Sequía en la Amazonía andina: muertes por golpes de calor y economías afectadas
Sequía en la Amazonía andina: muertes por golpes de calor y economías afectadas
Por Jonathan Hurtado y Bianca Padró Ocasio
En la región amazónica Madre de Dios, en Perú, el calor ha alcanzado niveles nunca antes registrados. Cinco personas han fallecido en menos de dos semanas por casos atribuidos a golpes de calor, entre ellas un soldado de 18 años. La autoridad climatológica señala que estas altas temperaturas seguirán por lo menos hasta enero. ¿Qué factores producen el calor extremo? ¿Cuál es el peso de la deforestación y cómo actúa en el calentamiento del entorno? Un equipo de OjoPúblico estuvo en esta región, recogió testimonios de comunidades indígenas y entrevistó a científicos y personal de salud para explicar cómo el impacto de este calor extremo y la ausencia de lluvias está alterando la vida de las personas y la situación de los frágiles ecosistemas en uno de los años más críticos para el planeta. No se trata de un hecho aislado, toda la cuenca andino amazónica y Brasil presentan escenarios alarmantes.
En Puerto Maldonado, capital de la región amazónica Madre de Dios, todos están de acuerdo en que es la primera vez que viven un periodo tan prolongado de calor. Es mediados de noviembre y en un año normal la lluvia debería estar, ahora mismo, reventando sobre el pavimento y los techos de calamina de las casas de la ciudad. Pero no. A cierta hora de la tarde, las motocicletas que hacen de taxi merman su tránsito y la gente prefiere no salir.
El calor ha sido tan insoportable en Madre de Dios –con temperaturas que han llegado hasta los 37,7 grados centígrados y sensaciones térmicas que superan los 40 en la zona urbana– que cinco personas han muerto por golpes de calor a finales de setiembre e inicios de octubre, según la información de las autoridades sanitarias locales.
La situación en algunas zonas de la Amazonía sur es aún peor. En la provincia de Tahuamanu se rompió una marca: 41,6 grados, con una sensación térmica que alcanzó los 44. Noviembre suele ser un mes de lluvias continuas. Sin embargo, ahora estas solo aparecen por momentos.
A mediados de este mes, un equipo de OjoPúblico estuvo en Madre de Dios para registrar el impacto de las altas temperaturas y la ausencia de lluvias de las últimas semanas.
Las actividades económicas formales como la agricultura, transporte y pesca se han visto afectadas. A unas tres horas de Puerto Maldonado, en la comunidad amahuaca Boca Pariamanu, donde viven unas 30 familias, las altas temperaturas no permiten el desarrollo habitual de la agricultura.
“El calor está fuerte todo el día, de seis a seis. Y solo podemos trabajar de cinco hasta las nueve de la mañana”, dice Walter Pacaya Inuma, quien siembra maíz, arroz y yuca. En los últimos días empezó a llover, pero solo por momentos.
Dentro de la Reserva Nacional Tambopata, en el lago Sandoval, una familia aguarda el retorno de la lluvia para sembrar. En Lucerna, en el distrito Las Piedras, los productores de cacao ven cómo los granos y plantas se echan a perder. Cerca al puente Guillermo Billinghurst, en la unión de los ríos Madre de Dios y Tambopata, se aprecia una playa, una pampa arenosa, el rastro dejado por las altas temperaturas y la ausencia de lluvias prolongadas.
Las temperaturas atípicas en Madre de Dios causan estragos desde hace meses. Ocurre lo mismo en gran parte de la cuenca amazónica. Las imágenes más impactantes llegan de Brasil, donde el calor y la falta de lluvias han provocado la desaparición de ríos y la muerte de miles de peces, y con ello la inmovilidad de las comunidades que no tienen por donde navegar para hacer su vida con normalidad.
