Modesto Emilio Guerrero, periodista y escritor venezolano: «El enemigo siempre es malo, lo importante es lo que hagamos para que no se fortalezca»

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Es 5 de marzo, se cumple un año de la muerte de Hugo Chávez. En medio de las conmemoraciones, entrevistas y actos, el periodista y escritor venezolano Modesto Emilio Guerrero, autor de la más completa biografía política del comandante de la revolución bolivariana, recibe a 

Colombia Informa. ¿Hablamos de Chávez? Sí, por supuesto. Pero sobre todo de la vigencia de su legado, de la urgencia de comprender lo que sucede en Venezuela hoy, de lo que podría suceder a partir de los hechos recientes de desestabilización.

La extensa charla no esquiva las implicancias de la derecha colombiana y el paramilitarismo en la aventura golpista en el hermano país, análisis que presentaremos en una segunda parte de esta entrevista de próxima publicación.

Colombia Informa: Pasaron muchas cosas en Venezuela desde la muerte de Chávez, suficientes para hacer una evaluación. El desempeño de Maduro como gobernante, las dificultades económicas y los intentos de desestabilización, un movimiento popular que va aprendiendo a consolidar su protagonismo sin el líder. ¿Qué es para usted lo más destacable?

Modesto E. Guerrero: La transición, eso es lo fundamental. Todo lo demás son circunstancias inevitables de todo proceso de cambio, sobre todo cuando desaparece el eje del proceso político nacional. En Venezuela se vive una transición traumática.

C. I.: ¿Transición de qué a qué?

M. E. G.: De un sistema político que se organizó, por doce años, alrededor de Chávez. Ese sistema desapareció con Chávez. Quedan sus dos columnas, las fuerzas armadas bolivarianas y el movimiento chavista, los movimientos sociales del chavismo que son poderosos. Pero los dos no son gobierno, no lo pueden ser por ahora, ojalá el movimiento pudiera pero no lo es ni le veo la capacidad política aún. Veremos en el futuro, pero lo cierto es que hoy el sistema político de instituciones ya no gira alrededor de un eje sólido que le da cohesión, solidez. Ahora gira alrededor de factores o corrientes dentro del chavismo, que sólo ese hecho, definir que son distintos factores que lo conforman, y uno es militar, abre un montón de interrogantes sobre sus posibilidades. Segundo: lo subjetivo en la historia. Maduro no es Chávez, y eso no es cualquier cosa. Al no ser Chávez, eso tiene altos costos. Anoche me preguntaban en CNN si esto que está pasando hubiera pasado con Chávez. Porque ahora andan glorificando a Chávez, son amorales, porque los muertos no se pueden defender. Cuando vivía Chávez era negro, grosero, comunista, ahora para machucar a Maduro levantan a Chávez. Con ese ánimo me preguntaba Patricia Janiot por el rol de Maduro respecto a Chávez. Y le dije: sería peor con Chávez. La acumulación de odio es contra Chávez, no contra Maduro. Chávez concitó en ellos todo el odio del planeta. Si Chávez estuviera sería peor la situación, mucho peor, porque como eje del gobierno era el eje del mal para ellos. La diferencia estaría en la respuesta, la capacidad de iniciativa. Chávez era una máquina de iniciativa, por semana eran dos o tres, 48 semanas al año. Por eso muere con 20 años de vida pública. Un tipo con esa talla, agotó todas sus energías todas las semanas produciendo iniciativas. Algunas les fue bien, otras mal, otras fueron errores, pero era una máquina de iniciativas. Maduro no es eso, es un presidente soberanamente electo y es un dirigente político. Todavía no es un líder. En esa medida, ese elemento subjetivo tiene que ver en sentido combinado, dialéctico, con la fuerza de la derecha. Ellos se atreven.

C. I.: Usted habló de un programa de la oposición llamado «El atajo» que plantea que en Venezuela están dadas las «condiciones objetivas» para forzar un cambio de gobierno. ¿Las dificultades internas pueden ser el caldo de cultivo que brinde apoyo social a los golpistas?

M. E. G.: Si. Efectivamente, es lo que intentan lograr y en alguna medida lo han logrado. No lograron consolidar la asonada, no les dio el resultado que querían. Lo hubieran logrado si movilizaban a las masas de derecha, son 4 millones así que tienen de dónde sacar. No lo lograron, al revés, aterrorizaron a muchos de ellos, amas de casa, señores mayores, aterrorizados por el grado de violencia que impusieron los 2 o 3 mil que se movilizaron en las acciones violentas. A la marcha del 12 de febrero fueron 8 a 10 mil personas más o menos, pero las acciones violentas, sumadas Mérida, Táchira y Caracas, congregaron a muchachos, jóvenes casi todos, con alguna participación de lúmpenes de barrio: malandritos, motorizados, el fenómeno del lumpen de barrio en nuestras sociedades. Tampoco lograron movilizar a la burguesía, a su burguesía mandante. El grupo económico Polar no paró sus empresas como en el año 2002. Fedecámaras, que es la gestora del golpe de 2002, no paró ninguna empresa. No hicieron nada, no salieron a la calle. La CTV [Central de Trabajadores de Venezuela, opositora], cogestora del golpe del año 2002, se quedó en su molde, no hizo nada. Habrá dicho y escrito, pero a la calle no salió. Y el resto de la MUD [Mesa de Unidad Democrática], que es la organización de la derecha política en Venezuela, tampoco acompañó. Leopoldo López y sus intelectuales, los que le crearon la idea del «Atajo», se equivocaron en algo: calcularon mal el movimiento chavista, sobre un hecho cierto. La inflación y la devaluación, y sobre todo el desabastecimiento, son causas que crean efectos demoledores, mayores o menores, en la población. Cuando vas al mercado no eres chavista o antichavista, vas al mercado. Pero calcularon mal el sentimiento del movimiento chavista. Creyeron que eso que ha causado malestar en el chavismo, y ha alejado a la base del gobierno, es suficiente par que quiebren, para que rompan, para que no lo apoyen. Lo que no entienden es que el movimiento chavista, al revés de otros movimientos de América Latina del siglo XX, no ve diferencia entre gobierno y conquistas sociales, educación, medicina gratis en el barrio todo el día todo el año, las 17 misiones. No diferencia todavía eso. Cuando logren, la realidad o la derecha, hacer diferenciar ambas cosas, ahí pueden entrar. Por ahora no.

