Qué buscan los empresarios y sus encuestas en Bolivia – Por Diego Portal
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Diego Portal *
No es un método nuevo el realizar encuestas “pret a porter”, destinadas a públicos masivos, sin mayor sustento ni respaldo metodológico, por tanto sin casi ninguna base de confiabilidad y con la única finalidad de ir generando opinión pública, favorable o desfavorable, sobre algunos temas particularmente coyunturales. Suele ocurrir que una vez instalados los resultados arrojados en el imaginario social se empiezan a considerar como resultados absolutos que deben ser defendidos y respetados, más allá de su veracidad y confiabilidad. Cuando las encuestas no coinciden con la realidad queda el argumento del fraude como justificación de los resultados de las encuestas.
El primer objetivo es generar simpatía en determinados grupos o sectores de electores hacia posiciones específicas, en este caso candidatos o posibles candidatos; y que esta simpatía se traduzca luego en opinión favorable en su grupo social (y familiar) y, finalmente, en la emisión del voto. Los medios de comunicación masivos, y desde luego ahora las redes sociales, juegan un rol fundamental para conseguir este objetivo y, obviamente, no son gratuitos los servicios comunicacionales. Quien pretende instalar una corriente de opinión determinada en la sociedad, o en ciertos sectores de esta, debe contar con el respaldo económico considerable.
Todos los partidos políticos aplican sus propias encuestas, unos con más recursos que otros, y unos en condiciones más adecuadas, técnicamente hablando, que otros. Lo cierto es que cuando dichos resultados les son favorables rápidamente se ocupan de hacerlos públicos de las más diversas maneras; cuando los resultados de sus encuestas son adversos o no tan favorables como desearían, el mejor camino es ocultarlos y hacer de cuenta que nunca existieron.
A los partidos, ya desde hace varias elecciones atrás, se han sumado los medios de comunicación, algunos de ellos asociados con empresas supuestamente especializadas en trabajos de opinión pública, haciendo sus propias encuestas, las que anuncian con bombos y platillos, con meses o semanas de antelación, creando expectativa sobre todo en círculos políticos por sus eventuales resultados.
En otros casos, organizaciones no gubernamentales, no todas con financiamiento claro en su procedencia, igualmente ingresan al ruedo de las encuestas con la misma finalidad de casi todos los que bailan esta danza.
Encuestas y democracia
Para no caer en lo mismo que criticamos, actuemos con seriedad y acudamos a ciertos teóricos en la materia que ya se refirieron de manera general a este tipo de acciones, es decir sobre los riesgos de manipulación de encuestas preelectorales y su impacto para la democracia.
Giovanni Sartori, en su Teoría de la Democracia, advierte sobre cómo las herramientas democráticas, como las encuestas, pueden ser convertidas en instrumentos de manipulación si no se utilizan con ética. Afirma que “el manejo indebido de la información puede distorsionar la esencia misma de la competencia electoral, afectando la transparencia y el acceso igualitario al poder”.
Pierre Bordieu, en su ensayo “La opinión pública no existe”, subraya que las encuestas no son neutrales ya que el proceso de recopilación y análisis está cargado de intenciones políticas. Según el autor “las encuestas pueden construir una realidad percibida que no necesariamente refleja la opinión auténtica de la ciudadanía”.
Noam Chomsky, en su obra Manufacturing Consent, menciona que las encuestas, especialmente las difundidas a través de medios masivos, pueden convertirse en una herramienta para moldear la percepción pública y reforzar el poder de las élites políticas y económicas.
Adam Przeworski, en Democracia y representación, señala que la democracia solo es funcional cuando todos los actores tienen igualdad de condiciones para competir. Las encuestas manipuladas socavan este principio al alterar las expectativas del electorado y disminuir la confianza en los procesos democráticos.
Finalmente, Robert Dahl (autor de Democracia y sus críticos) destaca que la competencia democrática requiere un acceso equitativo a la información. La manipulación de encuestas interfiere con este acceso perjudicando la deliberación ciudadana y fortaleciendo las desigualdades estructurales.
Los riesgos para la democracia
Las encuestas de percepción preelectoral pueden ser herramientas valiosas para medir las intenciones de voto y las tendencias de opinión, pero también son susceptibles a maniobras políticas que pueden distorsionar la percepción pública y afectar el proceso electoral.
Los principales riesgos de manipulación incluyen:
- Sesgo en el diseño de la encuesta, en la formulación de preguntas: las preguntas pueden diseñarse para guiar a los encuestados hacia respuestas deseadas.
- En la selección de la muestra: un muestreo no representativo puede favorecer a ciertos grupos sociales, regiones o tendencias políticas.
- En el marco temporal: aplicar encuestas en momentos estratégicos (por ejemplo, durante crisis o escándalos) puede influir en los resultados.
- Otro riesgo es la publicación parcial o selectiva de resultados: las encuestas pueden publicarse destacando únicamente datos que favorezcan a ciertos candidatos o partidos, omitiendo información desfavorable.
- También se debe tener cuidado con el uso de encuestas falsas o poco fiables: la divulgación de resultados de encuestas realizadas por instituciones sin credibilidad puede producir confusión o manipular la percepción pública.
Existen, además, otros riesgos en la elaboración y difusión de los resultados de encuestas, que van más allá de estas y que incluyen a otros actores. La manipulación mediática es una de ellas, en la cual los medios afines a ciertas figuras políticas pueden interpretar o reportar los resultados con sesgos, pretendiendo influir en la percepción pública sobre quién está “liderando” o quién tiene más posibilidades de ganar.
