Argentina | Cristina Kirchner en el foco de la ofensiva de la ultraderecha neofascista – Por Emilia Trabucco

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Argentina: Cristina Kirchner en el foco de la ofensiva de la ultraderecha neofascista

Por Emilia Trabucco*

El pasado miércoles 14 de agosto, Cristina Fernández de Kirchner, dos veces presidenta y ex vicepresidenta, subió nuevamente al estrado de la (in)justicia, un lugar donde sistemáticamente el propio partido judicial, junto al poder mediático y  los sectores de ultraderecha  buscaron sentarla sistemáticamente mediante el armado de cientos de causas en su contra.

Esta vez, declaró como testigo en la causa en la que se juzga solo a los autores materiales del intento de magnifemicido en su contra, ocurrido el 1 de septiembre de 2022 en Juncal y Uruguay, mientras saludaba a las personas que se acercaban a expresarle apoyo en la entrada de su casa. Una causa teñida de entramados mafiosos y alteración de elementos probatorios.

En su alocución como testigo, Cristina realizó diferentes señalamientos hacia el partido judicial (jueces con explícitos vínculos con el poder político, protagonistas del escándalo de la visita a Lago Escondido, en la casa del magnate Joe Lewis), el poder político encabezado por la familia Caputo (a la que pertenece el actual ministro de Economía), Gerardo Milman (asesor de Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de Milei), Revolución Federal (grupo libertario de ultraderecha asociado al actual presidente) y  el poder mediático-plataformas digitales, que construyó el escenario de legitimación de la violencia contra Cristina a través de tapas de revistas, de noticias falsas, y discursos de odio sistemático.

Fue una audiencia que el gobierno de La Libertad Avanza intentó invisibilizar, dando lugar en todos los prime time a la causa en la que se investiga al ex Presidente, Alberto Fernández por violencia de género contra su ex pareja, Fabiola Yañez, en un claro caso de revictimización y en clave de operación política, donde de manera hipócrita, aquellos que promueven el odio misógino, machista y lesbo transodiante, se intentaron posicionar como los defensores de la erradicación de la violencia por motivos de género.

Se destaca el rol del operador Santiago Caputo, el asesor con mayor influencia en el gobierno libertario. Este último es el que controla ahora los fondos reservados de la SIDE, la oficina de inteligencia, que están siendo utilizados para financiar los influencers y las granjas de troll que sostienen la batalla en redes sociales, desde donde se amplifican los discursos de odio y se ataca a quienes se opongan al proyecto político de ultraderecha en Argentina, parte del entramado neofascista a nivel regional.

Son quienes hoy están destruyendo las bases mismas de la democracia representativa, donde las elecciones son manipuladas y alteradas explícitamente con el uso de las plataformas digitales, herramientas que están demostrando el poder de conducir el sentido común en base a los intereses de unos pocos que se siguen enriqueciendo a costa del pueblo trabajador, logrando capitalizar el malestar social producido por la crisis brutal en curso.

Esta mafia puesta a dedo, en relación a la mafia judicial, se arroga poderes pisoteando la constitucionalidad y el derecho a decidir del pueblo argentino, buscando eliminar del juego político a Cristina, quien representa la reserva moral y  la posibilidad de hacer realidad efectiva la posibilidad de vivir mejor de las grandes mayorías.

Las organizaciones populares son conscientes de que Cristina representa ese legado. Esa conciencia fue la que impulsó las masivas movilizaciones de miles de personas durante 10 días en el barrio aristocrático de Recoleta, constituyendo una verdadera custodia popular a su persona, en medio de la profundización de la ofensiva en su contra, en la previa al intento de magnifemicidio.

Lo sucedido en aquel momento constituye un punto de inflexión para pensar las causas de la desmovilización y el proceso de desarticulación de las organizaciones, al no lograr encauzar una respuesta contundente ante la estrategia de desarme de la derecha, que terminó con la victoria de Javier Milei en 2023. Dificultad donde el “albertismo” tuvo mucho que ver, avanzando en su cada vez más claro objetivo de “destruir al kirchnerismo”.

Hay que destacar que es el movimiento feminista el que ha encabezado las principales iniciativas de calle para denunciar la violencia ejercida contra Cristina, conscientes de que las múltiples violencias que sufren las mujeres y diversidades se magnifican contra una mujer que construye poder político en Argentina, a pesar de que ella repita que “no es feminista”. Quizás sea desconocimiento, o las asesorías eminentemente masculinas, o las propias lógicas patriarcales en las organizaciones las que generen un alejamiento de Cristina con el feminismo que, en la realidad concreta, es difícil de explicar.

El movimiento feminista, con toda su heterogeneidad (y sus contradicciones), ya que transversaliza organizaciones políticas, sindicales, sociales, de derechos humanos,  fue el que permaneció y permanece en las calles todos los 25N, el día contra la violencia de géneros, denunciando la persecución contra Cristina, en cada “Plaza de Cristina”, todos los años en el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Intersex y No Bibaries, y es quien sigue exigiendo justicia y denunciando los ataques a la ex presidenta, a pesar de la resistencia o el silencio de no pocas organizaciones del campo popular y su dirigencia.

Enjuiciar a los autores intelectuales, materiales y financiadores de este atentado, es reconstruir el pacto democrático que rompió la derecha argentina el día que intentó callar para siempre a la máxima estratega y líder política del Siglo XXI, la dos veces presidenta y ex vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Y para ello, cada vez son más evidentes los límites de la democracia representativa.

Poder identificar la crisis estructural, visualizar los enemigos reales que operan en Argentina y toda la región, y que asumen hoy un discurso neofascista, es fundamental para pensar las bases de una democracia real, donde el poder lo ejerza el pueblo organizado, en base a sus propios intereses y la construcción de su destino de igualdad y justicia social. Denunciar la violencia es central para lograr los escenarios de Paz, donde sea posible reconstruir el tejido social y articular el proyecto popular.

*Psicóloga, Magíster en Seguridad. Analista de la Agencia NODAL. Directora del Área de Universidad, Género y Trabajo del IEC-CONADU.

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