Gramática de un nuevo tablero geopolítico en movimiento – Por Katu Arkonada

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Gramática de un nuevo tablero geopolítico en movimiento

Por Katu Arkonada

Tras ser reelecto para un quinto mandato el 17 de marzo, la primera visita de Putin a un país extranjero, tuvo lugar a mediados de mayo a la China de Xi Jin Ping.

Dos países que conforman un polo central geopolítico como Eurasia, que también es un eje comercial muy importante. Tan solo en 2023 tuvieron un intercambio comercial por valor de 240 mil millones de dólares.

Putin y xi Jin Pin firmaron más de una decena de acuerdos alcanzados, entre los que se incluyen una apuesta por el yuan, el apoyo chino a la postura rusa para el fin de la guerra en Ucrania. Pero sobre todo, además de lanzar el gasoducto Power of Siberia, una obra de 4000 kilómetros de longitud entre la ciudad rusa de Yakutia y la ciudad china de Heihe, se anunció el Power of Siberia 2, que redirigirá el gas ruso que iba a Europa hacia el este de China.

No es tanto la coincidencia ideológica, como el diagnóstico común sobre un mundo en movimiento y como ya hemos dicho en otras ocasiones, sin nadie a los mandos dirigiendo.

Si nos fijamos en los socios de China y Rusia, los BRICS acaban de superar al G7 en porcentaje del PIB mundial en términos de paridad de poder adquisitivo (37% frente al 30%) y en la próxima cumbre de octubre en Kazán ya han solicitado su inclusión en los BRICS economías en ascenso como Nigeria, Indonesia y Tailandia.

Mientras tanto en la decadente Europa, aliado incondicional y subordinado de Estados Unidos en la OTAN, el ascenso de la ultraderecha se verá consolidado en las elecciones europeas del 9 de junio. Consolidación no solo electoral, sino, sobre todo, política, como hemos podido observar en el reciente encuentro de Vox en Madrid donde participaron Marine Le Pen, la primera ministra italiana Meloni o el primer ministro húngaro Viktor Orbán, reforzados por el chileno Kast y la presencia estelar de Milei. Todos ellos mostraron su apoyo al genocidio sionista por aclamación, con un apoyo mucho menor al régimen nazi de Ucrania, que tiene ilegalizados a todos los partidos de la izquierda ucraniana. También esperan con ansias la victoria de Trump en noviembre para consolidar la Internacional de la extrema derecha mundial.

En la periferia del sistema-mundo, arde Oriente Medio con un genocidio que es necesario seguir denunciando no solo al régimen sionista, sino la complicidad de la comunidad internacional occidental, con Estados Unidos y Europa a la cabeza. Ante eso, la única respuesta posible es seguir apoyando la lucha de liberación nacional de la resistencia palestina.

Y liberación nacional y descolonización es lo que viene sucediendo en el Sahel africano, donde no solo se expulsa a las tropas francesas en Níger o Mali, sino que en países como Burkina Faso se restringe la exportación de oro para comenzar un proceso de aumento de las reservas internacionales en una región muy rica en gas, petróleo, uranio u oro.

Y cerramos este repaso por los distintos focos rojos del tablero geopolítico con el imperio en decadencia, pero más peligroso que nunca. La carrera entre Trump y Biden está más cerrada que nunca. A Biden le favorece la buena marcha de la economía estadounidense, aunque el apoyo a Israel le está restando apoyo entre jóvenes universitarios y la comunidad afroamericana y musulmana. A Trump parecen no perjudicarle los juicios en su contra, y ya va por delante en Estados bisagra que Biden ganó hace 4 años como Nevada, Georgia, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, según la última encuesta de mayo del The New York Times.

En principio, dado que en Estados Unidos gobiernan Wall Street y el complejo industrial-militar, no parece que ganen Biden o Trump haya grandes cambios en su política exterior respecto de Oriente Medio, pero sí podrían cambiar dos factores en política internacional respecto a la actual administración estadounidense en caso de victoria de Trump. En el conflicto entre la OTAN y Rusia en territorio ucraniano, posiblemente se empuje una solución que en estos momentos no parece pasar por un final de una guerra que Rusia va ganando en el terreno, mientras su economía de guerra crece por encima del 5% anual, sino por un congelamiento y relativa desmilitarización del conflicto. En cualquier caso, la intención de las élites estadounidenses, que no se pueden permitir perder a Israel como aliado estratégico, es ir saliendo del tablero ucraniano para centrarse en China y Asia-Pacífico, siguiendo la doctrina Pivot to Asia. En lo que respecta a América Latina, probablemente una victoria de Trump implique un recrudecimiento de las sanciones contra Cuba y Venezuela.

Y es así como el tablero geopolítico se va movimiento, sin muchas certezas, sin que termine de morir lo viejo ni nacer lo nuevo, con algunos monstruos, y sin muchas certezas salvo la célebre frase de Galileo: Eppur si muove.

El Ciudadano

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