La salud mental en el trabajo: impacto en la productividad laboral

443

La salud mental en el trabajo: impacto en la productividad laboral

Sergio Quiñones Infante

La salud mental es un derecho humano fundamental, toda vez que forma parte integrante e indesligable de nuestro derecho a la salud. Según la OMS (2022a), la salud mental es más que la mera ausencia de trastornos mentales; por el contrario, es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar sus habilidades, trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad.

Pese a su evidente relevancia para la vida de las personas, las enfermedades relacionadas con la salud mental son muy frecuentes en todos los países. En efecto, la OCDE (2021) señala que alrededor del 20% de la población mundial experimenta un trastorno mental y estima que el costo total que generan los problemas de salud mental es de al menos el 4 % del PBI global.

En el ámbito laboral, el cuidado de la salud mental cobra una particular importancia, habida cuenta de que no existe trabajo inocuo para la salud de las personas. Todo trabajo, sea intelectual o manual, presencial o virtual, afecta en mayor o menor medida la salud de las y los trabajadores en sus diversas dimensiones. Ello se debe a que existen diversos “factores de riesgo” o “peligros” inherentes a todo entorno laboral, que están directamente relacionados con el ambiente, la organización, el contenido del trabajo y la realización de las tareas, y que afectan el bienestar y la salud (física y mental) de las y los trabajadores. Dentro de estos factores de riesgo o peligros se ubican los “factores de riesgo psicosociales”.

Ahora bien, la probabilidad de que se materialice la afectación o el daño a la salud (enfermedad) cuando un/a trabajador/a se expone al factor de riesgo dependerá de las condiciones específicas de la actividad, del centro laboral y del cumplimiento (o no) del marco normativo en materia seguridad y salud en el trabajo. Así, tratándose de los “factores de riesgo psicosociales” en el trabajo, las principales enfermedades o afectaciones a la salud mental que se pueden materializar son: la ansiedad, la depresión, el estrés laboral y el síndrome del burnout.

Sobre el particular, la literatura especializada (Bunboya, 2016; Burton, 2008; entre otros) identifica la pérdida de productividad laboral como la principal consecuencia relacionada con las enfermedades o problemas de salud mental del personal; pérdida de productividad laboral que se manifiesta en dos fenómenos concretos: (i) ausencia al centro laboral (absentismo); y, (ii) disminución de la productividad en el trabajo (presentismo).

Dicho esto, resulta pertinente advertir que en el Perú no existe una fuente oficial sobre enfermedades vinculadas a la salud mental en el trabajo, siendo posible -a la fecha- utilizar como fuente secundaria los reportes de las redes asistenciales de EsSalud respecto a las atenciones de trabajadores asegurados por diagnóstico de trastornos mentales. Según dicha data, durante el año 2023 se registraron 130 157 casos de trabajadores asegurados con diagnóstico de trastornos mentales, tal como se detalla en el siguiente gráfico:

 

 

Desafortunadamente, hay mucho que aún no entendemos sobre la forma en que el contexto laboral influye en el vínculo entre la enfermedad mental y la productividad del trabajador. Más aun, pese a la evidencia sólida que vincula los problemas de salud mental y la baja productividad del mercado laboral, persiste un estigma generalizado y mitos peyorativos en torno a la salud mental. Por ello la promoción de la salud mental en todas las esferas de la sociedad y en el mundo del trabajo, en particular, resulta crucial.

Considerando lo anterior, y con el objetivo de promover una cultura de prevención de riesgos laborales en el país, la normativa vigente en el país en materia de seguridad y salud en el trabajo establece que el empleador es responsable de realizar el análisis de los factores de riesgo (psicosociales) identificados en la evaluación de riesgos y el monitoreo periódico de la vigilancia de la salud (mental) colectiva de los trabajadores, a fin de adoptar acciones de mejora eficaces para garantizar la salud (mental) de los trabajadores, y hacer seguimiento a su implementación.

Una idea queda bastante clara y evidenciada de todo lo dicho hasta acá: el costo económico de las enfermedades mentales se debe, fundamentalmente, a que las y los trabajadores son menos productivos cuando tienen problemas de salud mental.

Por ello la OCDE ha calificado a la salud mental como un apremiante reto para el mercado laboral y la OMS (2022b) señala que hay tres motivos principales para invertir en salud mental: (i) porque representa una inversión a futuro y un importante impulso para la salud pública en general; (ii) porque la salud mental es un derecho humano que viene siendo desatendido sistemáticamente; y, (iii) porque no hacerlo frena el desarrollo social al reducir la productividad, tensando con ello las relaciones sociales y agravando los ciclos de pobreza y desigualdad.

En conclusión, podemos afirmar que la implementación de medidas adecuadas para el cuidado de la salud mental de las y los trabajadores en el ámbito laboral y el efectivo cumplimiento por parte de los empleadores de garantizar un entorno seguro y saludable en todos los centros de trabajo tienen una íntima y positiva vinculación con la mejora de la productividad empresarial. De ahí que, la disminución del absentismo y del presentismo laboral y el aumento de la calidad de vida en el trabajo son dos de los grandes desafíos a los que las empresas deben hacer frente hoy en día.

Profesor de Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Magíster en Trabajo y Política Social por la Universidad Autónoma de Barcelona. Consultor en materia de derechos fundamentales en el trabajo y políticas públicas laborales.

Otra Mirada

Más notas sobre el tema