¿Pulsiones de secesión en Argentina? – Por Carlos de la Vega, especial para NODAL

2.755

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Carlos de la Vega*

La Argentina padece desde el 10 de diciembre de 2023 la singularidad de contar con el único gobierno libertario del mundo. Con un perfil ultra neoliberal, el presidente Javier Milei lleva adelante un ajuste de los gastos estatales sin antecedentes en el país, tanto por la magnitud como por la velocidad de su implementación.

Esta situación está empujando a las 23 provincias argentinas, y al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, al colapso económico. De las muestras de descontento de los gobernadores, se pasó a un conflicto abierto entre ellos y la Casa Rosada (sede de la Presidencia argentina) que desembocó el viernes 23 de febrero de 2024 en la amenaza explícita del gobernador de Chubut, Ignacio Torres, de cortar el envío de petróleo de su provincia al resto del país si la Presidencia de la nación no le enviaba la totalidad de los fondos que le correspondían por la coparticipación federal de impuestos. El sábado siguiente, los otros gobernadores patagónicos (Rio Negro, Neuquén, Santa Cruz y Tierra del Fuego), más La Pampa, manifestaron su apoyo a Torres. La mayor parte de las restantes provincias y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires también expresaron su acompañamiento a la lucha chubutense.

Sin perjuicio del derecho que le asista a Chubut de enfrentar a la demoledora política económica del gobierno de Milei, el gravísimo enfrentamiento desatado entre un Estado provincial y el nacional, no registra antecedentes desde el retorno en 1983 de la democracia en Argentina.

Pero, además, la provincia desafiante no integra cualquier espacio geográfico de la Argentina. Chubut es una provincia patagónica, y la Patagonia es un espacio especialmente delicado del país ubicado a las puertas del único paso interoceánico natural entre el Atlántico y el Pacífico, junto a las disputadas Islas Malvinas y a un salto no muy grande de la codiciada Antártida. Todo ello en medio de una creciente disputa internacional entre bloques de poder por la reconfiguración de la hegemonía en el planeta. Aunque en los días subsiguientes el conflicto entre las provincias y la Casa Rosada (sede de la Presidencia argentina) ha parecido menguar, todas las condiciones para el agravamiento del problema no sólo siguen intactas, sino que continúan profundizándose.

Antecedentes secesionistas

Parecería algo poco realista pensar en provincias argentinas que en la actualidad quieran separarse del conjunto del país pero cuando se toma conciencia de algunos antecedentes y se observa la realidad con más cuidado, uno puede llevarse una desagradable sorpresa.

No es una situación extraña a la historia nacional la pérdida territorial y las dificultades que ha tenido la Argentina, como octavo país con más superficie del mundo, para mantener su integridad física. Ahí están las Islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña desde 1833, y la escisión del Uruguay en el siglo XIX para atestiguarlo.

La diplomacia anglosajona ha sido extremadamente hábil en la promoción de la fractura territorial de los espacios geográficos nacionales a fin de conseguir países pequeños y frágiles, o constituidos a contrapelo de identidades e historias, lo que luego conlleva permanentes conflictos internos que los debilitan. Cuando a los intereses geopolíticos básicos se le suma la dotación en esos territorios de importantes recursos naturales estratégicos y se añaden al juego las multinacionales extractivas (mineras, petroleras, etc), el escenario se torna explosivo.

La Argentina contemporánea no ha estado exenta de intentos por instalar la cuestión de la secesión de ciertas provincias del país. Siempre han sido personajes de la derecha vernácula los que han estado detrás de estas tentativas.

En 2020 y 2021 el ex gobernador radical Alfredo Cornejo comenzó a agitar la idea de separar su provincia, Mendoza, del resto de Argentina, pretendiendo que en la movida se aliara Córdoba. En 2016, Alberto Rodríguez Saá, entonces gobernador de San Luis, reclamó para su provincia un “federalismo reforzado” con rasgos poco claros que bien podía ser un camino a la secesión.

Pero la iniciativa que más lejos llegó fue la que enarboló Jorge Sobisch cuando era gobernador de la Provincia de Neuquén (1999-2007). En 2002 Sobisch casi había logrado convencer a su colega de Rio Negro, Pablo Verani, para que fusionaran sus dos provincias. Hasta se había establecido un plebiscito para 2003 a fin de darle legitimidad popular a la iniciativa y largar su formalización final. La nueva provincia surgida de la unión de sus predecesoras se llamaría Confluencia y cortaría en dos a la Argentina, constituyéndose en un tapón entre el resto del país y la Patagonia. Era conocida la permeabilidad de Sobisch a los intereses de las petroleras privadas que operan en el país y especialmente en su provincia de origen, Neuquén, sitio de emplazamiento del mítico yacimiento de gas y petróleo no convencional (shale), Vaca Muerta.

