China y un modelo de crecimiento basado en el consumo

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China y un modelo de crecimiento basado en el consumo

Por Juan Laborda

La estrategia del Gobierno chino de impulsar el crecimiento mediante un incremento de la inversión en manufactura y la contención del consumo sigue siendo problemática

En las últimas tres semanas, China ha implementado un paquete de medidas económicas para impulsar su crecimiento, centradas principalmente en el fortalecimiento de la inversión, el apoyo a los mercados financieros y la estabilización del sector inmobiliario. Estas acciones han sido impulsadas por la preocupación de las autoridades sobre el debilitamiento de la demanda interna y los efectos prolongados de la corrección del mercado inmobiliario, que han afectado a la confianza del consumidor y la inversión.

El Banco Popular de China (PBOC) ha reducido los tipos de interés de referencia y ha incrementado la liquidez en el sistema financiero para promover la concesión de crédito a las empresas y los consumidores. Además, el PBOC ha lanzado un programa de préstamos directos a las entidades financieras con el fin de estabilizar los mercados de capitales y reducir la volatilidad. Estas intervenciones han tenido un efecto positivo en la bolsa china, que ha experimentado un repunte significativo en los últimos días. El índice de referencia de Shanghái ha registrado su mejor desempeño semanal desde 2008, impulsado por las expectativas de que estos estímulos promoverán una recuperación sostenida en la economía.

El Gobierno central también ha adoptado medidas fiscales adicionales, como la reducción de impuestos para pequeñas y medianas empresas, y el incremento del gasto público en infraestructura y tecnologías emergentes, como las energías renovables y el sector de semiconductores. En particular, se ha enfatizado la inversión en proyectos de alta tecnología y en la “economía verde”, buscando no solo un impulso a corto plazo, sino también la transformación estructural de la economía hacia un modelo de crecimiento más sostenible y menos dependiente del sector inmobiliario.

Adicionalmente, el Gobierno ha emitido bonos especiales por un valor de 1 billón de yuanes (aproximadamente 130 mil millones de euros) para financiar infraestructura y mejorar la capacidad productiva de sectores industriales estratégicos. Se espera que esta medida tenga un impacto positivo en la actividad económica a finales de 2024 y principios de 2025.

En el ámbito inmobiliario, el gobierno ha relajado las restricciones sobre la compra de viviendas, especialmente en las grandes ciudades, y ha promovido la refinanciación de deudas para las empresas del sector. Estas políticas están diseñadas para reducir el inventario de viviendas no vendidas y reactivar la inversión en bienes raíces, un sector que ha sido uno de los principales motores de la economía china durante las últimas décadas. No obstante, el efecto en la demanda será moderado, ya que la confianza de los consumidores en este sector sigue siendo baja debido a la percepción de riesgo financiero y la volatilidad de los precios (burbujas).

Desafíos y perspectivas

El crecimiento económico proyectado para 2024 se mantiene en torno al 5%, un nivel que refleja la desaceleración respecto a años anteriores. Las expectativas para 2025 son de un crecimiento más moderado, en torno al 4.5%, debido a las limitaciones en la efectividad de la política monetaria y el alto endeudamiento del sector privado y los gobiernos locales. Además, la reactivación de la economía china se enfrenta a vientos en contra derivados de la fragmentación económica global y las tensiones geopolíticas, especialmente en relación con Estados Unidos y Europa.

La valoración de las medidas de política económica china, sin embargo, se deben realizar desde un matiz diferente. La estrategia del Gobierno chino de impulsar el crecimiento mediante un incremento de la inversión en manufactura y la contención del consumo sigue siendo problemática. En lugar de equilibrar la economía hacia un modelo más basado en la demanda interna, China ha redirigido la inversión desde el sector inmobiliario hacia el sector manufacturero, lo que puede generar un problema de sobrecapacidad a nivel global.

Esta reorientación hacia la manufactura no resolverá los problemas fundamentales de la economía china, que se caracterizan por una baja participación del consumo en el PIB y un alto nivel de inversión que ha generado desequilibrios estructurales. Mientras que en la mayoría de las economías desarrolladas el consumo representa el 75% del PIB, en China este porcentaje es de apenas el 53-54%, con la inversión alcanzando un 42-43% del PIB. Esta desproporción es el resultado de décadas de transferencias implícitas desde los hogares hacia el sector empresarial y el Gobierno, a través de tipos de interés reprimidos y un sistema de crédito gestionado que ha favorecido a las empresas a expensas de los consumidores.

Si bien las medidas recientes pueden ofrecer un alivio a corto plazo, no solucionan el problema de fondo: el bajo crecimiento de los ingresos de los hogares. Para revertir esta situación, el Gobierno debería llevar a cabo reformas estructurales que incrementen sustancialmente los ingresos de los hogares y fomenten un crecimiento basado en el consumo. Sin embargo, esto es difícil de implementar sin afectar la competitividad manufacturera de China y provocar una contracción a corto plazo en la producción.

En resumen, las políticas actuales de China no abordan de manera efectiva la necesidad de reequilibrar su economía hacia un modelo más sostenible y centrado en el consumo privado. Además, estas medidas podrían generar tensiones comerciales internacionales, ya que el aumento de la producción manufacturera en China podría saturar los mercados globales y perjudicar las relaciones con países que buscan proteger sus propios sectores manufactureros.

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