Irrumpe la derecha «gonista» en Bolivia – Por  Eduardo Paz Rada

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por  Eduardo Paz Rada*

Con el propósito de ordenar la agenda política boliviana e impulsar un proyecto de restauración neoliberal y oligárquico, en la perspectiva de constituir una candidatura unitaria para las elecciones de 2025, Gonzalo Sánchez de Lozada ha convocado a las fuerzas políticas y dirigentes opositores al Movimiento Al Socialismo (MAS) a acercar posiciones bajo la consigna de impulsar una nueva Constitución Política del Estado de carácter neoliberal y republicana que reemplace a la actual plurinacional.

El fracaso histórico del golpe de Estado de octubre-noviembre de 2019 y del gobierno de facto de Jeanine Áñez de 2020 -que intentó revertir las transformaciones económicas, sociales y políticas realizadas de 2006 a 2019 con un equipo de ministros y ministras representantes de los banqueros, terratenientes, ganaderos, empresarios mineros y petroleros, respaldado por el gobierno de Estados Unidos-, se produjo por la resistencia del pueblo que consiguió nuevamente la recuperación de la democracia.

A este fracaso se suman las continuas derrotas de las iniciativas conspirativas de los comités cívicos, particularmente el de Santa Cruz, de los partidos conservadores como Comunidad Ciudadana (CC) y CREEMOS, de plataformas “ciudadanas”, de obispos católicos y medios de comunicación empresariales, durante los últimos dos años (2021-2023), con argumentos como la realización de la fecha del censo nacional o de carácter regionalista y federalista que pretende dividir el país, situación que ha impulsado a que irrumpa públicamente el baluarte neoliberal, expresidente y multimillonario empresario minero Sánchez de Lozada, protegido en Estados Unidos.

Estrategia oligárquico-imperialista

Los esfuerzos por derrotar el proceso nacional-popular se concentraron en el oriente del país -región donde la oligarquía regional es muy poderosa- como el intento de guerra civil para impulsar el federalismo y el separatismo en 2008, el golpe de Estado de 2019 o los conflictos recientes y no tuvieron éxito, razón por la cual la iniciativa del «gonismo» se presenta como propuesta de carácter nacional que unifique a las oligarquías regionales y a los fraccionados partidos opositores.

A su llamado y convocatoria, de los que es operador desde Miami el gestor de la masacre de octubre de 2003, Carlos Sánchez Berzain, y sus auspiciadores “gusanos cubanos y venezolanos”, respondieron inmediatamente, de manera abierta o encubierta, sus principales referentes políticos en Bolivia.

De manera abierta lo hicieron Ronald Maclean Avaroa, Samuel Doria Medina, Virgilio Lema, Luis Siles, William Bascopé y algún otro aparecido como Antonio Saravia o Gonzalo Chávez y de manera encubierta Carlos Mesa, Manfred Reyes Villa y Fernando Camacho, buscando tener un espacio decisivo en la propuesta política alternativa al gobierno y al MAS.

Las transformaciones realizadas en Bolivia durante los gobiernos del Movimiento Al Socialismo (2016-2019 y 2020-2023) han tenido un profundo calado cultural, económico, político y social, fundado en la conquista y defensa de la soberanía nacional, la descolonización y el antiimperialismo.

La nacionalización de los hidrocarburos y la recuperación de empresas estatales impulsaron un proceso de industrialización e integración territorial del país, paralelo a la redistribución de los excedentes económicos entre la mayoría de la población, sin embargo, los cambios políticos y sociales, con el ejercicio de la democracia participativa y la realización de la Asamblea Constituyente, fueron aún más profundos.

Lucha por la liberación nacional

Esto no solamente significó romper, aunque parcialmente, las estructuras racistas, discriminadoras y excluyentes que se construyeron en los siglos de dominación colonial e imperialista y el control de los aparatos de poder del Estado: los diversos niveles del ordenamiento institucional (asambleas municipales, asambleas departamentales, asamblea legislativa plurinacional y autoridades en todos los niveles) a nivel local, regional y nacional tienen una presencia mayoritaria de indígenas, campesinos, mujeres, obreros y sectores populares de las ciudades.

La resistencia al golpe durante 2020 fue la manifestación más transparente y profunda de la voluntad de los pueblos de todas las regiones del país por impedir que se conculquen sus conquistas económicas, culturales y políticas y los avances fundamentales en la liberación nacional, se consolide el retroceso y nuevamente Estados Unidos defina el destino del país.

Este es el tema de fondo que no es aceptado por las oligarquías tradicionales de terratenientes, empresarios mineros, banqueros, grandes comerciantes de importación y exportación aliados de las transnacionales petroleras y por las elites señoriales políticas, intelectuales y mediáticas, desplazadas del poder desde principios del siglo XXI que ahora buscan constituir un bloque político unitario apoyado por la estrategia imperialista de recuperar posiciones en América Latina y el Caribe.

Solidaridad e integración latinoamericana

Al respecto, las contradicciones entre los pueblos y gobiernos de América Latina y el Caribe con el imperialismo norteamericano y europeo nuevamente se están elevando y se manifiestan, por un lado, en las importantes iniciativas integracionistas de Lula Da Silva y López Obrador, los encuentros de Petro, Maduro y Diaz Canel y los avances electorales en Ecuador, Honduras o Guatemala y, por otro lado, la instrumentalización estadounidense sobre Dina Boluarte o Lacalle Pou.

En este contexto, las próximas elecciones en Ecuador y las argentinas de octubre serán muy importantes para marcar tendencias regionales con efectos en la geopolítica mundial de la multipolaridad y la Guerra de Ucrania.

Este panorama obliga a impulsar y fortalecer la unidad del proyecto y del movimiento nacional-popular, anticolonial y antiimperialista en Bolivia para profundizar el proceso de potenciar el Estado nacional, la democracia participativa, el control del comercio exterior y de los recursos naturales, la industrialización y el mercado interno con soberanía nacional, justicia social, independencia económica e integración emancipadora de América Latina y el Caribe.

* Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.

Rebelión

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