Una actividad que parece inmune a estos cambios es la minería ilegal del oro. Ni la pandemia ni las fuertes temperaturas han representado un freno. Desde la Carretera Interoceánica se puede ver cómo se sigue depredando los bosques, y cómo toda acción de control proveniente del Estado resulta insuficiente. Los mineros ilegales aprovechan la ausencia de lluvias para seguir destruyendo bosques, y removiendo los lechos de los ríos.
Las condiciones en Madre de Dios muestran la tendencia de los récords históricos de calor batiéndose en el mundo entero. Según datos publicados en agosto de este año por el Copernicus, programa europeo de monitoreo del clima, el mes de julio de este año fue el más caliente en el planeta desde que se comenzaron a registrar datos en 1940.
Las temperaturas ese mes llegaron a ser alrededor de 1,5 centígrados más altas que la temperatura promedio entre 1850 y 1900, el límite que se estableció en el Acuerdo de París.
Aunque aún no hay ejemplos registrados de temperaturas sostenidas que superan los 2 grados, datos de Copernicus señalan que en noviembre hubo dos días seguidos en los cuales la temperatura global superó por primera vez los 2 grados celsius con respecto a los niveles preindustriales: una anomalía de 2,07 grados Celsius el 17 de noviembre y de 2,06 grados el 18 de noviembre.
Existen factores que explican el calor y la sequía en la Amazonía, como la crisis climática, la deforestación y la influencia del fenómeno de El Niño Global.
Un estudio reciente enfocado en Brasil, liderado por la investigadora Luciana Gatti, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de ese país, reveló que la falta de fiscalización sobre la deforestación en la Amazonía brasileña por parte del gobierno de Jair Bolsonaro tuvo un efecto casi equivalente al peor fenómeno de El Niño que se ha registrado en la historia.
Gatti también fue parte de un equipo de investigación que reveló por primera vez en un estudio del 2021 que la Amazonía ya no cumple como antes con su función de sumidero de carbono; es decir, que varios sectores de este territorio ya no están capturando el carbono que calienta el planeta. La investigación señala que la quema de la biomasa y la degradación forestal, aumentó las emisiones y agravó la sequía y el calentamiento de los bosques amazónicos.
Ese estudio revelado hace dos años sirvió como base para el nuevo informe publicado este año en la revista Nature, que en términos generales, señala que la deforestación ilegal en Brasil aumentó en un 80% desde el 2019, en comparación con el periodo 2010 – 2018, como resultados de “cambios en la política de la aplicación de la ley”.
El estudio se basó en datos de varias regiones amazónicas en Brasil, incluyendo la región suroeste, que comparte frontera con la Amazonía peruana. Aunque históricamente esa área tiene una menor afectación por la deforestación que la región noreste, por ejemplo, los investigadores identificaron que tuvo valores positivos en la emisión de carbono para el año 2020. En el 2019, la deforestación en la región suroeste de la Amazonía brasileña aumentó un 81% en relación a los ocho años anteriores. En el 2020, aumentó un 76%, precisa el estudio.
En apariencia, lo que se está viviendo estos meses en Madre de Dios –las altas temperaturas insoportables junto al retraso de las lluvias– no parece ser tan grave si se compara con lo que se viene documentando en los países vecinos de Sudamérica. Sin embargo, hay señales de que la Amazonía peruana y andina no está lejos de esa realidad si los niveles de deforestación y la crisis climática siguen su ritmo actual.
La falta de lluvias ha impactado también en el caudal del río Amazonas. En octubre, en Loreto, el río llegó a descender tres metros de su nivel normal, lo que llegó a afectar el transporte y la pesca, sobre todo en las quebradas que alimentan los ríos más grandes. A principios de dicho mes, se registraron temperaturas extremadamente cálidas en algunas zonas.
Mientras, al otro lado, en Brasil, la sequía extrema que azota a este país causó que el nivel del río Amazonas cayera a niveles históricamente bajos. Han aparecido decenas de delfines y peces muertos, y el transporte fluvial se vio interrumpido en ciertas áreas y se paralizaron las operaciones de la cuarta hidroeléctrica más grande del país.
