Ante una democracia en descomposición, ¿frente electoral amplio o fuerza social?
Por Marcelo Rosa*
El escándalo por la estafa cripto es sólo una muestra de algo mucho más profundo que subyace desde hace años en el interior de la democracia argentina.El letargo del Partido Judicial en la era libertaria
Las fotos de Milei con el empresario cripto Hayden Mark Davis, la cantidad de damnificados local e internacionalmente y las acusaciones de pedidos de coimas en el entorno del presidente para tener acceso a reuniones provocaron cientos de denuncias contra el mandatario en Comodoro Py. La primera de ellas recayó en la jueza Servini de Cubría que delegó la investigación en el fiscal federal Eduardo Taiano, cuyo hijo fue designado en agosto de 2024 al frente de la «Unidad Bienes Decomisados» a través de la Resolución N° 106/24 que lleva la firma del Jefe de Gabinete de Ministros.
El fiscal estaba de viaje y, aunque lo subrogaba Gerardo Pollicita, solicitó que lo esperen a su regreso. Hasta que decidió imputar a Milei y abrir la investigación transcurrió una semana en la cual se perdió tiempo valioso para preservar pruebas. Si bien requirió medidas, no hubo pedidos de información a la Casa Rosada, registros de visitas, tampoco allanamientos ni secuestro de celulares. Hay que señalar que la delegación de la investigación en el fiscal no es ingenua, dado que, procesalmente, tiene menos facultades que un juez a la hora de requerir medidas de prueba.
El letargo del poder judicial no es nuevo. Basta recordar que Sandra Pettovello acumuló durante 2024 decenas de demandas presentadas para entregar los alimentos a los comedores. También amontonó fallos que le ordenaban cumplir con dicha entrega, pero la funcionaria se encargó de apelar cada uno de ellos. Todavía sigue incumpliendo varias resoluciones judiciales, pero sin ninguna consecuencia. Llamativamente, para los jueces federales no hay abuso de autoridad ni incumplimiento de los deberes de funcionario público de la ministra.
El gobierno designó mediante Decreto N° 137/25 dos jueces en comisión para integrar la Corte Suprema. La podredumbre institucional es total, ya que dos de los magistrados que actualmente completan la Corte habían aceptado la misma metodología cuando fueron propuestos por Macri.
El Congreso baila al son de la casta libertaria
Tras el escándalo, la oposición parlamentaria osciló entre el juicio político contra el presidente y la conformación de una Comisión Investigadora. Ninguna prosperó y hasta se llegó al colmo en que el senador radical Eduardo Vischi fue uno de los firmantes del proyecto para crear dicha comisión, pero cuando llegó el momento de la votación, optó por el rechazo. La presión de la Casa Rosada sobre los gobernadores radicales surtió efecto y otros cinco senadores que, minutos antes habían votado favorablemente tratar sobre tablas el proyecto, decidieron luego votar en contra.
No obstante, el comportamiento genuflexo de sectores de la oposición no es nuevo sino, por el contrario, una continuidad de lo que fue el año pasado ya que, sin el inestimable apoyo de partidos políticos como la UCR, el PRO y sectores del peronismo de las provincias no hubiesen salido la Ley Bases, las facultades delegadas al presidente y el DNU N° 70/23 hoy no estaría vigente. En efecto, hay que recordar que, durante el tratamiento de la Ley Bases, se denunciaron los votos de algunos senadores a cambio de una embajada en la UNESCO o un directorio de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande.
¿Frente electoral antifascista o fuerza social que dispute el poder?
En este contexto, surgen variadas voces que plantean la necesidad de forjar un frente electoral democrático y antifascista para las próximas elecciones de medio término, de manera tal de asestarle una derrota al oficialismo y, en consecuencia, bloquear sus leyes.
Ante la falta de imaginación política y el estado de estupor que atraviesan las fuerzas populares, todo debate que propugne frenar a este gobierno fascista resulta saludable. Sin embargo, cabe preguntarse cuál sería la efectividad de un frente en estas condiciones cuando el apoyo legislativo que recibe Milei es transversal. El sistema político, en general, lo acompañó fervientemente porque el compromiso no lo tienen con Milei sino con el programa que trazan las clases dominantes que son los mandantes del gobierno libertario.
Por tal motivo, parece iluso esperar que esos sectores puedan aliarse tácticamente con fuerzas más opositoras cuando el bloque de poder económico sigue sólido en su apoyo a Milei. Asimismo, una alianza de ese estilo podría caer en el error de ser un rejunte que únicamente critique al gobierno por sus formas y no el fondo, que es su programa.
Si bien la alternativa señalada precedentemente no se debe desestimar por completo, urge la construcción de una fuerza social radicalizada y de confrontación con el gobierno en la calle. La democracia también se construye de abajo hacia arriba, creando comunidad, tejiendo redes solidarias y un colectivo social que no deposite sus expectativas en palacios u oficinas donde lo que prima son la rosca y el pragmatismo por conseguir el poder, pero sin voluntad de transformación.
También resultaría válido preguntarse si esa fuerza social que emerja de las movilizaciones sería suficiente para modificar el escenario en 2027. El hecho de que haya un ciclo de luchas callejeras no implica que indefectiblemente ello derive en un triunfo electoral del campo popular. Igualmente, tampoco habrá victoria en las urnas en un clima de resignación similar al de la paz de los cementerios.
En ese sentido hay que ser claro: Milei puede ser derrotado en elecciones, pero eso no implica que su modelo de ajuste y disciplinamiento económico se modifiquen ni que el estado de descomposición actual de la democracia pueda revertirse así sin más. El poder económico gana cuando construye sentido, cuando hace creer que todo es lo mismo y que es imposible cambiar el estado de las cosas.
Al igual que en otras épocas, el statu quo tambalea cuando emerge potente un movimiento que disputa sentido y, especialmente, poder. Ocurrió con el sindicalismo combativo de la década de 1920, el 17 de octubre de 1945, el Rosariazo, el Cordobazo y la rebelión de 2001. A todo ciclo político novedoso y de ampliación de derechos, le precedió la irrupción de una fuerza social que dio vuelta todo. No habrá 2027 si antes no hay ofensiva popular.
*Abogado. Militante social argentino.