La unidad regional en la encrucijada: la resistencia de México, Brasil y Colombia

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La unidad regional en la encricijada: la resistencia de México, Brasil y Colombia

Por NODAL y CLAE*

Luego de la ola de gobiernos nacionales y plurinacionales, socialistas y populares inaugurados en la región con la victoria de Hugo Chavez allá por 1998, los procesos y organismos de integración regional en latinoamérica y el caribe atraviesan desde hace una década una crisis de poder frente al avance de gobiernos conservadores en la región. Gobiernos que tienden a privilegiar acuerdos bilaterales y una política fuertemente alineada a los intereses del Comando Sur, liderado por la generala norteamericana Laura Richardson.

La disputa abierta entre el G2: los proyectos estratégicos comandados por Estados Unidos y China -BRICS, la Iniciativa de la Franja y la Ruta- y su influencia en las dinámicas geopolíticas en América Latina, ha desafiado el papel que juegan los mecanismos regionales latinoamericanos como espacios de diálogo y concertación.

La proliferación de crisis políticas y sociales en varios países de la región ha generado divisiones y tensiones que han dificultado el funcionamiento de tales mecanismos de integración. La polarización y radicalización política se profundiza en las patrias chicas, obstaculizando el desarrollo y la coordinación de política soberana a escala regional. Los acuerdos y tratados bilaterales debilitan la capacidad de los países para mejorar sus condiciones en la negociación e imponer sus propios intereses.

El vaciamiento en estos años de la UNASUR es tal vez el ejemplo más paradigmático del cambio en las correlaciones de fuerzas políticas. Varios países sudamericanos, incluyendo Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Ecuador, se retiraron del bloque, debilitando significativamente el poder de coordinación y maniobra del grupo, en la resolución de los asuntos nuestroamericanos desde una política soberana.

Atravesamos tiempos turbulentos en la reconfiguración del orden global. Focos de la guerra tradicional, híbrida y de carácter multidimensional pintan el mapa. En nuestra región, los estados de sitio y las declaraciones de guerra interna contra el narcotráfico se vienen imponiendo desde los gobiernos neoconservadores, que avanzan alineados al proyecto estratégico angloamericano y sionista. Si bien Israel mantiene relaciones diplomáticas plenas con todos los países del subcontinente, excepto Cuba, Bolivia y Venezuela, se volvió evidente el aumento de los enfrentamientos diplomáticos con ese país, proliferado los llamados a consultas de embajadores y los reclamos ante organismo internacionales.

El sionismo es hoy una de las terminales políticas de gobiernos latinoamericanos de la ultraderecha. Elementos sionistas emergen en los entramados institucionales de los gobiernos de Argentina, Ecuador y Paraguay, así como en las fuerzas sociales y políticas que sostienen los proyectos del bolsonarismo en Brasil y del pinochetismo “democrático” en Chile. Esta ideología política, surgida a fines del siglo XIX en el auge del nacionalismo europeo, devino en un proyecto político en América Latina que juega como un promotor de la desintegración regional latinoamericana. No tanto por lo que promueve el Estado de Israel en la región, como por lo que los actores sionistas locales impulsan en las agendas políticas domésticas. Esto abre la necesidad de visualizar con mayor nitidez sus actores, sus posiciones, sus mecanismos, y su red de influencia en el arco político, económico y estratégico latinoamericano y caribeño.

La situación general que profundiza las condiciones para la militarización de la sociedad civil y la ruptura de los acuerdos democráticos, tanto en materia nacional como internacional debe preocuparnos. La pregunta es si será Nuestramérica tierra fértil para abonar el aumento de las tensiones bélicas o se fortalecerá un bloque regional que apueste insistentemente por la paz.  El camino es el emprendido por las posiciones diplomáticas de México, Honduras, Brasil, Venezuela, Cuba y Colombia. Con sus propios pesos específicos, estos países resguardan los procesos de integración y unidad continental, mientras rechazan ante la comunidad internacional la injerencia extranjera y la escalada en el conflicto armado internacional, con epicentro hoy en Medio Oriente.

Te invitamos a leer el informe completo donde profundizamos sobre los siguientes ejes:

  • El caso de México: Claudia Sheinbaum y la continuidad del proyecto de Cuarta Transformación (4T). Su impacto regional
  • Brasil, el impulsor de la multilateralidad en la región
  • Argentina fuera de los BRICS y su alineamiento con Estado Unidos e Israel.
  • La guerra multidimensional en la región: la persecución a Jorge Glas como icono de una crisis diplomática.
  • Crimen organizado y fronteras en conflicto
  • La región en solidaridad con Palestina

*El presente informe fue realizado por los equipos de NODAL, bajo la dirección de Mg. Paula Giménez, y CLAE, dirigido por Aram Aharonian. Director de investigación: Mg. Lucas Aguilera. Directores CLAE Argentina: Mg. Emilia Trabucco  y Mg. Matias Caciabue. Equipo editorial escala América Latina y el Caribe Elisa García, Solange Martínez, Jimena Montoya, Seyla Riera Bauer, Luciana Jouli, Carolina Sturniolo, Alejandra Rizzo, Noelia Naranjo, Alfio Finola, Bruno Ceschin, Maximiliano Londero, Diego Lorca, Ignacio Garraza, Marcos Llull, Aixa Reyes

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