como hizo la Revolución Libertadora, que destruyó todo lo que hizo Perón, se paralizaron hospitales escuela, cosas que eran maravillosas para la gente, los dejaron caer, los destruyeron… que haga eso un gobierno que no ha sido elegido por el pueblo es una forma de violencia, pero que lo haga un gobierno elegido por el pueblo significa que nos equivocamos en grande, no aprendimos nada. En la democracia debe garantizarse la continuidad de las políticas que le hicieron un bien al pueblo. Pero eso lo iremos viendo, yo ahora en este momento no puedo hacer futurología ni me interesa.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-246133-2014-05-13.html