C. I.: Según usted, los EEUU no tienen aún las condiciones necesarias para apoyar un golpe, como sí tuvieron en Honduras o Paraguay. Uno de los factores que parecen no estar presentes en Venezuela son fisuras en las Fuerzas Armadas. ¿Hay riesgo de que la oposición gane apoyo de un sector de los militares?

M. E. G.: Hay riesgo. Primero por un fenómeno social: toda intensificación de la lucha de clases penetra en los aparatos de las corporaciones . Y las Fuerzas Armadas venezolanas no son una corporación más. Si fuera la corporación chilena tardaría un poco más o se expresaría de otra manera. En Venezuela, las FFAA se han politizado muy bien, debaten, votan, todos los soldados y oficiales votan y tienen que informarse de política; estudian marxismo, tercermundismo, todas las teorías o corrientes ideológicas, se reúnen con la izquierda, las asambleas de obreros o de barrios se hacen muchas veces dentro de los cuarteles que confraternizan con el trabajo barrial. En esas FFAA es más fácil que surjan diferencias. Porque así como está la corriente politizante por izquierda, está el sector conservador chavista. Todos los cuadros son chavistas con mayor o menor compromiso. Pero hay un grupo, un sector de esos cuadros que se ha enriquecido. Con dinero publico, con contratos. Hay generales convertidos en empresarios en dos años. Ex funcionarios del gobierno, de los cuatro gobiernos de Chávez, que ahora son directores de la Cámara de Empresarios del Mercosur. Y son funcionarios militares, ex inspectores de las FFAA; se han enriquecido, ya están cansados de la política o quieren preservarse y se dedican al negocio. Ese sector que tiene relaciones de compadrazgo, de amistad, de cuerpo dentro de las FFAA, va a jugar un rol, van a pensar qué van a hacer si se intensifica la lucha de clases o la lucha social y hay enfrentamientos, no se van a quedar neutros. Además, el enemigo está trabajando, como nosotros militamos ellos militan. De otra manera y para otra cosa, pero ellos militan todo el tiempo. Los generales antichavistas y oficiales echados de las FFAA siguen tomando ron y comiendo arepas con los generales chavistas. Son compadres, son amigos, juegan al béisbol. En esas relaciones se van colando ideas en momentos álgidos. Entonces existe el riesgo. El proceso bolivariano para ellos comienza en 1992 con la rebelión militar, no en 1989 con la rebelión social. Para nosotros son las dos situaciones combinadas las que producen el gran fenómeno, incluido el gobierno posterior, 6 años después, de Hugo Chávez. Ahí hay otro elemento: hasta dónde el enemigo va a penetrar en ese sector.

C. I.: ¿Qué opina del llamado del gobierno a la derecha que definió como política de Paz?

M. E. G.: El mejor recurso propagandístico de un Estado es mostrar lo que el enemigo le hace. Y el gobierno de Maduro lo ocultó. Había que mostrar el estado de guerra en que dejaron Táchira: quemaron media ciudad, quién sabe eso. Y Canal 8 estuvo 6 noches con sus madrugadas asediado por bombas molotov. Por eso la política de Paz, que puede ser acertada en términos generales, es contradictoria, altamente contradictoria. Primero: si es de paz, cómo es que convocas a los que tú llamas fascistas. Ahí hay una grave contradicción. Dijo un cuadro trotskista en los setenta: al fascismo no se le discute, se lo combate. Y eso lo hubiera dicho cualquiera, eso es un aprendizaje natural de quienes han vivido ataques de ese tipo. En Venezuela esto es nuevo, no hay aprendizaje de eso. No puedes convocar a Capriles, que desconoce al gobierno. Primero que se rindan, primero los doblegas, primero los derrotamos, y ahí podemos sentarnos. Esa política de Paz tiene serios peligros también por otra razón, subjetivamente delicada: la base chavista no la entiende. Hay una base chavista que sí está cansada de violencia y malestar, eso es verdad. Pero la vanguardia no la entiende, y una parte de la base chavista no entiende cómo es que Maduro va a negociar en una mesa en la comuna de su barrio, con los que le están trancando, jodiendo y pegando. En Venezuela hay una cosa curiosa, como dijo Galeano: es el único lugar donde la burguesía se rebela para no pedir nada. La burguesía es la que está militando en las calles, o sus expresiones juveniles. Pero no piden: ¡qué van a pedir si tienen todo! Qué pueden pedir, la libertad de sus presos… muy bien, es la única consigna, lo demás es ideología. Además tienen un problema: si es una política de Paz, que como política general es correcta, eso está ayudando sin querer al enemigo, al no mostrar su grado de guerrerismo. No está mostrando que el problema no es la Paz, sino qué estado de guerra, de desmadramiento en las calles está haciendo la derecha. Muéstralo, o sea, a ellos identifícalos con la guerra.

Entonces el gobierno va a tener que ajustar, y depende de lo que haga en los próximos meses será una parte decisiva de la resolución de esta crisis. Porque el enemigo siempre es malo, el problema es qué hacemos nosotros para que ellos no se fortalezcan.

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