MAGA, del asalto al Capitolio a la Casa Blanca: una mirada desde América Latina – Por Katu Arkonada
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
MAGA, del asalto al Capitolio a la Casa Blanca: una mirada desde América Latina
Por Katu Arkonada*
Make America Great Again (MAGA) fue el slogan de campaña de Trump en 2016. En aquella primera elección que llevó a Trump a la Casa Blanca era solo eso, un poderoso concepto que apelaba a las capas populares blancas de la Estados Unidos rural, agrupados bajo el calificativo redneck, sumado a los sectores desencantados con el Partido Demócrata.
Pero hoy MAGA se ha convertido en toda una ideología, con un movimiento de masas detrás en los Estados Unidos e importantes conexiones internacionales con la ultraderecha latinoamericana y europea. Del auge del Tea Party a la transición de la Alt Right, hoy MAGA cristaliza un ideario y una narrativa que puede instalar por segunda vez a Donald Trump en la Casa Blanca.
El debate presidencial entre Biden y Trump del pasado 27 de junio, y el atentado fallido contra Trump del 13 de julio, en lo que parece ser un clamoroso fallo del Servicio Secreto (que depende de Homeland Security), acercan aún más al líder de MAGA a la presidencia de los Estados Unidos.
La idea del superviviente junto con la famosa foto del ganador del premio Pulitzer Evan Vucci, serán los ejes sobre los que se moverá la campaña presidencial de Donald Trump, reforzando su liderazgo entre el movimiento Make America Great Again.
Swing states
Ya desde antes del atentado Trump aventajaba a Biden en todos los “estados bisagra” que van a ser fundamentales para el triunfo en noviembre, en el estado de Arizona la media de las encuestas otorga una ventaja de 7 puntos, 4 puntos en Carolina del Norte, 4 en Georgia, 2 en Michigan, 4 en Nevada, 3 en Pensilvania y 4 en Wisconsin. Si le sumamos la mayoría republicana en Arizona u Ohio, el triunfo en los colegios electorales está cada vez más cerca.
JD Vance
Aunque se barajaban los nombres de Doug Burgum, Gobernador de Dakota del Norte, o los senadores por Carolina del Sur Tim Scott o Florida, Marco Rubio, como candidato a vicepresidente, Trump sorprendió con la elección de James David Vance, senador por Ohio, y quien a pesar de previas posiciones ideológicas que llegaron a pasar por el apoyo a Obama, actualmente es una de las mayores figuras del movimiento MAGA.
A primera vista, podríamos pensar que dos líderes del movimiento MAGA no suman, pero JD Vance la da a Trump dos poderosas armas contra Biden. En primer lugar, su juventud, 39 años (sería el más joven en acceder a la Casa Blanca) frente a la decrépita imagen senil de Biden. Y en segundo lugar, su posición ultra católica permitiría disputarle este voto al actual presidente.
La campaña de Trump parece apostarlo todo al Rush Belt (Cinturón de Óxido), la Estados Unidos post industrial que conforma un corredor desde el oeste de Nueva York a Minnesota, pasando por Pensilvania, Ohio, Virginia Occidental, Kentucky, Indiana, Michigan, Illinois y Wisconsin.
Mientras tanto, en el lado del Partido Demócrata, todo parece indicar que Biden se ha bunkerizado a pesar de las cada vez más voces que piden su recambio como candidato, pero Kamala Harris no parece suficiente para vencer a Trump, y no hay grandes alternativas, y las que existen, probablemente prefieran esperar a 2028.
Política Exterior
Y si bien la política estadounidense manejada por el Deep State, Wall Street y el complejo militar-industrial, no cambia en base a la alternancia entre los partidos demócrata y republicano, un gobierno de Trump-Vance tendría importantes matices en su política exterior.
El elemento central, la doctrina del Pivot to Asia, impulsada por Obama en 2014 (aunque ya teorizada por Killary Clinton en 2011), se potenciaría. El objetivo: limitar la capacidad económica y militar de China, con Taiwán como principal centro de disputa. Asimismo, la relación con Israel como socio estratégico en Medio Oriente, región de la que Estados Unidos lleva intentando salir la última década, se mantendría, sobre todo con la coyuntura actual de la guerra de liberación nacional palestina que comenzó una nueva etapa el 7 de octubre de 2023.
Pero en el otro gran tablero de operaciones, el de la guerra entre Rusia y la OTAN con Ucrania como proxy, probablemente asistamos a una reducción de la ayuda a Ucrania y un impulso a una hipotetica negociación o cuanto menos, al congelamiento del conflicto.
Sin embargo, para América Latina un nuevo gobierno de Trump, con el movimiento MAGA en ascenso, significaría una mala noticia para América Latina. En primer lugar, el bloqueo y sanciones contra Cuba y Venezuela no cesarían, o se profundizarían. Y en segundo lugar, con Trump y Vance en la Casa Blanca, todos los gobiernos de derecha del continente se verían reforzados. Difícilmente podría caer el gobierno de Milei en Argentina, y el bolsonarismo, muy fuerte en Brasil a pesar de tener inhabilitado a Bolsonaro, estrecharía relaciones con el movimiento Make America Great Again, siendo fortalecido. Incluso Bukele, que ya participó en la última Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) impulsada por el ex jefe de gabinete de Trump, Steve Bannon, tendría una mayor proyección internacional.
Es hora por tanto de que la izquierda latinoamericana y caribeña comience a prepararse para un nuevo escenario geopolítico, y dispute la narrativa a las nuevas derechas en ascenso. Ya no es suficiente con ganar electoralmente, ni con distribuir parcialmente la riqueza. Es la hora de reinventar un nuevo proyecto político para los pueblos, desde el sur, desde abajo y a la izquierda, y siempre con las coordenadas de la lucha de clases, el antiimperialismo y el anticolonialismo. Si no es así, corremos el riesgo de ser sepultados por la implementación del MAGA también en América Latina y el Caribe.
*Katu Arkonada es analista internacional, con posgrado en Geopolítica y Defensa, y colaborador de Nodal