El plan de Sobisch fracasó, comenzaba la Presidencia de Néstor Kirchner con una gran impronta en la defensa de la soberanía nacional y un elevado apoyo popular. Además, el gobernador neuquino pro petroleras, vió frustrada su carrera política cuando el 4 de abril de 2007 un policía a sus órdenes asesinó al maestro Carlos Fuentealba en una protesta gremial. Confluencia concluyó ahí.

Más cercano en el tiempo, en junio de 2023, el entonces gobernador de la provincia de Jujuy, Gerardo Morales, esta vez en el norte argentino fronterizo con Bolivia, hizo sancionar en un trámite exprés una nueva constitución provincial que contradice en varios aspectos a la constitución nacional. La nueva constitución jujeña generó un vendaval de protestas en la provincia ya que cercenaba fuertemente derechos constitucionales a nivel nacional como el de protesta o provocaba un retroceso en cuestiones como el de la propiedad comunitaria de las tierras indígenas. A pesar de las resistencias y las críticas, y sólo con algunos cambios puntuales, la constitución jujeña sigue vigente.

Jujuy es una de las tres provincias Argentina en donde se concentra el mineral de litio, las otras dos son Catamarca y Salta. Argentina, junto a Chile y Bolivia, conforman el denominado “Triángulo del Litio” que acapara cerca del 50% de las reservas mundiales de este elemento fundamental para la industria electrónica y de las baterías eléctricas. No es, por lo tanto, disparatado sospechar de las intenciones de un gobierno jujeño subordinado a los intereses internacionales entorno al litio cuando decide implantar una constitución provincial que desconoce a la carta magna nacional y desafía abiertamente al gobierno federal. No hay que olvidar que el Morales jujeño aparece implicado en las investigaciones realizadas sobre el golpe de estado que en 2019 sufrió Evo Morales en Bolivia, otro bastión del litio. Morales, a su vez, ha mantenido sugestivos vínculos con el círculo de influencia del magnate y expresidente estadounidense, Donald Trump, que contó hasta con una visita de su hija, Ivanka Trump, en septiembre de 2019, dos meses antes del golpe de Estado en Bolivia.

El escenario se completa con la actual jefa del Comando Sur de los EE.UU, la generala Laura Richardson, quien en una presentación ante el Atlantic Council, un think tank norteamericano, el 19 de enero de 2023, cuando se refirió a las riquezas naturales de los países de América Latina y el Caribe, sin ruborizarse las mencionó empleando la primer persona del plural del presente del verbo “tener”, o sea, “tenemos” todos esos recursos. Y para tenerlos más literalmente siempre es mejor contar del otro lado con Estados y sociedades lo más débiles y pequeñas posibles, algo para lo que sirve la fragmentación territorial de las unidades nacionales más grandes.

Tentadora geografía

Un buen lugar para entender el presente y plantearse preguntas acerca del futuro es sobre el terreno”, manifiesta Robert Kaplan, uno de los analistas políticos estadounidenses contemporáneos más reputados, en el inicio de uno de sus libros (La venganza de la geografía, RBA Libros, 2017). Por ello es bueno realizar un brevísimo y genérico inventario de los recursos geográficos de los que está dotada Argentina.

Desde el punto de vista estrictamente físico, el país posee núcleos de enormes riquezas naturales. A lo largo de la Cordillera de los Andes y sus alrededores se encuentran importantes reservas minerales. La Pampa húmeda es una de las llanuras más feraz del planeta. En la zona noreste, bajo las provincias de Corrientes y Misiones, se proyecta parte de la zona sur del Sistema Acuífero Guaraní (SAG), uno de los reservorios de agua dulce subterránea más relevantes del mundo. En el noroeste patagónico (Rio Negro y Neuquén) se halla el ya nombrado mega yacimiento de gas y petróleo shale de Vaca Muerta, aunque petróleo hay en muchos otros lugares del sur del país, e incluso en el norte. En la cuenca marítima austral, el mar argentino cuenta con inconmensurables riquezas ictícolas sometidas a una intensa explotación internacional con flotas extranjeras que, aún careciendo de permisos de pesca, operan en aguas aledañas a la Zona Económica Exclusiva del país sudamericano, realizando periódicas incursiones en ésta última.

Pero no es sólo la dotación de recursos naturales del país lo relevante. La propia posición geográfica también lo es. Argentina y Chile comparten el estrecho de Magallanes, entre la isla de Tierra del Fuego y el extremo sur del continente sudamericano, el único paso natural entre el Atlántico y el Pacífico, cuyo valor estratégico crece en la medida en que se intensifica la competencia estratégica entre EE.UU y China, con Rusia buscando también acumular poder.

