8M: Los feminismos y transfeminismos como motor de la lucha para despertar el género humano – Por Paula Giménez

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8M: Los feminismos y transfeminismos como motor de la lucha para despertar el género humano 

Por Paula Giménez*

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se ha convertido en un hito de lucha feminista y transfeminista en todo el mundo. Si nos remontamos al origen de la fecha que se señala podemos ir al  8 de marzo de 1908, cuando 129 mujeres trabajadoras textiles se encontraban luchando en la fábrica Cotton, en Nueva York, reclamando por condiciones laborales dignas, justas, reducción de la jornada laboral, y un salario igual al de los hombres. En 1910 en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague, se aprobó el 8 de marzo como el «Día de la Mujer Trabajadora» luego de que Clara Zetkin lo propusiera. Así es como esta fecha a lo largo de la historia y hasta nuestros días se ha constituido como un día de lucha ante la desigualdad persistente. A su vez cabe mencionar  que en 1975 Naciones Unidas formalizó la fecha como Día Internacional de la Mujer.

Este 2025, las calles y las redes sociales -un territorio que hoy no puede ignorarse al hablar de enfrentamientos y construcción de poder- volverán a ser testigos de una fuerza política que desafía las estructuras del capitalismo fascista y patriarcal. Sin embargo, este 8M transcurre en un contexto marcado por el avance del neofascismo, el recrudecimiento de la violencia de género y la profundización de las expresiones de odio.

Los feminicidios, la precarización laboral de las mujeres y las diversidades, la criminalización del aborto y la violencia institucional continúan siendo una constante en América Latina y el Caribe. Según datos del Mapa Latinoamericano de Femicidios entre 2023 y 2024 se registraron 7893 mujeres que fueron víctimas de feminicidio en la región, consolidando a América Latina como una de las zonas más peligrosas para ser mujer. A su vez, el modelo económico basado en la acumulación y la centralización de capital sigue relegando a las mujeres al sector informal. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que, en la región, el 57% de las mujeres trabajan en condiciones de informalidad y que ganan en promedio un 17% menos que los hombres. Sumado a estos niveles de informalidad a los que las mujeres se exponen, hay que tener en cuenta  el tiempo que pasan realizando tareas domésticas y de cuidado, lo cual  representa el trabajo no pago. Por mencionar algunos ejemplos, en México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de Mexico, valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados equivale al 26.3% del producto interior bruto (PIB) nacional, y las mujeres aportan el 71.5% de ello. Por su parte en Argentina, en el 2023 el TDCNR (Trabajo Doméstico y de Cuidados No Remunerado) represento casi el 16%, es el primero en Argentina. Los datos indican que 9 de cada 10 mujeres se ocupan de las actividades domésticas no remuneradas en sus hogares, dedicándole en promedio 6,4 horas diarias, el triple de tiempo que los varones.

En este contexto, el 8M se presenta no solo como una jornada de lucha contra el patriarcado, sino contra las bases estructurales de un sistema que sostiene la explotación de las mujeres y diversidades  trabajadoras. El auge de fracciones neo reaccionarias en posición de gobierno en América Latina y el mundo ha puesto en el centro de su agenda la reacción contra los feminismos y transfeminismos. Líderes como Javier Milei en Argentina, Jair Bolsonaro en Brasil o Nayib Bukele en El Salvador, han promovido discursos anti feministas, anti diversidades y fascistas, desfinanciado programas de género, desmontando estructuras legales e institucionales para la atención de diversidades y atacando los derechos conquistados. La demonización del feminismo no es casual: los movimientos feministas y transfeministas han sido los protagonistas de las últimas grandes rebeliones populares, desde el Ni Una Menos en Argentina hasta las marchas masivas en Chile y México.

Sin ir más lejos, el reciente 1F en Argentina, tomó por asalto y de manera masiva la calle a lo largo y a lo ancho del país para repudiar los dichos homofóbicos del Presidente Javier Milei en el Foro de Davos. Durante esta emblemática jornada, se enarbolaron consignas contra el fascismo, que se integran con otras luchas por los derechos humanos, económicos y políticos cercenados, no sólo en Argentina, sino en el mundo. Junto a las banderas de la diversidad, se levantaron consignas en contra del hambre, los despidos, la violencia institucional y el negacionismo, entre otros, y flamearon pañuelos blancos, verdes y violetas, junto a la bandera de Palestina.

Este hecho que dinamizó el escenario político argentino, dio contorno a los sujetos políticos que van ganando protagonismo en el contexto de esta nueva fase del capitalismo, en la que no sólo emergen nuevos enemigos para el campo popular sino también nuevas actrices y actores que asumen el protagonismo de la lucha en el marco de movimientos que logran transversalizar consignas y ganar en heterogeneidad.

