La vuelta de Bachelet a La Moneda: cambio de ciclo sin cambio de rumbo – Por Gerardo Szalkowicz

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La Concertación que gobernó Chile entre 1990 y 2010 regresa al gobierno, ahora sumando al Partido Comunista. Por su impronta anterior y algunos indicios recientes, el nuevo capítulo de Bachelet en La Moneda invita más al escepticismo que a la ilusión.

Tras un paréntesis de cuatro años administrados por el empresario conservador Sebastián Piñera, Michelle Bachelet retorna al sillón presidencial que ocupó entre 2006 y 2010. Ahora tuneada como Nueva Mayoría (la misma coalición entre social-liberales y democratacristianos más el PC), el flamante gobierno tendrá que hacer malabares para repetir su fórmula gatopardista de ensayar tibias reformas cosméticas para mantener vivito y coleando el modelo mercantilizador implantado a plomo por el pinochetismo.

Chile ya no es el mismo: al cuento del “ejemplo del modelo chileno” se le fue cayendo la careta desde la explosión social comandada por las y los estudiantes en 2011, pasando por diversos conflictos sociales y ratificado con el histórico casi 59% de abstención en las pasadas elecciones. La presión popular –aún incipiente en una sociedad fuertemente impregnada de cultura neoliberal- será clave para forzar a que se perturben algunos de los pilares que convirtieron al país en uno de los más desiguales de la región.

Es cierto que para abordar un juicio pulido sobre el devenir del nuevo gobierno habrá que darle un tiempo de rodaje. Sin embargo, su pasado y algunas pistas recientes no dan lugar a esperanzas de transformaciones profundas.

Los mismos de siempre

Conforman el gabinete de Bachelet una gran mayoría de tecnócratas y académicos que fueron parte del personal en gestiones anteriores. Mucho ruido generaron algunas designaciones, como la de Nicolás Eyzaguirre, ex ministro de Hacienda de Ricardo Lagos, quien asume la sensible cartera de Educación. Es criticado por su desempeño anterior y su perfil economicista.

Pero quien fuera elegida subsecretaria en ese ministerio fue la que despertó mayor repudio y la cosa terminó en escándalo. La economista Claudia Peirano debió renunciar a su designación luego de que medio Chile le recordara su pasado opositor a la educación gratuita. También tuvieron que declinar Miguel Moreno, nombrado subsecretario de Bienes Nacionales, quien fue condenado en 2011 por manosear a una mujer en el metro, y Hugo Lara, en Agricultura, quien enfrenta una querella por “estafa y apropiación ilícita”.

Otras subsecretarías también despertaron polémica: Ignacio Moreno, en Minería, está acusado de prácticas antisindicales cuando era gerente general de la Minera Cerro Dominador. Y Claudia Echeverría, en Defensa, es cuestionada por ser hija de un general torturador y por registrar un sumario cuando era subsecretaria de Marina.

Quienes sí recibieron con beneplácito al nuevo gabinete fueron las cámaras empresariales. “Hay un equipo que reúne las capacidades técnicas y profesionales para enfrentar los desafíos. Estamos confiados en que van a tener un buen desempeño”, evaluó Andrés Santa Cruz, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio. Ricardo Mewes, jefe de la Cámara Nacional de Comercio, señaló que “son personas conocidas desde el punto de vista político. Creo que vamos a tener la opción de plantear las preocupaciones de nuestro sector”.

Dice el escritor y periodista Alejandro Lavquén: “El currículum del 95% de los fautores escogidos por la presidenta lo dice todo y se resume en una definición muy clara: son engranajes del sistema neoliberal, testaferros de la oligarquía empresarial”.

¿Chile de quién?

En su programa de gobierno “Chile de Todos”, Bachelet incorporó algunas demandas ciudadanas. Propone “una transformación estructural del país, actuando sobre tres ejes principales: nueva Constitución, Reforma Educacional y Reforma Tributaria”.

El fin del lucro en la educación fue la principal bandera que trastocó los cimientos del modelo. Bachelet promete crear “un sistema educativo público, gratuito y de calidad». Sin embargo, la actual dirigencia estudiantil desconfía de su alcance.

Sebastián Farfán, encargado nacional de la Unión Nacional Estudiantil, afirma que “podemos alcanzar ciertos porcentajes de educación gratuita, pero si no va acompañado con una política de fortalecimiento del sistema público, la gratuidad terminará siendo sólo una formalidad”. Javier Miranda, presidente de la Federación de Estudiantes de Concepción, sostiene que “el programa no da respuesta efectiva a nuestras demandas. Allí se toman nuestras consignas y se les quita todo el contenido”.

Pero quienes muestran mayor radicalidad son los jóvenes organizados en la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, quienes el día de la votación ocuparon la sede de campaña de Bachelet y arremetieron: “La Nueva Mayoría ha tomado nuestras demandas llevándolas a un programa que sabemos no cumplirán, deformándolas y convirtiéndolas en propuestas para la clase empresarial y alejándolas de su origen: el movimiento social”.

En cuanto a la reforma fiscal, vendrá acompañada de una reducción de impuestos a los más ricos desde el 40% al 35%. El programa, además, no incluye cambios en legislación minera ni laboral ni en el sistema previsional.

Pero la camisa de fuerza que condiciona cualquier transformación real es la Constitución pinochetista –tibiamente reformada en 2005- y su sistema parlamentario binominal que obligará a negociar las reformas con la derecha, incluso la de la propia Carta Magna.

Esa es la madre de todas las batallas y la única vía para romper el corsé sería mediante una Asamblea Constituyente, iniciativa que viene ganando fuerza y que logró en los comicios (a través de la campaña “Marca tu voto”) una aprobación del 10%. Pero no será el camino que elija Bachelet.

Chile en Nuestra América

Todo indica que Bachelet no impulsará un golpe de timón en la política exterior. Aunque quizá con otro perfil y tejiendo puentes hacia otros procesos, Chile seguirá en el bloque conservador que conforma junto a Colombia, México y Perú. El programa de gobierno dice: “Valoramos los esfuerzos de integración en la Alianza del Pacífico”. Igual, subraya, “nos abocaremos a orientar nuestra participación en esta iniciativa en una perspectiva no excluyente o antagónica con otros proyectos de integración”.

Además, está la batalla con Bolivia y su demanda marítima. En una entrevista a La Garganta Poderosa, Evo Morales dejó en claro que no será un rival amistoso: “Yo dudo que sea socialista. Si Bachelet sigue en la Alianza del Pacífico, quedará definido a quién corresponde, de dónde viene y qué quiere”.

Crecer desde el pie

Los últimos años estuvieron marcados por un despertar del pueblo chileno. Además de las masivas marchas estudiantiles, se dieron fuertes luchas regionalistas, ambientalistas, de trabajadores del cobre, pescadores, portuarios, junto al siempre combativo pueblo mapuche. También se conformaron nuevos instrumentos electorales como el Partido Igualdad, impulsado por el Movimiento de Pobladores.

Al margen de lo que se cocine en La Moneda, la principal tarea para las fuerzas populares será potenciar esas luchas, articular lo disperso y levantar un proyecto que rompa con el pasado, para que, más temprano que tarde, se abran las grandes alamedas.

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