El Canal de Panamá se está tornando crecientemente obsoleto para los grandes buques mercantes modernos tipo ULCS (Ultra Large Container Ships) y la vulnerabilidad de los restantes pasos interocéanicos se vuelve más patente. Recuérdese los problemas que causó en buena parte del comercio internacional el encallamiento en marzo de 2021 de un solo barco, el Ever Given, en el Canal de Suez; o los recientes ataques a buques comerciales por parte de los rebeldes hutíes de Yemen en el estrecho de Bad el Mandeb, en el Mar Rojo, en solidaridad con los palestinos de Gaza.

Los EE.UU ya han estado probando la navegabilidad del estrecho de Magallanes para buques de gran porte, no sólo civiles, sino también militares. En junio de 2004 el gigantesco portaaviones de propulsión nuclear USS “Ronald Reagan” atravesó el estrecho desde el lado argentino hasta el chileno haciendo una parada en la base de la III° Zona Naval de la Armada de Chile. Además, si el estrecho de Magallanes no fuera suficiente, entre Tierra del Fuego y la Antártida se encuentra el paso de Drake, cuyas aguas son las de las más tormentosas del mundo, poco apropiadas para la navegación comercial pero perfectamente franqueables por los modernos buques militares, y ni hablar de los submarinos desplazándose por los tranquilos fondos marinos.

Luego viene la Antártida, con territorios reclamados por siete países, Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelandia y el Reino Unido. Espacios que en varios casos se superponen unos con otros. Y como enclave de control, tanto del ingreso oriental al estrecho de Magallanes, como del paso de Drake y la Antártida, se encuentran las Islas Malvinas que en 1982 fueron la razón de la guerra entre Argentina y Gran Bretaña que la primera perdió. Por eso no es casual que el actual ministro de Relaciones Exteriores británico, David Cameron, haya visitado a mediados de febrero las islas, como tampoco lo es que Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano, casi en simultáneo, se haya dado una vuelta por Buenos Aires.

Argentina también es mucho más que geografía, es uno de los países latinoamericanos con mayor nivel cultural de su población y con más elevado desarrollo humano. Sólo por citar un ejemplo, Argentina cuenta con el sector nuclear más avanzado del subcontinente con un nivel de madurez que lo ha llevado a ser un exportador neto en el rubro. Este también es un botín que podría capturarse más fácilmente si el país se fragmentara en varios pedazos cada uno muchísimo más débil y sometible que la gran nación que los precedió.

Suma de factores

La Patagonia argentina tiene varias instancias institucionales, como el Parlamento Patagónico que reúne a representantes legislativos de las cinco provincias de la región más La Pampa (Patagonia ampliada), el Foro Patagónico de los Superiores Tribunales de Justicia que hace lo propio con los miembros de los superiores tribunales de dichas provincias. También está el Foro Permanente de Vicegobernadores Patagónicos (FOVIPA). Aunque estas instituciones per se puedan ser nobles, en el contexto de un gobierno nacional que abdica de sus responsabilidades son antecedentes bien concretos de instancias propias de un país independiente.

Si lo anterior no fuera suficiente, el jueves 7 de marzo, en Puerto Madryn se reunieron los gobernadores de las seis provincias de la Patagonia ampliada para anunciar la creación de una empresa estatal conjunta, Patagonia Energía S.A, con el propósito declarado de disputarle a la nación los recursos energéticos de la región, los que no se reducen sólo a los hidrocarburíferos, sino que también incluyen a las represas hidroeléctricas y la generación eólica y mareomotriz.

Mientras tanto, YPF la petrolera argentina bajo control estatal, se encuentra colonizada por la multinacional Techint desde que Milei asumió la Presidencia. La misma ha iniciado un proceso de desinversión en los pozos de petróleo y gas convencional, para concentrarse principalmente en Vaca Muerta, que conlleva la reversión de los yacimientos que se abandonan, mayoritariamente patagónicos, a las provincias en donde se encuentran. Esto añade una magnitud más a la percepción de fractura entre el gobierno nacional y la Patagonia.

La idea de que la nación es algo sin mucha sustancia y lo que importan son las provincias, actitud que había sido conjurada hace 150 años en Argentina, ha permeado incluso al pensamiento de cuño progresista. Por ejemplo, el historiador Felipe Piña, en una entrevista con el periodista Roberto Navarro (El Destape Radio, 9/02/2024), manifestó “la Argentina son las provincias, la Capital Federal es básicamente una caja recaudatoriaes un tema histórico que en general se ha manejado muy bien mediáticamente, entorno a que la nación está por encima de las provincias. Y la nación, si te ponés a pensar Roberto, es una entelequia. ¿Qué es la nación, quién vive en la nación? Ni vos, ni yo vivimos en la nación, vivimos en provincias y municipios”.