También podemos referirnos al efecto “bandwagon” (subirse al carro ganador), en el cual los resultados pueden ser usados para influir en los votantes indecisos, haciéndoles creer que un candidato tiene mayor apoyo del que realmente posee, generando un efecto de adhesión.
Finalmente, la deslegitimación de rivales, que no es otra cosa que el uso de las encuestas para sembrar dudas sobre la popularidad de ciertos candidatos o para promover narrativas de que un competidor “no tiene posibilidades reales”, desalentando su apoyo.
Un mecenas de la política
Aun cuando el término debiera aplicarse con mayor propiedad a actividades artísticas y/o culturales, han surgido en nuestro país figuras supuestamente imparciales, sin militancia ni adhesión política y menos partidaria, sin relación con candidato alguno y cuyo única preocupación e interés es la patria, quienes con todo desinterés intentar generar un mecenazgo político patrocinando potenciales candidatos y descartando a otros que no gocen de su simpatía.
Tras un evidente fracaso en actividades deportivas (habían prometido obtener un título continental de fútbol en cinco años, algo que aún no sucedió ni parece que vaya a suceder por lo pronto), al igual que magnates de otras partes del mundo se muestran interesados por las actividades políticas de un país en el que nacieron –es cierto–, pero en el que no viven ni lo sienten suyo desde hace muchos años ya que su incesante actividad empresarial los mantiene alejados del terruño.
En principio fueron declaraciones aisladas, o en su caso publicaciones en redes sociales sobre la situación del país. Todas ellas con un acompañamiento mediático muy especial que no deja de llamar la atención. Sin embargo, todo parece indicar que sus pretensiones de ser parte de la política nacional, no como candidato precisamente, sino como patrocinador de estos, va mucho más allá.
“Tengo tantas ganas de ayudar al próximo presidente para que los bolivianos salgamos de esta miserable pobreza”, escribió Marcelo Claure en su cuenta X el 1 de diciembre. El diario El Deber, claramente identificado por su filiación en la política boliviana, escribió a propósito del empresario: “Claure es un empresario económico y deportivo y en esos ámbitos ha demostrado que sabe moverse con éxito. Como ciudadano, desde sus redes, y con visión empresarial y liberal de la economía, ha venido incursionando en la emisión de opiniones sobre la coyuntura política en un momento que Bolsonaro, Milei, Bukele o Trump, son los referentes de quienes luchan contra los males del Socialismo del Siglo XXI”.
El periódico cruceño agrega: “en esa condición, y con un grado de ingenuidad difícil de sostener para la experiencia empresarial y el éxito que ostenta, ha publicado una encuesta de coyuntura sobre los problemas de la sociedad boliviana y la preferencia electoral, según él, ‘la encuesta más transparente y completa’ que se hubiera publicado. Al ingresar a un espacio de grandes sensibilidades, las reacciones están teniendo la proporción de las expectativas generadas y las molestias producidas. ¿Quién es Claure para dictar conducta a los políticos bolivianos?”.
La encuesta financiada por Marcelo Claure, con miras a las elecciones generales de 2025, muestra un empate en la intención de voto entre Evo Morales y Manfred Reyes Villa, ambos con un 18% de apoyo. Samuel Doria Medina aparece en tercer lugar con el 13%. La encuesta destaca que un 20% de los votantes aún está indeciso. Además, se evaluó el potencial de crecimiento de los candidatos, encontrando que Manfred tiene el mayor (30%), seguido por Doria Medina (26%). Sin embargo, se observa que Morales ha alcanzado su límite de apoyo con un 18%, sin margen de expansión.
Los analistas y varios de los afectados con estos resultados han observado indistintos aspectos de la encuesta, entre ellos la muestra como tal, la cobertura de encuestados, aunque Claure hable de 160 localidades, de algo más de 100 municipios en los que se llevó a cabo. Igualmente se observa la ausencia de mujeres en la encuesta, sean Amparo Ballivián, Eva Copa o María Galindo, entre otras; o de las supuestas nuevas caras como Rodrigo Paz, Vicente Cuéllar, Virginio Lema y otros menos conocidos.
No deja de llamar la atención la presumida imparcialidad o neutralidad expresada por Claure con relación a quienes debieran ser sus aliados naturales, por más de una razón, Samuel Doria Medina, Jorge Tuto Quiroga o Branko Marinkovic.
Habrá que analizar, en su momento, la relación comercial, pública en las redes, en la que aparecen como socios en Li3 Energy Holding SL, Raúl Marcelo Claure y un conocido empresario ligado al gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), Carlos Enrique Gil Ramírez. La empresa, con sede en España, dedicada al giro del litio. Al parecer en la política nada es casual y todo, absolutamente todo, revela una intencionalidad a corto y largo plazo.
No por mucho madrugar amanece más temprano
Lo cierto que los grupos de poder ya empiezan a jugar sus cartas con miras a las elecciones presidenciales. Las candidaturas son prematuras y las encuestas barajan nombres cuya postulación aun no es segura. Es más, de acuerdo a la normativa vigente, los partidos políticos reconocidos por el Órgano Electoral deben cumplir los procedimientos para la definición de sus candidatos y ahí es posible que surjan novedades. En tanto, otros que están inhabilitados a ser candidatos no debieran ya entrar en las consultas a la ciudadanía para no confundir ni crear falsas expectativas.
Es prematuro hacer cálculos sobre los posibles ganadores, a no ser que la pretensión sea el posicionar antes de la convocatoria a alguna figura política que responda a los intereses de esos grupos de poder que, con seguridad, no están motivados por el puro amor a la patria o a la democracia, sino más bien se mueven para precautelar sus intereses en la perspectiva de la futura administración del Estado.
* Cientista político boliviano, analista de La Época