Lula 2024/26 – Por Paulo Kliass

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Lula 2024/26

Paulo Kliass*

Como era de esperar, gran parte de la cobertura mediática a lo largo del mes de diciembre se dedicó a evaluar y analizar el primer año del tercer mandato de Lula como presidente de la República. Los balances tienden a acompañar las orientaciones políticas e ideológicas de los espacios en los que se publican.

Así, la mayoría de la prensa hegemónica busca exaltar las cualidades del ministro de Hacienda, quien sería para ellos el principal responsable de las buenas noticias presentadas por el gobierno durante 2023.

Por otro lado, son inevitables las constataciones de la importancia política de la derrota de las tentativas golpistas del 8 de enero, con el reconocimiento de la imprescindible capacidad de negociación de Lula, con la formación de un amplio frente en defensa de la democracia y de los valores republicanos. La movilización  terrorista que se manifestó con la ocupación y la destrucción de símbolos fundamentales de Brasil, como las sedes de los tres poderes en Brasília, fue derrotada y una parte de los participantes está siendo procesados por el Poder Judicial.

Con el mensaje de «Brasil volvió», el inicio del gobierno reveló la tentativa de recuperar las políticas públicas relevantes, aquellas que fueron objeto de desmonte precisamente durante el cuatrienio en el que el genocida  ocupó el Palacio del Planalto.

Los impactantes y conmovedoras imágenes de la ceremonia de asunción del cargo presidencial expresaban el deseo de una nación tolerante, que reconoce sus deficiencias y carencias en el tratamiento de la diversidad y de las minorías. O sea, un país que apostaba a la fuerza de la Presidencia de la República ara recuperar los cuatro años de retroceso y de atraso político e por recuperar sus fuerzas para recuperar cuatro años de regresión y de retraso político e institucional.

Austeridad en Lula 3.0

La “PEC de la Transiçión”, promulgada antes de la asunción, a finales de 2022, aseguró recursos presupuestarios para que en 2023 fuese posible la implementación de un mínimo de programas presentados por Lula durante la campaña electoral. A pesar de no haber sido incorporada al texto, la simple revocación del texto de gastos fue promulgada bajo la forma de la Enmienda Constitucional 126 y permitió una ampliación del Presupuesto preparado por el equipo de Paulo Guedes.

Así, quedaron disponibles recursos para promover el retorno de la política de reajuste real del salario mínimo, para la extensión de la Bolsa Família, reajustes para los servidores públicos y otros programas de políticas públicas para la mayoría de la población.

Entretanto, ya se fue un año de gobierno. Y la euforia demostrada por la nata del  financismo con la política llevada a cabo por el comando de la economía resume los  indicios de cualquier balance honesto  efectuado por el campo progresista. En verdad, la principal laguna y los mayores equívocos del gobierno son transfigurados por la prensa hegemónica en virtudes y aciertos.

Si alguien buscara una síntesis de este cuadro contradictorio podrá encontrarla en el unísono demostrado por las élites del país con la supuesta seriedad con que Haddad tiene elaborado e implementado la política de austeridad fiscal.

El primer año se cierra y aún no se vislumbran las marcas de aquello que debería ser de cara del tercer cuatrienio de Lula. En el área de la economía, los números relativos al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se deben, en gran medida, a los efectos de las medidas dejadas por los gastos públicos que se originaron en la desesperación electoral de Bolsonaro en el segundo semestre del año pasado y por las previsiones presupuestarias negociadas durante la transición entre noviembre y diciembre de 2022.

Más allá de las intenciones y de las declaraciones de los integrantes del nuevo gobierno, no existen grandes decisiones estructurantes de la política económica. Este es un factor que preocupa mucho, dado que Lula había dicho que sólo había aceptado presentarse otra vez para hacer más y mejor gobierno de lo que realizó en los dos primeros mandatos y que su deseo sería realizar 40 años en cuatro.

El financismo aplaude a Haddad

Según la narrativa de las elites, las grandes realizaciones de Haddad se resumen en la elaboración y aprobación del Nuevo Marco Fiscal. O sea, una propuesta que el propio ministro había incluido en la PEC d e la Transición, con el intento de mostrar que su gestión  al frente de la economía estaría bien de acuerdo con los cánones del neoliberalismo y del conservadurismo financiero.

La elaboración de la nueva regla de austeridad fue hecha con costos para la sociedad civil e ignorando las sugerencias de las entidades del campo progresista y democrático. Los únicos interlocutores de Haddad para este asunto fueron el presidente del Banco Central (BC) indicado por Guedes/Bolsonaro (la administración anterior) y un puñado de dirigentes de la banca privada.

Teniendo en cuenta el espíritu de la Ley Complementaria No. 200 que él mismo editó en nombre del gobierno,  Haddad preparó las orientaciones para 2024 eb la ley de Directivas Presupuestarias (LDO), donde introdujo un dispositivo más allá de la austeridad: estableció el compromiso de Lula con el equilibrio fiscal primario para 2024. ¡Una locura!

Eso significa que el gobierno se va a empeñar para que el total de los gastos no financieros sean equivalentes a los ingresos del país. Saliendo de un año en que el déficit primario es estimado por el propio gobierno en más de 203 billones de reales (casi el 2% del PIB), la búsqueda por el déficit cero a lo largo de los próximos meses será concretada  como un verdadero caballo de balancín en el ritmo de crecimiento de las actividades económicas de una forma general.

En caso de que nada sea hecho por Lula para alterar el rumbo de la nave del estancamiento, no habrá más instrumentos a disposición del gobierno a lo largo de  2024 para avanzar en la dirección de los cambios tan necesarios para el país. El proceso de votación de la ley anual de Presupuesto ofrece un poco de luz para analizar las dificultades a ser enfrentadas durante 2024.

Las fuerzas políticas mayoritarias en el Congreso Nacional incorporaron en el texto el discurso de austeridad presentado por Haddad, pero no ofrecieron su parcela de sacrificio para que esa meta sea alcanzada. Ya que el gobierno insistía en la búsqueda mítica de cero en el equilibrio fiscal primario, la solución final de los congresistas fue la de restringir los gastos en las áreas sociales y estratégicas para cualquier proyecto de regreso al desarrollo, al mismo tiempo en que aumentaban los límites a los gastos con enmiendas parlamentarias y para los fondos partidarios y electorales.

Permitir la continuación de la política económica y la austeridad de los poderes financieros está frustrando al electorado y allanando el camino para el regreso de la extrema derecha. Lula todavía tenía una ventaja de tres años. Pero cada día que pasa sin noticias en el frente de la reorganización de la orientación desarrollista y la recuperación del protagonismo del Estado es un punto perdido en el regreso de las próximas elecciones.

Se habla mucho de una posible recomposición ministerial a principios de año. Más que un intercambio de sillas y algunos arreglos al nombre del equipo, Lula necesita empezar a empujar para consolidar su proyecto para los años que quedan: 2024 a 2026. Y esto significa un cambio sostenible en la orientación política económica de su gobierno.

*Doctor en economía y forma parte de la carrera de Especialistas en Políticas Públicas y Gestión Gubernamental del gobierno federal.

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