La lucha y organización del movimiento feminista y transfeminista

El feminismo y el transfeminismo han demostrado en la última década su capacidad de articularse y expandirse globalmente. Tal como plantea Lucas Aguilera en «Nueva Fase: Trabajo, Valor y Tiempo Disponible en el Siglo XXI», estos movimientos han dado muestras de su capacidad transformadora, de su masividad, de su capacidad de romper con lo establecido, de incomodar el status quo. Sus consignas, formas organizativas y valores no son nuevos sino que contienen una larga historia.

Por tomar algunos indicadores, podemos señalar que el 8M toma la herramienta del paro internacional como método de lucha, reivindicando el reconocimiento de este movimiento como parte de la clase trabajadora, a partir de la consigna: “ Trabajadoras y trabajadores somos todas y todes”. El uso del paro internacional demuestra, a su vez, su capacidad de universalizar la lucha, adquiriendo un impacto glocal. Es decir, retomando las conceptualizaciones de Aguilera, el desarrollo de las luchas sucede en el territorio local pero adquiere un impacto global.

La utilización de las  redes sociales, incorporando el territorio virtual como ámbito de produccion y acumulacion de poder para realizar la fuerza en las calles,  han sido fundamentales en la construcción de movimientos como #MeToo, #MareaVerde, #NiUnaMenos o #UnVioladorEnTuCamino, impactando de manera glocal, y universalizando de esta manera las luchas. Y es que se hace imposible hoy ignorar que nos encontramos en una fase digital del capitalismo, en la que el territorio virtual se ha convertido en un campo de batalla donde se disputan sentidos, narrativas y, sobre todo,  poder. Esta característica ha sido fundamental en la lucha de este movimiento constituyéndose en una herramienta de organización para expandir consignas, intervenciones y convocatorias.

Las manifestaciones del 8M no solo ocurren en las calles, sino también en Twitter, Instagram, TikTok y Facebook. En 2024, la convocatoria virtual del 8M en Argentina logró ser tendencia global con el hashtag #NosotrasParamos, alcanzando más de 10 millones de interacciones. Estas acciones no solo visibilizan la agenda feminista, sino que generan nuevas formas de militancia y acción directa.

Los feminismos y transfeminismos populares como sujeto a consolidar para la lucha

La disputa dentro del movimiento feminista y transfeminista también puede verse plasmada en este 8M. No todos los feminismos y transfeminismos responden a los mismos intereses: mientras algunos sectores promueven una versión institucionalizada y neoliberal del feminismo, que se limita a la inclusión dentro del sistema capitalista, los feminismos populares y revolucionarios entienden que la lucha no puede disociarse de la transformación radical de la sociedad.

El feminismo popular es el que se organiza desde los barrios, desde los espacios sindicales, desde las luchas campesinas y comunitarias. Es el que entiende que la opresión de género está atravesada por la clase y la raza. Es aquel que no solo exige paridad en el Congreso, sino la expropiación de las riquezas acumuladas por las elites patriarcales personificadas en la Nueva Aristocracia Financiera y Tecnológica.

En un contexto de crisis orgánica del capital, donde las relaciones de producción y reproducción están siendo alteradas por la digitalización, la precarización y el desempleo estructural, las mujeres y diversidades se encuentran en la primera línea de resistencia.

No es casual que el 8M haya logrado convocar huelgas generales en distintos países. El feminismo ha demostrado que la disputa no solo es cultural, sino material. La huelga y el paro internacional  pone en evidencia que sin el trabajo reproductivo y de cuidados, el sistema colapsa.

En esta edición del 8M, el feminismo popular nuevamente inunda las calles y las redes a nivel glocal, en contra de los gobiernos fascistas, pero también, y esto es fundamental,  en contra del sistema capitalista y sus ambiciones imperialistas y extractivas, que avanzan hoy sobre las fronteras de la jornada laboral, intentando conquistar hasta los espacios de ocio y de sueño, para continuar ampliando el margen de producción de ganancias.

En ese marco es que este movimiento se convierte en revolucionario, cuando identifica que la disputa es en contra de ese 1% que se lleva la riqueza de la clase subalterna y levanta las banderas de los pueblos que luchan, de Palestina libre, de la  organización colectiva, del antifascismo anticapitalista y de la sonoridad combativa, convirtiéndose en un sujeto de transformación ante el odio y la desigualdad y en motor para la lucha, que en tiempos de post humanismos e inteligencias artificiales invite a  el despertar del género humano.

Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos, directora de NODAL. 

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