75 años de gratuidad universitaria en Argentina: “En el País de Nomeacuerdo” – Por Noelia Naranjo
75 años de gratuidad universitaria en Argentina: “En el País deNomeacuerdo
Por Noelia Naranjo *
En Argentina, el 2024 resultó ser un periodo de altísima conflictividad en el sector universitario. El contexto nacional bajo el gobierno de Javier Milei puso en el foco de la tormenta a las universidades nacionales, habilitando la discusión no sólo sobre la supervivencia de estas instituciones sino también sobre su sentido social. El escenario de cambio de fase sistémico, obliga a pensar en esa perspectiva para dar respuestas y construir una salida para los sectores populares. No se trata sólo de un debate presupuestario sino de ver más allá del polvo y avanzar a pensar y discutir la educación que queremos.
El 22 de noviembre se cumplieron 75 años del Decreto 29.337 del entonces presidente Juan Domingo Perón, que suspendió los aranceles universitarios. Éste es, sin duda, uno de los hitos más significativos de la historia nacional y síntesis de un momento económico, político y social del país qué logró avanzar sobre la conquista de derechos, tales como el del acceso a la educación superior. En 1955, con el golpe de estado se desarma el entramado institucional y normativo y se eliminaron las menciones a la gratuidad de la educación superior. Años más tarde, en 1982 con la vuelta a la democracia las universidades argentinas eliminaron el cobro de aranceles.
¿Qué implicancias tuvo en la historia argentina esta decisión? ¿Qué significa hoy la gratuidad universitaria? ¿Cuáles son las tareas y desafíos en momentos de cambio y transformaciones estructurales?
Si bien en Argentina el movimiento reformista había iniciado en 1918 el proceso de demanda por la gratuidad universitaria, fue recién en 1949 cuando el gobierno peronista suprimió los aranceles universitarios en el marco de una serie de reformas legislativas sobre la universidad.
En la década del 90, en Argentina, el gobierno de Carlos Menem (1989-1995/1995- 1999) dictó una Ley de Educación Superior que abrió la posibilidad a su arancelamiento y mercantilización, acorde con las directivas del Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Éstas ideas tuvieron gran aceptación en el sector de oligarquía, las corporaciones profesionales, la siempre antipopular prensa argentina de derecha y sectores universitarios que no estuvieron ni están de acuerdo con la democratización universitaria ni con la posibilidad de abrir las “casas de altos estudios” a las clases populares.
En los inicios del siglo XXI la educación superior es declarada como un derecho humano universal, un bien público social y una responsabilidad de los Estados. Hoy en un contexto lationamericano de gran mercantilización de la educación, Argentina sigue luchando por la gratuidad universitaria.
Mientras Alemania abolió el cobro de matrícula tanto para estudiantes nacionales como extranjeros, en los Estados Unidos hay 46,2 millones de prestatarios que tienen deuda estudiantil federal a partir del segundo trimestre del año fiscal 2023. Eso es un aumento respecto de los 45,3 millones a partir del segundo trimestre del año fiscal 2022. En los últimos 30 años, los precios de la matrícula universitaria han aumentado más rápido que los ingresos medios , lo que ha dejado a muchos estadounidenses con grandes cantidades de deuda estudiantil que les resulta difícil o no pueden pagar. De ese universo son mujeres quienes deben dos terceras partes del total, según cálculos de la Reserva Federal , pues hay más mujeres que varones matriculados, según la American Association of University Women, que explica también que las mujeres tardan más tiempo en cancelar su deuda universitaria porque sus salarios profesionales son más bajos que los de los varones.
La deuda estudiantil en Chile es un problema que afecta a más de un millón y medio de chilenos, principalmente a través del Crédito con Garantía Estatal (CAE). El CAE es un apoyo económico que permite a los estudiantes iniciar o continuar sus estudios en una institución acreditada por el Estado. El estado de morosidad los inhibe para acceder a una línea de teléfono u obtener la devolución de impuestos en situaciones en las que corresponde. Vemos como el arancelamiento universitario, lejos de solucionar el financiamiento de la educación superior, produce problemas que afectan tanto a la permanencia y graduación de las y los estudiantes como a la vida de las familias y la comunidad.
Además, cabe destacar que la educación en general, y el nivel superior en particular, tiene incidencia en el conjunto de la sociedad (o debiera tenerlo) a través de la investigación, desarrollos tecnológicos o innovaciones pero también en lo que dejan las trayectorias universitarias de quienes ingresan en ella, tanto por su formación técnica y académica como por los conocimientos adquiridos aunque no se logren concluir los procesos formativos.
La educación que queremos
La gratuidad universitaria surge como parte de un proyecto político de nación. Sin duda, la eliminación de los aranceles no alcanza para garantizar el acceso universal a la educación superior. Si bien existe una relación entre la mejoría de la situación económica de los sectores medios y populares y el ingreso a las universidades, aparecen otros debates necesarios en relación a la permanencia y la inclusión real, qué educación queremos, para qué sociedad y bajo qué lógicas institucionales.
Entonces, es posible pensar ¿ingresar a la universidad hoy, cómo y para qué? Los procesos mundiales tensionaron y colisionaron entre la definición de la educación superior como derecho humano universal y bien público y social con las tendencias mercantilizadoras y privatizadoras. Signos de un proceso de crisis institucional que obliga a las universidades a replantearse sus entramados institucionales y el conocimiento que producen.
Pensar en clave de inclusión hoy, así como lo fue la gratuidad en 1949, supone romper con las estructuras y compartimentos estancos de la educación. Es plantear la urgencia e importancia estructural que supone la comprensión del mundo, hoy se discute a la par: la organización de viajes turísticos a la luna y la posibilidad de que las y los estudiantes tengan buena conectividad a internet. Las universidades tienen la tarea de pensar en el desarrollo científico y soberano del entramado de conectividad nacional y de las plataformas en donde puedan desarrollarse clases híbridas (de pre grado, grado y post grado); seguir disputando la gratuidad incluso en el nivel del postgrado. Modificar los planes de estudio de todas las carreras, con perspectiva feminista, transfeminista, ambientalista, latinoamericana y de derechos humanos. Es tiempo de discutir los tiempos de los planes de estudios, dinamizar la formación superior y ponderar el aprendizaje basado en experiencias prácticas y en la resolución de problemas del mundo real.
Hoy más que nunca, la sociedad y el devenir histórico, exige universidades socialmente comprometidas e involucradas con sus pueblos y no “altas casas de estudios” que de tan altas no lleguen los y las de abajo. Hoy, como en 1949, disputemos la riqueza y el conocimiento estratégico y socialmente construido; al punto tal que nos permita edificar un sistema diferente y para todas y todos.
*Noelia Naranjo. Licenciada en Ciencia Política y Administración Pública ( UNCUYO) Especialista en Docencia Universitaria (UNLP). Docente en UNCuyo. Secretaria General del Sindicato de Docentes de la UNCUYO . Secretaria de Relaciones Institucionales de CONADU