Si bien es históricamente correcto que las provincias del Río de la Plata precedieron a la constitución formal de la nación en 1853, es en ésta última en donde aquéllas encuentran su verdadera realización en lugar de quedar sometidas a una existencia individual fragmentada e impotente. Por otro lado, la unidad de las provincias en un todo mayor a ellas era un legado claro del período hispánico que, incluso, podría rastrearse en tiempos precolombinos con la presencia de un imperio incaico que reunía a pueblos muy diversos.

Esa unidad estuvo presente, asimismo, en la conciencia de cada uno de los líderes provinciales antes de la conformación oficial de la nación a punto tal de que la modalidad en la que ésta se iba a llevar a cabo dio origen a más de 60 años de guerra civil como bien recuerda Piña en la misma entrevista.

Alertas y lecciones

Menospreciar el valor de la nación no es soslayar las patológicas prácticas unitarias que usualmente han reproducido los gobiernos nacionales, y que no es sólo responsabilidad de los libertarios actuales, a pesar de que éstos están llevando el tema a niveles sin antecedentes previos. Naturalizar la posibilidad de la disgregación territorial de Argentina es un suicidio para el país en su conjunto, y para cada una de sus partes en particular. No hay ninguna preferencia popular manifestada en alguna votación, por amplia que sea, que pueda estar por encima de la preservación de la unidad nacional.

No hay que subestimar las fuerzas centrífugas que están operando sobre las sociedades actuales. La pulverización de los lazos comunitarios más básicos inducida por el avance de las prácticas y la cultura neoliberal aunadas al poder alienantes de las redes sociales digitales está haciendo emerger amenazas de disolución en los lugares menos pensados.

Por supuesto, la capacidad de resistencia de un país a estas fuerzas centrífugas es muy diferente según sea la solidez de sus instituciones, el desarrollo relativo de su sociedad, la potencia de su economía, la equidad de la distribución de sus recursos y la conciencia de su ciudadanía. Eso que el economista argentino Aldo Ferrer denominaba “la densidad nacional”. Algo que en Argentina está muy fragilizado luego de una elección presidencial en donde el 56% del electorado votó a un sujeto que prometía abiertamente destruir todo el país tal como es.

Entre tanto, el reposicionamiento de las potencias mundiales en vista a la disputa por los recursos y la hegemonía planetaria en marcha, no se detiene. El 26 de febrero de 2024, el Reino Unido hizo saber que de forma unilateral realizarían una nueva ampliación de su zona de control marítimo entorno a las Islas Malvinas, las Georgias y las Sandwich del sur. La decisión sumaría 160.000 km2 a los 283.000 km2 que, en una acción similar efectuada en 2012, había puesto bajo su control exclusivo luego de crear un Área Marítima Protegida (AMP). Este tipo de decisiones británicas violan la Resolución 31/1949 de la Asamblea General de las Organización de las Naciones Unidades (ONU) sobre la cuestión Malvinas y la Convención para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos Antárticos (CCAMLR) de la cual, la propia Inglaterra es signataria.

Argentina tiene otro problema enorme en el continente, especialmente crítico en la Patagonia. Los magnates extranjeros propietarios de ingentes cantidades de tierras. La lista la encabeza el italiano Luciano Benetton con cerca de 844.000 hectáreas situadas en las provincias de Buenos Aires, Neuquén, Rio Negro, Chubut y Santa Cruz. Pero el que más temores suscita es el británico Joe Lewis, fundador del fondo de inversiones Tavistock. Lewis es propietario, entre otras cosas, de 10.823 hectáreas de tierra que rodean el Lago Escondido en la provincia de Rio Negro.

Los choques entre la legalidad y Lewis no ocurren sólo en América del Sur. En julio de 2023 Lewis estuvo preso en EE.UU por orden de la Justicia del Distrito Sur de Nueva York por fraude financiero y tráfico de información privilegiada. Recuperó su libertad luego de pagar 300 millones dólares de fianza. En su estancia de Lago Escondido, Lewis, quien es amigo del expresidente argentino Mauricio Macri (2015-2019), posee una pista de aterrizaje situada a una distancia ideal de las Islas Malvinas para la realización de vuelos tácticos militares.

Argentina tiene múltiples frentes abiertos que amenazan su viabilidad histórica como nación mientras se encuentra bajo la conducción de un presidente que promete pasarle una motosierra a los fundamentos de la convivencia y el desarrollo social. No es una situación irrecuperable pero sí son amenazas que requieren claridad, determinación y urgencia para conjurarlas.

* Carlos De la Vega. Abogado, Licenciado en Filosofía, Magister en Economía Política de Argentina

Más notas sobre el tema