En Ecuador, la falta de recursos hídricos en la Amazonía obligó al gobierno del entonces presidente Guillermo Lasso a imponer apagones a nivel nacional de hasta cuatro horas al día en ciudades de la sierra y tres horas en ciudades costeras. Desde la segunda semana de noviembre, los racionamientos fueron gradualmente reducidos a dos horas.
Es la primera vez que Ecuador vive una crisis eléctrica desde el 2009. El estiaje es atribuido al fenómeno de El Niño. En la región amazónica se encuentra ubicado el 90% de las plantas hidroeléctricas, que abastecen a su vez el 90% de la demanda nacional. Colombia y Perú le han suministrado energía durante esta emergencia.
La sequía ha sido igualmente devastadora en Bolivia. Según el reporte nacional del Servicio climatológico de Bolivia, la Amazonía sur del país tuvo un índice severo de sequía en el mes de octubre. Las cuencas de varios ríos principales y sus afluentes secundarios –como el río Beni, Madre de Dios, Tahuamanu y Yacuma– se observan con menos caudal. El informe atribuye las sequías a “la ocurrencia de incendios intensos, que en conjunto afectaron la actividad agrícola como cultivos de frutales (cítricos, papaya, cacao, palta, otros.) y cultivos de yuca”, como también los pastizales que sirven de alimento al ganado.
Ronald Corvera Gomringer, gerente del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) de Madre de Dios, profundiza lo expuesto por el estudio de la investigadora brasileña Luciana Gatti. “La fuerte deforestación que ha habido en la Amazonía es la explicación más directa (de las altas temperaturas y la sequía). Lo primero que se afecta en un área deforestada es el microclima. Es decir, los bosques circundantes son los primeros que van a sufrir, y si hay una continua deforestación en la Amazonía entonces vas a tener un impacto más directo sobre los bosques cercanos”.
Añade, además, las quemas y los incendios forestales, que se dan en mayor medida en Bolivia (Santa Cruz) y Brasil (Acre), son factores que suman a la sequía y rompen el equilibrio hidrológico. “La humareda llega a Madre de Dios y sube hacia el norte, a Loreto”, asegura.
El impacto de la ganadería también es relevante. Según Corvera Gomringer, esta actividad es la primera en la región en ocasionar la quema de biomasa. “Son las grandes ganaderías, la ganadería extensiva que busca renovar sus pastos, además de la agroindustria que está ligada al biocombustible. En Madre de Dios los focos de calor se dan por la ganadería extensiva, es una práctica común, haya o no haya ganado, se queman los pastos”, explica el investigador.
Lo que viene pasando en Madre de Dios, fue advertido el 11 de julio de este año, cuando la iniciativa MAP Madre de Dios – Acre – Pando (coalición que agrupa a autoridades locales de las tres regiones fronterizas) alertó sobre la sequía severa, olas de calor, quemas y humo para los meses siguientes en las tres regiones.
El anuncio se dio luego de las alertas emitidas por el International Research Institute for Climate and Society (IRI) y el Centro Europeo para las Predicciones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF), para la zona.
Entonces, se indicaba la ocurrencia de lluvias “por debajo de lo normal” y temperaturas “por encima de lo normal” para los próximos tres a cinco meses. “En caso de que el clima se comporte de acuerdo con estas previsiones, anticipamos problemas agudos de abastecimiento de agua, olas de calor y quemas accidentales en áreas agrícolas en incendios forestales.”
Cinco fallecidos por golpe de calor
La mañana del 24 de setiembre, Pamela Álvarez, jefa de Epidemiología del hospital Santa Rosa en Puerto Maldonado y médico de guardia en ese momento, recibió en estado inconsciente a Myduard Leonel Mayta Quispe, un soldado de apenas 18 años, nacido en la región Puno, a unos 4 mil metros de altura sobre el nivel del mar.
