Negacionismo ideológico en las elecciones – Por Mateo Fernando Oña

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Mateo Fernando Oña

En la campaña electoral previa a las elecciones presidenciales y parlamentarias anticipadas  al 20 de agosto de 2023, algunxs candidatxs retoman la desgastada, engañosa y populista apariencia de ausencia ideológica ante los temas principales de la agenda política. Captar votantes indecisxs a través de una postura conveniente, frágil e insegura promueve la despolitización e impide a los actorxs políticxs –el pueblo soberano- reconocerse como tales. La amplia incertidumbre electoral no se soluciona adoptando posturas imprecisas, solo incrementan la indecisión ante la poca claridad ideológica de partidos políticos, de lxs candidatxs y sus propuestas.

Las ocho candidaturas que rivalizan por ganar un periodo presidencial de tan solo año y medio han empleado, de una u otra manera, estrategias que confunden al electorado a nivel ideológico, con el fin de capitalizar votos desde el rechazo, antes que desde la convicción hacia una propuesta concreta. El espectro político se marca solo a la derecha, desde el progresismo conservador liderado por Luisa Gonzáles, atravesando por el indigenismo elitista e ilegítimo de Yaku Peréz, hasta el dudoso y cuestionable “centrismo” de varias propuestas políticas como las de Xavier Hervas, Otto Sonnenholzner, Daniel Noboa y Bolívar Armijos.

Lxs  candidatxs restantes, Jan Topic y Christian Zurita -en reemplazo de Fernando Villavicencio asesinado en sospechosas condiciones- han modificado las recientes previsiones electorales. En el primer caso debido a su rol en el debate presidencial y su insistencia monotemática del combate a la inseguridad: una de las principales demandas ciudadanas. Sin embargo no solo importa el fin, sino también los medios. Algo que preocupa no solo a organismos de Derechos Humanos, sino a toda la izquierda militante. Por su lado, el asesinato de Fernando Villavicencio ha reavivado el ya preocupante enfrentamiento entre élites políticas burguesas, ya que incluso podríamos hablar ya de un crimen de Estado, debido a la intencional negligencia que envuelve su repentino deceso.

Las propuestas políticas de estos últimos candidatos se han posicionado en un ambiguo ultra conservadurismo. Su posición ideológica se reduce a un digerible pero insuficiente binarismo entre correísmo y anticorreismo junto a la búsqueda de replicar el método Bukele como solución a la inseguridad. Dada la fragmentación cultural y política del Ecuador, la demanda de representatividad ideológica se intensifica cada vez más. El alto porcentaje de votos nulos, blancos y la indecisión visibilizan que ninguna propuesta es aceptada del todo para los sectores populares empobrecidos.

Por ejemplo, gran parte de las comunidades indígenas y campesinas del país rechazan a Yaku Peréz, al correísmo y a la centro-derecha, por lo tanto, no tienen una candidatura con la cual se sientan realmente identificadxs. La izquierda marxista y comunista ha carecido de representatividad en las últimas décadas debido a la apropiación de los sentidos revolucionarios ejecutada por un progresismo, cuyo trasfondo no es más que la fachada  de un “capitalismo light” y llevadero. En la derecha tampoco se personifican todas sus facciones ya que para los “libertarios extremistas” las propuestas de Topic y Zurita (Villavicencio) “carecen de la suficiente fuerza ideológica”.

El alejamiento de las ideas de Topic y Zurita con respecto al discurso fascista disfrazado de democracia proporcionado por Xavier Milei en lo económico y Agustín Laje en lo social, ha generado vacíos de representatividad para la ultraderecha nacional, que de forma preocupante demuestran que sí pueden ser explotados. En las recientes elecciones de Argentina se ha comprobado que la ultra derecha libertaria podría triunfar ante la crisis ideológica y de organización de los demás sectores sociales. El proletariado en Argentina se enfrentará a la exclusión social, económica y política como nunca antes en democracia. Además de la erradicación de los pocos derechos que se han conseguido a lo largo de tantos años de lucha popular, y que el progresismo se ha encargado de manchar y atribuir a su “éxito” con falsedades discursivas.

En el caso ecuatoriano, la disputa entre correísmo y anti-correísmo también ha desnaturalizado y reducido el debate político a mero espectáculo polarizador. El voto en rechazo al modelo de la Revolución Ciudadana contrapuesto a un considerable porcentaje -alrededor del 30%- de electorado duro y fiel al modelo del expresidente Rafael Correa, se ha encargado de mermar la importancia de propuestas revolucionarias y con una mayor convicción marxista en la vida de la política real. La falacia del correísmo-anticorreísmo sigue generando estragos.

Que lxs candidatxs se autodefinan apolíticxs y nieguen la existencia de una postura ideológica concreta, es una declaración ideológica en sí misma. La supuesta imparcialidad que se presume en las presentes elecciones presidenciales es contradictoria con los sesgos individuales de cada candidatx para la idiosincrasia que se intenta imponer. Además, la financiación de campaña y la influencia de élites burguesas y lxs respectivxs dueñxs de los partidos claramente inclinan la postura ideológica a una dirección particular y conveniente: la defensa y protección del capitalismo como modo de producción.

La polarización y el enfrentamiento político no se combaten con negacionismo ideológico, sino con un pensamiento crítico y el análisis contrastado de los problemas que fatigan al país, tales como la inseguridad, el desempleo, la desnutrición crónica infantil, el extractivismo, feminicidios, etc. Negar la existencia de perspectivas ideológicas consolidadas es arremeter en contra de la politización de los sujetos y de los problemas nacionales.  La ideología es la conexión del electorado para su representatividad. Las posturas políticas se vuelven ambiguas y moldeables en función de la coyuntura y los públicos. Definitivamente la democracia en su elemento electoral se ha convertido en mero espectáculo para la conquista del “poder”. Las diferencias entre partidos políticos y candidatxs se desvanecen fácilmente.

El negacionismo ideológico es una quimera siempre de derecha propuesta por las élites. Claramente la convicción de todxs lxs candidatxs sostiene el sistema de explotación. Al otro lado la izquierda con la agitación y propaganda -mecanismos propios del marxismo-mismas que son necesarias para alimentar la posibilidad de revolución y cambio. Todos los derechos, especialmente en el campo laboral, nunca se habrían adoptado de no ser por la izquierda revolucionaria, tales como la disminución de la jornada laboral a ocho horas, el derecho al ocio, el salario básico, y sociales como el derecho a educación, salud, casa y trabajo, derecho al aborto, al divorcio, etc. La ideología, en este caso comunista, es el motor del revolucionario que busca concientizar acerca de la implicancia del individuo en los problemas que le aquejan y su capacidad para transformarlos. Organización, organización, organización.

Revista Crisis

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