Colombia propone justicia social y autonomía regional para preservar la paz – Por Christian Arias Barona

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Christian Arias Barona*, especial para NODAL

 

En dos discursos internacionales brindados las últimas semanas, el presidente de Colombia Gustavo Petro delineó una visión del mundo contemporáneo respecto a la guerra y la paz, articulando el modelo económico y la crisis climática. Al menos dos conclusiones han quedado reverberando por su altisonancia: 1) combatir la desigualdad con justicia social y 2) preservar la paz con autonomía militar de la región latinoamericana y caribeña.

Hace unas semanas Gustavo Petro fue invitado a la Conferencia de Seguridad de Múnich, una reunión anual donde acuden las grandes potencias para analizar y evaluar el curso de los conflictos globales, las amenazas al orden internacional y las tendencias. La aparición del mandatario suramericano revela la importancia de nuestra región y la creciente valoración de la experiencia colombiana en la apuesta por superar las raíces del conflicto armado. Petro rompió la racha de “gratitud gringa” y los discursos belicistas que otrora distinguió a los presidentes colombianos para introducir una variable desafiante: la justicia social.

En intervenciones posteriores el mandatario colombiano ha insistido en la denuncia a los ataques de Israel a la población de Gaza, lo que califica como genocidio. El punto más alto de esta postura ha llegado con un anuncio durante la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en San Vicente y las Granadinas: allí dijo que suspenderá los contratos militares con su histórico aliado en provisión de armas, sistemas de vigilancia y reconocimiento, así como aeronaves y capacidades en ciberseguridad y ciberdefensa.

Desigualdad e inseguridad

Colombia ha ocupado numerosas reflexiones respecto a la violencia y la inseguridad transnacional. No es menor que Petro haya puesto el acento en la herencia colonial y los efectos que produjo la esclavitud en el continente americano. Es precisamente ese proceso el que distingue a las formaciones sociales dependientes en nuestra región y que ha condicionado, so pena de una asimétrica división internacional del trabajo, el modo de inserción de las economías latinoamericanas y caribeñas en el mercado mundial. Pero hay más, la esclavización ha impactado en la conciencia de los pueblos, no solo para mantenerlos dóciles sino conservando su memoria rebelde.

No es nuevo el argumento de que la desigualdad ha sido la principal causa de la conflictividad en Colombia, de hecho, en los tiempos de la ofensiva estadounidense mediante el Plan Colombia, el Parlamento Europeo se opuso a la securitización del problema y reconoció que “el conflicto colombiano tiene unas causas económicas, sociales, políticas y culturales, a partir de la exclusión”, así como “rechazó la militarización de la lucha contra la droga, por sus peligrosas implicaciones regionales”[1].

Por eso el presidente Petro ha sostenido que la paz es más que la ausencia de guerra y llama a construir justicia social y ambiental. El silenciamiento de los fusiles sin superar las causas de la desigualdad es inoficioso y puede tener consecuencias que agraven los problemas precedentes. El incumplimiento de los Acuerdos de Paz de 2016, especialmente durante el gobierno de Iván Duque, ha mostrado con creces las consecuencias que atomizaron y expandieron los grupos armados disidentes de las FARC.

El mandatario colombiano afirmó en aquella conferencia que “el mercado iba a llevarnos al máximo de bienestar. La realidad es que estamos hoy al borde de la extinción. Es decir, todo lo contrario”. De este modo el neoliberalismo no solo agudizó la crisis en la sociedad colombiana, sino que despertó una conciencia popular por la paz con justicia social y la desmilitarización de la sociedad.

Crisis climática y seguridad

La alternativa propuesta por Petro es un pacto democrático global, donde ubica a África y América como los continentes con mayor potencial de generación de energías limpias del planeta. No obstante, ha advertido que esto puede conducir a un saqueo como ha sucedido antaño con el petróleo o se puede ver como un pacto. La crítica frontal al modelo económico y los retrocesos de la política europea en materia de transición energética fue expuesta como una amenaza a la humanidad, por cuanto la demostración del poder militar de las potencias mundiales se antepone a lo que, según Petro, es un problema existencial: la crisis climática.

El presidente de Colombia ha hecho un duro cuestionamiento al poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y a las potencias que lo ejercen, argumentando que el patrocinio de las guerras actuales es resultado de la estructura de decisiones vigente. Por ello, sugiere un cambio del poder público que ya no puede ser exclusivamente nacional, sino global fundado en un nuevo paradigma que democratice las decisiones y no pondere de manera superlativa las capacidades militares. En consecuencia, la postura del gobierno colombiano ha acompañado las denuncias por genocidio contra el pueblo palestino presentadas por Sudáfrica así como ha manifestado su apoyo a su par brasilero, Lula Da Silva por sostener esta posición.

Petro, a contramano de la tendencia de los tiempos actuales, evita hablar de multipolaridad y manifiesta creer en una mayor globalización de las relaciones internacionales. A partir de su democratización, divisa la posibilidad de un sistema mundial de administración de justicia que opere como regulador de las decisiones catastróficas que agudizan los conflictos actuales. Esa convicción se expresa en su iniciativa de defender la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA) – aunque ese organismo haya sido histórico instrumento de coacción e intervención estadounidense – y revalorizar la experiencia tanto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como de la Corte IDH.

Por otra parte, en su apuesta por ganar mayor gravitación en el tablero internacional insiste en consolidar la CELAC donde planteó que es “ingenuo pensar que vamos a ser una zona de paz si nos estamos alinderando a los grandes bloques de poderes militares en conflicto por razones comerciales”. Su intervención retomó el espíritu con el que se creó el Consejo de Defensa Suramericano de la UNASUR visualizando una Junta Interamericana de Defensa sin la tutela de Estados Unidos que se concretó con una afirmación categórica: la paz es, en nuestra región, autonomía política, económica y militar de América Latina y el Caribe .

La Colombia del Pacto Histórico ha escalado en la política mundial a un peldaño desde el cual hace visibles las asimetrías que explican las circunstancias que experimentamos los países latinoamericanos y caribeños, por tanto, su liderazgo ha alcanzado vertiginosamente el estatus de vocero regional con la capacidad de confrontar la visión aceptada por el mainstream. Tendrá la oportunidad de alojar y presidir la próxima COP16 de Biodiversidad en Cali, articulando las negociaciones globales en la materia. Ese proyecto requiere más que nunca de una base de sustentación popular que labre el camino hacia el futuro.

[1] http://ciponline.org/colombia/020102.htm

[2] https://www.youtube.com/watch?v=lVtgHrYOnu8

*Politólogo colombiano, docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.

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