El informe médico señala que el joven llegó con fiebre, la piel caliente y las pupilas dañadas. Llevaba varias horas entrenando por orden de su institución, declaró el personal médico. La temperatura ese día alcanzó los 37,5 grados centígrados. Myduard falleció a las 8:46 am. Una junta médica determinó, varios días después, que la causa de su muerte fue por un “golpe de calor”. Esta condición ocasionó un paro cardiorrespiratorio.
Sobre esta muerte, la 6° Brigada de Fuerzas Especiales del Ejército, con sede en la provincia de Tambopata, Madre de Dios, solo informó en un comunicado que el joven se desvaneció cuando “se dirigía a efectuar el internamiento de su armamento, al término de su jornada diaria como parte de su entrenamiento básico individual”.
“Nuestra temperatura corporal está regulada por un mecanismo cerebral que evita que nos sobre calentemos y adoptemos la temperatura del ambiente, es el mecanismo de homeostasis. Puede haber 45 grados afuera, pero nuestro cuerpo está en 37 grados, o podemos tener -20 grados afuera, y nuestro cuerpo está en 37 grados”, explica el médico Carlos Manrique de Lara, de la oficina de Epidemiología de la Dirección Regional de Salud (Diresa) de Madre de Dios.
Sin embargo, lo que ocurre con un golpe de calor es que esa capacidad para regular la temperatura corporal se pierde por el calor extremo. “Nos convertimos en un objeto y obtenemos la temperatura del ambiente, como si fuéramos un metal o una piedra. Y la temperatura mayor a 40 grados empieza a destruir células del sistema nervioso”, asegura Manrique de Lara, quien lleva más de 30 años trabajando en Madre de Dios.
El profesional de salud sostiene que es la primera vez que se llegan a documentar muertes por “golpes de calor” en esta región.
Sobre la muerte del joven militar, Carlos Manrique de Lara cree que hay responsabilidad de sus superiores por la exigencia en los entrenamientos, que no toman en cuenta las altas temperaturas y exponen a sus soldados. OjoPúblico se comunicó con la responsable de prensa del Ejército de Madre de Dios, pero al cierre de este informe no se concretó un vocero ni una fecha para recoger su versión. Este medio también intentó comunicarse con familiares del soldado, sin éxitos.
El 25 de setiembre, en el mismo hospital Santa Rosa, también falleció una mujer de 44 años, comerciante que llegó de Bolivia. Días después, el 4 de octubre, ingresaron tres casos más, personas de entre 50 y 60 años con comorbilidades. El detonante de sus muertes fue, igualmente, un golpe de calor. Uno de ellos era un agricultor que se encontraba trabajando en el campo expuesto a las altas temperaturas.
Cuando el río baja y el calor arrecia
Con la ausencia de lluvias, los ríos reducen su caudal y en el caso de los más pequeños ya no se pueden navegar. Para gran parte de comunidades y pueblos indígenas amazónicos, el río es la única vía de transporte cuando no existe carretera. Existen quebradas asociadas a castañeros o a concesionarios forestales. Por río también ingresan insumos de primera necesidad que distribuye periódicamente el Estado, como las medicinas.
Los casos más preocupantes tienen que ver con las comunidades indígenas más alejadas. María Rosario Castillo, responsable de la Dirección de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) de la región, sostiene que desde hace meses no están llegando, por ejemplo, a Yomibato, comunidad del pueblo matsigenka ubicada dentro del Parque Nacional del Manu.
Las altas temperaturas también perjudican a los peces en estado natural y a los que son criados. En La Cachuela, piscigranja a cargo del gobierno regional de Madre de Dios, el agua de los estanque ha llegado a alcanzar los 36 grados, “lo cual genera un estrés calórico que no permite la reproducción de peces como la gamitana y el paco”, explica Homero Gómez Matos, de la Dirección de Medio Ambiente y jefatura de Acuicultura de la Dirección Regional de la Producción (Direpro).
