América Latina y el Caribe: necesidad y urgencia de integración estratégica y unidad continental – Paula Giménez y Matías Caciabue

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Paula Giménez y Matías Caciabue*

Grandes cambios en el mapa de la región se avecinan a partir del cambio de rumbo que tomó Argentina con la llegada de Javier Milei a la presidencia. En el marco de las relaciones bilaterales Brasil ya solicitó a través de su canciller Mauro Vieira, un «trato diferenciado» de Argentina hacia los países del Mercosur, no sin mencionar y dejar a la luz la reunión que mantuvo con Diana Mondino, actual canciller argentina quince días antes de la asunción del nuevo presidente, el pasado 10 de diciembre.

Por su parte, Argentina fue invitada a participar de los BRICS en el mes de agosto del año pasado y aceptada junto a otros seis países: Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes Unidos (EAU) para ingresar al grupo a partir del 1 de enero de 2024. Sin embargo, el presidente Javier Milei anunció en diciembre la renuncia formal al ingreso de la Argentina como miembro pleno del bloque, argumentando que la política exterior del presente gobierno difiere del anterior.

En esa línea, a contramano de la transición geopolítica en curso, Diana Mondino, realizó uno de sus primeros viajes internacionales el 19 de diciembre, en medio del anuncio de las medidas económicas ultra neoliberales del nuevo gobierno. La ministra de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación, arribó a Francia donde se reunió con Emmanuel Bonne, consejero diplomático del presidente francés Emmanuel Macron y con autoridades de Eramet, una reconocida empresa del litio a quien pretenden vender el litio salteño.

Allí se puso sobre la mesa también el objetivo declarado del actual ejecutivo de avanzar en la incorporación de Argentina a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), seguir el proceso del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea-Mercosur y conseguir “inversiones”.

Días previos a enviar la carta de rechazo al ingreso al bloque de los BRICS, y dejando visualizar los rumbos que tomará Argentina en el mapa mundial -alineados a los intereses norteamericano e israelíes-, el 11 de diciembre, cancillería firmó la carta de invitación al proceso de acceso a la OCDE, el homólogo comercial de la OTAN, uno de los brazos de maniobra internacional del poder noratlántico. La aspiración poco estratégica, tomó fuerza durante el gobierno argentino de Mauricio Macri y como muchas de las políticas reprimarizadoras de la economía nacional, serán profundizadas y ejecutadas en este gobierno de alianza neofascista.

Sin ir más lejos, el ex representante ante la OCDE del gobierno de Macri, Marcelo Scaglione, desde su cuenta en la red X (ex-Twitter) expresó antes de que asuma Milei: «hoy, en París, en la sede de la OCDE, junto con mi colega y amigo @JAArdavin, responsable de América Latina y el Caribe dentro de la Dirección de Relaciones Globales y con el sherpa del G7-G20-APEC @schaal_andreas, he anticipado y confirmado la posición de la futura ministra de Asuntos Exteriores, @DianaMondino y del Presidente Javier Milei, sobre la continuidad de la adhesión de Argentina a la OCDE».

¿Cuál es el estado de situación de los principales organismos regionales ?

Movimientos integradores y desintegradores, en ocasiones expresados abiertamente y en otras, de manera casi subterránea pero efectiva, son la síntesis del tablero configurado durante el año que finalizó, en la región más desigual del planeta. Las derechas y ultraderechas se reposicionan, mientras los gobiernos progresistas tejen sus redes de cooperación para fortalecer alianzas en diversas materias, al tiempo que resisten los embates internos que buscan quebrar la estabilidad social y atacar la gobernabilidad.

El empate catastrófico en el seno del G2, es decir, el enfrentamiento entre el proyecto de Estados Unidos-Amazon (y el modelo GAFAM) y el proyecto China-Huawei (y el modelo BATHX) escaló la tensión en territorio nuestroamericano, rico en recursos estratégicos que son objeto de interés tanto para el proyecto financiero y tecnológico comandado por Estados Unidos, como para su opuesto, comandado por China, en el enfrentamiento por la conducción del Siglo XXI.

Haciendo un recuento de las cumbres desarrolladas durante el año que finalizó, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC); la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR); el Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC); la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP); BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y el MERCOSUR, entre otros, son los nombres que atravesaron la agenda latinoamericana, donde las y los mandatarios de la región y los principales actores globales hicieron sus acuerdos -o sostuvieron sus desacuerdos- de índole bilateral, así como a través de los bloques regionales.

En enero del 2023 se desarrolló la VII Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Argentina, teñido de un clima que promovía la unión latinoamericana y anunciaba con esperanza la presencia de Lula Da Silva como presidente en el encuentro, después de tantos años de ausencia del gigante del Sur.

