50 años del Golpe de Estado y tratamiento de temáticas contingentes: desafío para el sistema escolar
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Camila Jara Ibarra , Macarena Sánchez Bachmann , Javiera Peña Fredes
La escuela es un agente importante para la socialización política y la promoción de competencias ciudadanas de los y las estudiantes, no solo a través de los contenidos definidos en los currículos escolares, sino también mediante la inserción del estudiantado en espacios democráticos, deliberativos y de apertura a la discusión.
A principios de 2019, un docente fue despedido por haber usado la palabra “dictadura” en una de sus clases de lenguaje para referirse a la dictadura de Pinochet. Frente a esto, la directora le dijo que “esos temas era mejor no tratarlos, que, si los niños creían que era un gobierno militar, bueno, que era mejor dejarlo así”. A propósito de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, surge la pregunta respecto a cómo se abordará este tema desde el sistema escolar, así como si docentes y equipos directivos cuentan, en general, con los espacios y las herramientas para tratar temáticas contingentes.
En un escenario marcado por una creciente polarización, cambios y tensiones políticas, los docentes se ven enfrentados al desafío de abordar las disputas y controversias políticas que permean y muchas veces exigen su tratamiento en el aula. Esto es especialmente relevante para los docentes encargados de la educación para la ciudadanía, una de las áreas más sensibles al dinamismo del contexto sociopolítico y en la que el tratamiento de la contingencia y la controversia es una estrategia formativa fundamental.
La escuela es un agente importante para la socialización política y la promoción de competencias ciudadanas de los y las estudiantes, no solo a través de los contenidos definidos en los currículos escolares sino también mediante la inserción del estudiantado en espacios democráticos, deliberativos y de apertura a la discusión.
Al respecto, diversos estudios demuestran de manera consistente que los climas abiertos al intercambio de ideas y a la discusión en el aula contribuyen a un mayor desarrollo de habilidades deliberativas, de conocimiento cívico, de participación política futura y de participación cívica en la escuela. Sin embargo y pese a la relevancia de la discusión y el tratamiento de temas contingentes en el aula para el desarrollo de competencias en ciudadanía, la investigación nacional e internacional subraya la subutilización de esta herramienta pedagógica e indica que los estudiantes rara vez participan en discusiones de clase. En una investigación realizada por nuestro equipo desde el Centro de Políticas Comparadas de Educación, se constata una alta valoración de esta estrategia pedagógica por parte de los docentes, de la mano de una baja frecuencia en su utilización.
A juicio de las y los docentes entrevistados, esto último tiene relación con que se trata de una práctica difícil para sus entornos escolares. Desde su perspectiva, se observan diversas dificultades para el tratamiento de temas controvertidos, entre ellos, temor al conflicto con la comunidad escolar y a la posibilidad de acusaciones de adoctrinamiento político. También se la describe como una dinámica que puede generar dificultad para gestionar el clima del aula o, bien, la falta de tiempo y presión por tratar otros contenidos, como factores que impiden que esta práctica pedagógica tenga un uso más extendido.
Por ello, más que una actividad planificada o intencionada por los docentes, cuando tiene lugar, la controversia surge en la clase preferentemente de manera espontánea y por iniciativa de los estudiantes, lo que supone un desafío mayor a la respuesta pedagógica. Frente a esta situación, los docentes suelen adoptar estrategias de abordaje en las que prevalece lo que ellos mismos definen como “neutralidad”, lo que implica no intervenir ni revelar sus propias posiciones en un debate, que tienden a definir como la forma más adecuada para abordar las discusiones en el aula.
Sin embargo, la literatura internacional converge al señalar que es necesario un abordaje adaptativo al contexto, es decir, una utilización flexible y contingente sobre la base de una diversidad de estrategias. El riesgo de intentar mantenerse siempre neutral y no intervenir en los debates en el aula, es que no solo no resulta apropiado en todos los contextos, sino que puede también incluso reforzar prejuicios o la desinformación en el aula en lugar de fomentar una reflexión.
El poseer herramientas adecuadas para el tratamiento de la controversia posiblemente contrarrestaría algunas de las dificultades aquí señaladas, que no son exclusivas de la docencia en Chile, sino que se presentan también en sistemas escolares a nivel internacional. Esto podría ayudar y motivar a la docencia a entrar con mayor seguridad a un terreno, cuya complejidad intrínseca se ve agudizada en contextos de polarización política como el observado recientemente en Chile y que representa un desafío adicional para la educación en ciudadanía.
El procesamiento de las diferencias y del conflicto es una habilidad que también se aprende y se enseña en la escuela e implica, sin duda, no eludir temáticas como las del golpe de Estado en nuestro país, asunto que puede representar una verdadera oportunidad para fomentar entre los estudiantes la valoración de la democracia, el cuidado de los derechos humanos y el rechazo a cualquier forma de violencia política.