“Los peces no han podido llegar a la condición corporal de un reproductor para ya inducirles a la hormona”, alerta el funcionario. Los alevinos son vendidos entre octubre y abril. En la región, el 40% de las piscigranjas utilizan el agua de lluvia y de filtración (proveniente del subsuelo). Hasta el 2022, la autoridad tenía registrados 650 piscicultores. En Tambopata está el 40%, un 50% en Tahuamanu y un 10% en Manu.
La segunda semana de octubre, en la laguna Tres Chimbadas, en la comunidad de Infierno, en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata, se reportó la muerte de bujurquis y doncellas. De acuerdo a los análisis realizados por la Direpro, la calidad del agua se encontraba dentro de los parámetros normales.
El evento fue comunicado a las Autoridad Nacional del Agua (ANA) y al Organismo Nacional de Sanidad Pesquera (Sanipes). OjoPúblico se comunicó con las oficinas de prensa de dichas instituciones, pero ninguna brindó información del caso al cierre de este informe.
Los pescadores también se han visto afectados, sobre todo los que pescan en el río Madre de Dios, sostiene Ramón Troncoso, jefe de la Direpro. En la región se encuentran formalizadas 17 Organizaciones Sociales de Pescadores Artesanales (OSPA). Algunas se ven afectadas porque ya no pescan como antes porque la reproducción de los peces se ha afectado también por la falta de lluvias.
La agricultura es otro de los sectores con serios impactos de las inusuales temperaturas y ausencia de precipitaciones. Según Carlos Ortega, director de la oficina regional de Agricultura, los cultivos de maíz, arroz y yuca se han visto dañados; en el caso de esta última el calor extremo y las lluvias pasajeras han ocasionado que las raíces se pudran. Lo mismo ha venido ocurriendo con el cacao. “Los periodos de floración no se están cumpliendo en las fechas previstas”, dice Juan Carlos Navarro, secretario ejecutivo de Cáritas Madre de Dios.
En la ciudad de Puerto Maldonado, en octubre, el descenso del nivel del río llegó a afectar a unas 2.500 familias de la zona del El Triunfo. La empresa prestadora del servicio de agua potable, Emapat, tuvo problemas para captar el agua del subsuelo que alimenta su planta local.
Por el momento, la ausencia de lluvias en Madre de Dios no ha impactado en el turismo de Madre de Dios. En la Reserva Nacional de Tambopata, en camino al icónico Lago Sandoval, los turistas siguen recorriendo el paseo tablado hasta donde comienza la corriente que lleva al lago.
Pero este año, el retraso de la temporada de lluvia es evidente: los pequeños barcos de madera que llevan hasta el lago están encallados en el suelo húmedo que rodea los muelles. Para salir del área de muelles, los guías turísticos y los pocos residentes del área tienen que esforzarse empujando el suelo y las raíces expuestas de los aguajes.
En épocas de lluvia, los muelles pueden llegar a cubrirse por completo. Este mes se puede caminar casi un metro desde el muelle hasta tocar el agua. “Esperemos que lleguen las lluvias pronto porque si no hay lluvia, tampoco se puede sembrar lo que es agricultura porque de eso vivimos”, cuenta Karen Chirinos, una de residente del área del Lago Sandoval, donde conviven unas cinco familias que viven mayormente del turismo que les traen a sus terrenos.
Karen Chirinos también habla del intenso calor y la falta de lluvias. “En otros lugares, escuché en otros lagos de acá de la zona que se estaban muriendo hasta los peces. Lo escuché así de los pasajeros que vienen, comentan. Debe ser cierto porque también han aparecido en las orillas las rayas, como si les hubiesen echado agua hervida, como que se les pela el cuerito, ya muertas. Yo digo que es mucha calor. El agua se calienta demasiado y los pescados deben buscar lo hondo. ¿Qué más podría ser?”, dice.
Mientras, al otro lado del centro de la ciudad, sobre la Carretera Interoceánica, una actividad parece no verse alterada. El calor extremo también se siente en La Pampa, el corazón de la minería ilegal de oro, donde casi todo es desierto, pero los motores de los mineros continúan operando.