La respuesta de las fuerzas de derecha atravesó la Cumbre, con manifestaciones y declaraciones de importantes representantes neoliberales del actual gobierno argentino como el ex presidente Mauricio Macri (indiscutible ganador político de la última contienda electoral por su influencia en el gobierno de La Libertad Avanza) y la actual secretaria de seguridad argentina Patricia Bullrich, que apuntaron contra la participación del presidente venezolano Nicolás Maduro, quien finalmente no asistió, denunciando la persecución política y mediática en su contra.

La “declaración de Buenos Aires” (enero 2023) finalizó afirmando la plena vigencia de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, el compromiso con la democracia, la promoción, protección y respeto de los Derechos Humanos, la cooperación internacional y el trabajo conjunto en pos del Desarrollo Sostenible para hacer frente a la crisis sanitaria, social, económica y ambiental ocasionada por la pandemia de COVID-19 y el cambio climático, entre otros ejes.

Recién hacía finales del 2023 la CELAC volvió a estar en agenda cuando el presidente de Brasil le propuso a Nicolás Maduro que sea el organismo el que medie las relaciones entre Venezuela y Guyana en torno al conflicto por la soberanía territorial  sobre el Esequibo, una rica zona marítima, petrolera, minera y forestal sobre la que pusieron su mira el Comando Sur norteamericano y la petrolera    Mobil y ha sido el epicentro de una disputa territorial desde hace más de 180 años.

Estados Unidos barriendo su patio trasero

A lo largo del 2023 diferentes actores del país norteamericano se reunieron con mandatarios y funcionarios de América Latina. Entre ellos, en agosto una delegación del Comité de las Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes de Estados Unidos (HASC) con la participación de Adam Smith y Salud Carbajal, congresistas estadounidenses y Marc Ostfield, embajador de Estados Unidos se reunieron con el presidente saliente de Paraguay Mario Abdo Benítez y su sucesor electo Santiago Peña para coordinar acciones en torno a la seguridad y la lucha contra el narcotráfico.

Por su parte, la república cooperativa de Guyana se transformó en una plataforma militar del Comando Sur que lidera Laura Richardson. El 23 de octubre pasado la nueva embajadora de Estados Unidos, Nicole Theriot, le presentó sus cartas credenciales al presidente Irfaan Ali, pero diez días antes ya se había reunido con la generala Richardson en la sede de su comando para hablar de la estrategia común de seguridad con Guyana. Sus encuentros sobre el mismo tema siguieron el pasado 7 de noviembre en Georgetown, para aumentar la cooperación militar. La diplomática anunció que la alianza entre las dos naciones “mejorará objetivos mutuos de seguridad, abordará las amenazas transversales y promoverá la seguridad regional”.

Mientras tanto, el  3 de noviembre, el líder demócrata Joe Biden se consagró por iniciativa propia anfitrión recibiendo a líderes de 10 países (Uruguay, Perú, Panamá, México, República Dominicana, Colombia, Ecuador, Barbados, Canadá y Costa Rica) para la primera cumbre de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP), en una maniobra que expresa su necesidad de contrarrestar el avance asiatico en el territorio por medio de la Iniciativa de la Franja y la Ruta que continúa ganando posiciones vertiginosamente  con sus inversiones y acuerdos diplomáticos.

Además en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC), el presidente azteca Andrés Manuel López Obrador se reunió con su homólogo estadounidense, para hablar sobre la crisis migratoria, a mediados de noviembre. La relación comercial, uno de los vínculos más sólidos entre ambos países, se sumó a la agenda de intercambio de los mandatarios. Los recíprocos reconocimientos y las sonrisas para la prensa no barren debajo de la alfombra, sin embargo, las sostenidas discrepancias en el ámbito geopolítico, cuando por primera vez en este siglo y parte del pasado, México dirige su mirada estratégica con más interés al sur que a su vecino del norte, con quien mantiene relaciones cordiales.

Noviembre trajo los resultados de las elecciones argentinas y con ello un cambio de rumbo en el mapa de la región. Estrechando vínculos de manera exprés con el gigante norteamericano Javier Milei presidente de Argentina viajó a EEUU como presidente electo, días antes de su asunción, para reunirse con Jake Sullivan, el consejero de Seguridad Nacional de Joseph Biden y el ex presidente Bill Clinton, entre otros actores. Sin mencionar los estrechos vínculos del presidente argentino con actores de la órbita económica del proyecto comandado por Estados Unidos como por ejemplo el dueño de la red social X, Tesla y Starlink, Elon Musk.

