Facebook, Instagram y las libertades de la ultraderecha – Por Daniela Pacheco

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Facebook, Instagram y las libertades de la ultraderecha

Por Daniela Pacheco*

La decisión de Meta de realizar cambios sustanciales en las políticas de moderación de contenidos representa la consolidación de un nuevo paradigma de verdad en las plataformas digitales. No resulta casual que esta medida coincida con el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. La alianza entre Mark Zuckerberg y Elon Musk bajo la supuesta premisa de la «libertad de expresión» pone sobre la mesa el avance de la derecha radical en la imposición de las reglas del discurso público.

Esta alineación de las grandes tecnológicas con sectores de la extrema derecha anticipa desafíos significativos para la democracia y la izquierda en América Latina, especialmente en un contexto de su evidente rearticulación política en el continente.

Zuckerberg anunció que Instagram y Facebook suprimirán la verificación externa de contenidos —que no funciona del todo correctamente—, y la reemplazarán por un sistema de comentarios de la comunidad similar al de X. Esta nueva política, que afectará —por ahora— solo a EE. UU., se probará allí durante todo el año y, según los resultados, se considerará implementarla en otros países.

Cuando Elon Musk compró Twitter, posteriormente denominado X, terminó por consolidarlo como una cloaca en la que abundan las noticias falsas, las descalificaciones, el desprecio por las minorías, las informaciones impuestas por las derechas y los algoritmos a modo; el lugar perfecto para construir hechos a la medida de unos cuantos y sus intereses, en el que la verdad importa poco o nada.

Presidentes como Lula Da Silva han manifestado su preocupación por “la abundancia de noticias falsas, odio y extremismo que circula por las redes sociales” y por la decisión del gigante tecnológico en su política de gestión de contenidos. Por el contrario y en sintonía con su utilidad para la ultraderecha continental, la oposición liderada por el expresidente Jair Bolsonaro recibió las nuevas normas con enorme alegría.

El cálculo político disfrazado de transformación, le entrega los derechos a quienes deciden qué poner al aire en este tipo de plataformas, y no a quienes reciben esa información, como el derecho público que debería ser. La idea de la libertad de expresión como patrimonio de los poderosos se refuerza una vez más; ellos defienden su libertad de expresión, la del más fuerte.

Las redes sociales no son ni serán un servicio público, y decisiones como las anunciadas por Zuckerberg ponen de relieve su naturaleza de plataformas extractivas manipuladas por unos pocos. Ya no parecen ser tan “benditas” como las calificaba Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales del 1 de julio de 2018.

Aunque cualquier intento regulatorio tiende a ser bastante polémico y no suele sobrevivir a las críticas conservadoras, al menos como región deberían considerarse algunas alternativas, especialmente, con ciudadanías poco involucradas en los quehaceres públicos y con algunos gobiernos bastantes ocupados en mantenerlas así. ¿Podremos pensar en una red social latinoamericana libre de los vicios propios de un debate cooptado por los intereses de la plutocracia?

*Comunicadora social y periodista. Asesora de gobiernos progresistas. Analista política. Colaboradora del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro (IDEAL).


 

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