Autoridad inmoral – Por David Brooks

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Autoridad inmoral

Por David Brooks

Washington sigue con la ilusión de que tiene la autoridad moral para declarar qué está bien o mal en el mundo, qué viola o no el derecho internacional. Hace grandes declaraciones, aplica sanciones y amenaza con fuerza militar a los gobiernos que no cumplen con lo que él decide que son las normas y las leyes mundiales.

El presidente estadounidense y su equipo denunciaron el ataque de Irán contra Israel de este fin de semana como violatorio de la ley internacional. Biden regresó con gran urgencia a la Casa Blanca el sábado y emitió una foto de él y su equipo en un cuarto de situación –toda la coreografía teatral bélica ya tan ensayada y conocida.

Aunque todo fue decorado con la retórica moral, no se puede descartar que mucho de esto tenía de fondo algo más práctico para un presidente que busca su relección en noviembre y que está empatado o va perdiendo en las encuestas: con esto de repente se volvió en el comandante en jefe encabezando las fuerzas del bien en el mundo. También ayudó en cambiar la narrativa sobre la complicidad con el genocidio por Israel y en su lugar, con la ayuda de casi todos los principales medios, Gaza fue desplazada de las primeras planas para ser sustituida con Israel bajo ataque.

La retórica moral de defensa de los grandes principios internacionales se empleó ahora contra Irán, el enemigo del día y adversario de todo lo bueno que defiende Washington, pero como se ha comprobado repetidamente, Estados Unidos decide cuándo se aplica o no el derecho internacional y otras normas sagradas. Por ejemplo, nunca denunció el ataque ilegal de Israel contra el consulado de Irán en Siria, que fue la justificación de Teherán para su respuesta bélica este fin de semana. Más aún, Washington no sólo ha rechazado que Israel esté violando la ley internacional y la ley humanitaria en Gaza –algo casi universalmente condenado–, sino que continúa suministrando las bombas y otras municiones para continuar. Y hasta asombró su proclama unilateral y falsa de que la resolución a favor de un alto el fuego del Consejo de Seguridad de la ONU no es vinculante.

Pero esa parcialidad no es nada nuevo. Sólo en estos últimos 20 años, la guerra lanzada con engaños oficiales contra Irak, las misiones de asesinato por drones, los casos de tortura en Abu Ghraib y Guantánamo, los secuestros clandestinos de sospechosos de terrorismo por el mundo, todo esto violó el derecho internacional y las normas, pero sigue impune hasta la fecha. Los periodistas y filtradores que se han atrevido a documentar o divulgar estos actos y misiones ilegales, como Assange, Snowden y Manning, entre varios más, han sido encarcelados o exiliados.

A pesar de todo esto, la retórica oficial continúa sin cambio, con Estados Unidos insistiendo en que es el guardián tanto práctico como moral de la libertad, la democracia y el orden internacional. Chomsky resumió la posición estadunidense sobre el derecho internacional: cuando ellos lo hacen, es un crimen; cuando lo hacemos nosotros, no lo es.

“Nos gusta la guerra… Nos gusta la guerra porque somos buenos en eso, y somos buenos porque tenemos mucha práctica. Este país sólo tiene 200 años y ya hemos tenido 20 guerras mayores… Y qué bueno que somos buenos en eso; no somos buenos en nada más… no podemos construir un coche decente… ya no tenemos una industria siderúrgica, no podemos educar a nuestros jóvenes, no podemos ofrecer salud a nuestros viejos, pero sí podemos bombardear hasta la mierda a tu país… Especialmente si tu país está lleno de morenos… esa es nuestra nueva chamba en el mundo: bombardear a morenos. Irak, Panamá, Granada, Libia, si tienes algunos morenos en tu país diles que estén en alerta o los vamos a bombardear”. El gran cómico George Carlin, quien también dijo: luchar por la paz es como coger por la virginidad (https://www.youtube.com/watch?v=77dDZOwt20E).

Al parecer, la cúpula política estadounidense no se ha dado cuenta, o no se quiere dar cuenta, de que para gran parte del mundo, e incluso para muchos estadunidenses, su autoridad, si alguna vez existió, se ha vuelto más bien inmoral.

* Periodista estadounidense-canadiense, corresponsal del diario La Jornada en los Estados Unidos.

La Jornada

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