El dragón le gana terreno al águila

La Iniciativa la Franja y la Ruta (BRI) que cumplió una década en 2023, el principal brazo de maniobra asiática en el mundo, constituye la red de conexión territorial, marítima y digital de China con Europa, África y Latinoamérica y el Caribe. Ya son 21 los países de nuestra región que se han unido a la BRI, incluidos Nicaragua y Argentina hace dos años. Después del lanzamiento de la iniciativa en 2013, la inversión del gigante asiatico en la región aumentó, el comercio continúa expandiéndose posicionando al dragón como el segundo socio comercial, (después de Estados Unidos), excepto en algunos países donde ya se impuso como el primero.

Las inversiones chinas en Latinoamérica destacan en extracción de materias primas como litio, cobre, hierro, aluminio, estaño, magnesio y zinc, necesarios para consolidar el cambio de la matriz energética, uno de los nudos centrales en la disputa con Estados Unidos, y fundamentales para su creciente industria tecnológica de punta. Sin perjuicio de su interés por los productos agrícolas de la región, principalmente la soja.

Entre 2005 y el 2019 los mayores receptores de los créditos chinos han sido Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina y Bolivia a través de entidades como el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación- Importación (Exim) de China. En 2020 y 2021 el Banco de China y el Banco Industrial y Comercial de China, desembolsaron 12 cuantiosos créditos directos a los proyectos privados o alianzas público-privadas en sectores de energía, minería e infraestructura en Argentina, Perú, Brasil, México y Colombia.

Durante el 2023 Uruguay inició negociaciones con Beijing, impulsando el ingreso al Acuerdo Transpacífico sin la anuencia de sus socios del Mercosur, lo que desató  tensiones y advertencias de sus miembros.
Evidentemente la Iniciativa de la Franja y la Ruta es altamente compatible con la política de reindustrialización de Brasil y su nuevo Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC). Por su parte Venezuela abrió el juego una vez más a empresas petroleras orientales para operar en PDVSA. Son varios los proyectos pendientes de ejecución en el país, a pesar de ser uno de los principales beneficiados por la inversión asiática en la región, pero que continúa ahogado por el bloqueo norteamericano.

No faltó ningún mandatario interesado en conversar con su homólogo chino, presencialmente o mediante llamados telefónicos y videoconferencias. Xi Jinping se reunió en diversas oportunidades con Manuel Lopez Obrador, Luiz Inácio Lula da Silva, Gustavo Petro, Gabriel Boric, Alberto Fernandez, Nicolas Maduro, Daniel Ortega, Irfaan Ali, Dina Boluarte, entre otros.

La relación entre gigantes se fortalece sostenidamente. Brasil, el único actor regional que integra los BRICS asumió en abril del año pasado el mando del Nuevo Banco de Desarrollo del organismo, nombrando Directora a la ex presidenta Dilma Rousseff. Además, el Banco da China Brasil SA en octubre realizó la primera operación comercial bilateral con monedas locales logrando transacciones financiadas y liquidadas en yuanes y convertidas directamente en reales. Punto para la desdolarización en curso, en medio de una guerra de monedas que pone en jaque la hegemonía norteamericana.

¿Cuáles son los escenarios existentes para América Latina?

El rol estratégico de Brasil en los BRICS, a pesar del fracasado ingreso de Argentina al bloque y el despliegue de los múltiples acuerdos con China, indican el cambio de época, signada por el declive geopolítico de Estados Unidos y la feroz disputa al interior del G2 por el control de los abundantes recursos estratégicos de los que dispone la región, fundamentales en la nueva fase digital del capitalismo.

Frente a los cambios en el tablero político nuestroamericano, el avance de las derechas y su contracara en territorios centrales como México y Brasil, resulta necesario profundizar no sólo integración económica sino la unidad continental que permita dar la lucha para la defensa soberana de tales recursos. Impulsar el desarrollo de la ciencia y la tecnología, para el agregado de valor en origen y la (re)industrialización, apuntando a sectores estratégicos, mediante acuerdos regionales que mejoren las condiciones de negociación con las dos grandes potencias.

La disputa global abrió un oportunidad histórica para latinoamérica y el caribe y refuerza la necesidad de avanzar en acuerdos efectivos que se traduzcan en transformaciones estructurales, disminuyendo la dependencia histórica con Norteamérica, sin caer en una nueva situación de coloniaje, esta vez, asiático. Los desafíos son grandes, por ello los gobiernos progresistas que continúan en pie deberán contar no solo con planes a mediano y largo plazo y la férrea voluntad política de ejecutarlos, sino también con los pueblos organizados y movilizados en las calles, en defensa de la vida y los territorios.

*Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos. Caciabue es Licenciado en Ciencia Política y Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional UNDEF en Argentina. Ambos son investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). 

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